«Prefiero no ganar ese dinero a tener que estar peleando o mal emocionalmente»
Isabel Calabuig ·
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Isabel Calabuig ·
A.M.
Santander
Domingo, 20 de octubre 2024, 07:34
Isabel Calabuig tiene 57 años y trabaja como personal laboral del Gobierno. Tiene un piso en Santander y no lo quiere alquilar. «No es que no quiera –matiza–. Si tienes algo de lo que sacar una rentabilidad, claro que está bien. Pero si te va ... a suponer un malestar y no vas a estar amparado por la ley, prefiero no ganar ese dinero a tener que estar peleando o mal emocionalmente». Y lo tiene muy claro.
«Los propietarios no estamos amparados por la ley. Estamos generando dinero, pero nos fríen a impuestos. Pagamos el IBI, la luz, el agua o la tasa de las basuras aunque no la generes, el impuesto de transmisión de bienes, los de la apertura y el cierre de una hipoteca, los gastos del registro... Y todo para que cualquiera pueda venir, quedarse en tu casa y, encima, todo ese tiempo le tienes que subvencionar el agua, la luz... El que se ha comprado una casa con el esfuerzo de su trabajo durante años, al final, para la legislación es un 'mindundi'». Así lo ve.
Es más, lo que le preocupa sobre todo, más allá del dinero, es «el disgusto, la rabia y la impotencia» de una situación así. El aspecto emocional que puede suponer el impago de la renta y el proceso posterior para recuperar la vivienda. «Es que la palabra no es echar, es que tienes que pelear por quedarte de nuevo con algo que es tuyo. Si yo me subo a un taxi y doy tres vueltas, tengo que pagar la carrera. Es como si voy en el autobús, no pago el billete y encima me llevo los asientos. ¿Eso le parecería bien a todo el mundo?». Por eso, nunca ha llegado a alquilar su piso en la capital cántabra.
Y no es la única, cuenta. «Conozco gente que ha tenido pisos cerrados durante mucho tiempo por esa indefensión ante la ley. O el caso de una amiga, que tenía un inquilino que enfermó y dejó de pagar. Ella, por supuesto, sentía lo ocurrido, pero se tuvo que hacer cargo de todos los gastos durante muchos meses y después –prosigue su relato– 'mendigar' ante las administraciones».
Ella asegura que es consciente del problema que hay, de las dificultades, y pone el ejemplo de los estudiantes. «Mi hijo estudia fuera y tiene que vivir de alquiler. Los estudiantes están mal vistos y hay sitios en los que te dicen: 'estudiantes no queremos'». Pero el problema, explica, «lo genera el propio gobierno con sus decisiones» (habla de los últimos gobiernos en general). Con la indefensión que hace que muchos no alquilen, con medidas que se tomaron como «facilitar la residencia a ingleses, rusos o alemanes a cambio de comprar pisos», con la proliferación de un mercado de segundas residencias... «Que se podrían alquilar si los propietarios estuvieran amparados por la ley. Pero en eso no se meten. Regulan con urgencia el alquiler vacacional, que es a lo que te abocan porque el que viene está como mucho quince días y se marcha. Pero lo otro no lo regulan. Unas cosas las legislan muy rápido y en otras no tienen ninguna prisa».
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