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Nacho González Ucelay
Miércoles, 18 de mayo 2022, 21:52
El periodista e historiador asturiano Diego Carcedo (Cangas de Onís, 1940) acudió este miércoles al Parlamento regional para depositar sobre una mesa todo aquello que tan solo atesora un comunicador excepcional. Testigo y narrador de los acontecimientos más importantes de la segunda mitad del ... siglo XX y de los primeros años del actual, y albacea de una trayectoria profesional al alcance de muy pocos, el comunicador convirtió la conferencia que había venido a dar ('La prensa, cuarto protagonista de la Transición Democrática') en un envidiable anecdotario cosechado durante décadas de periodismo de raza y cuidadosamente seleccionado.
Invitado por la Fundación Bruno Alonso que preside Luis Alberto Salcines y recibido por el presidente del Parlamento regional, el socialista Joaquín Gómez, el periodista fue presentado por el director de El Diario Montañés, Íñigo Noriega, al que tal trabajo no le resultó difícil.
«Carcedo es una de las personalidades periodísticas clave en la Transición», afirmó Noriega, que luego repasó la trayectoria «ancha y larga» del comunicador. Corresponsal de Televisión Española en Lisboa y Estados Unidos, jefe de los Servicios Informativos de TVE, «probablemente uno de los cargos mas peligrosos del periodismo en España, que podría competir directamente con sus trabajos en Vietnam», director de RNE...
De un hombre con su experiencia y, efectivamente, clave en el periodismo de la Transición –que él atravesó de la mano de «Pepe Oneto, Miguel Ángel Aguilar, Pilar Cernuda y otros periodistas que empezamos a arriesgar en esta profesión cuando la dictadura de Franco todavía latía»– solo cabía disfrutar.
Diego Carcedo
Periodista
Disfrutar de su perspectiva sobre un oficio al que llegó como periodista en prácticas en TVE, donde se encontró cara a cara «con la censura del franquismo» y en el que siguió como redactor de La Nueva España de Oviedo, donde descubrió que la falta de libertad de prensa no solo afectaba a los medios audiovisuales. Recordaba un día en el que el entonces Ministro de Información, el gallego Manuel Fraga Iribarne, «llamó muy molesto por una información preguntando quién cojones era Diego Carcedo y diciendo que no quería volver a ver ese nombre en ningún medio de comunicación español».
Disfrutar de su dominio de una profesión que a él en particular le provocó «cabreos históricos» aunque también enormes satisfacciones personales.
Disfrutar de sus tribulaciones durante su etapa como corresponsal o como enviado especial aquí, allá y 'acullá' en esos tiempos donde el auténtico periodismo, del que él fue un maestro, obligaba al auténtico periodista a hacer chanchullos para conseguir un visado para entrar en Saigón y cubrir la Guerra de Vietnam o a patearse de arriba a abajo el Sáhara durmiendo sobre su fina arena.
«Los periodistas lo pasamos muy mal en aquellos tiempos», reconoció maldiciendo la censura Carcedo, que, con los años, ha llegado a la conclusión de que «el periodismo de entonces fue digno de ser estudiado psicológicamente».
Del de ahora, poco que decir salvo un convencimiento personal que, a decir verdad, honra al periodismo de lápiz y papel: «La prensa escrita sobrevivirá porque es la que afianza lo que nos llega a través de otras vías», dijo Carcedo, que, además, dejó su impronta de perro viejo: «Yo aconsejo leer aquellos periódicos que no coincidan mucho con nuestras ideas».
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