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En el Gobierno regional no ocultan su «preocupación» por la cada vez mayor expansión del lobo por todo el territorio regional, que a su vez se traduce en «un incremento del número de ataques al ganado» que amenaza la supervivencia del sector primario, especialmente de ... la ganadería extensiva. La consejera de Ganadería, María Jesús Susinos, muestra su inquietud «porque se encuentra fuera de su hábitat natural, incluso llegando a la misma costa». Lo dice en declaraciones a este periódico después de que su departamento haya hecho público el informe definitivo sobre el censo de este cánido salvaje en el periodo 2022-2024. El mismo que remitió el año pasado al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico con la esperanza de que lo tenga en cuenta –junto con el del resto de regiones afectadas– para sacar al lobo de la lista de especies protegidas (el Lespre) después de que Europa abriera una ventana legal y dejase la decisión final en manos de los Estados miembro.
23
manadas se registraron el año pasado, nueve de ellas compartidas con otras regiones.
92%
crece el número de manadas desde hace diez años, cuando se contabilizaron 12 grupos.
Los datos del citado informe revelan que en Cantabria hay actualmente instaladas de manera permanente 23 manadas, nueve de ellas compartidas con otras regiones limítrofes, y otras dos de las que, aunque no se ha constatado su asentamiento, sí se han observado ejemplares sueltos de manera habitual. Eso supone que el incremento en el número de ejemplares en diez años ha sido del 92%, ya que en el Censo Nacional 2012-2014 sólo se registraron 12 manadas. Pero lo que más alarma al Ejecutivo cántabro es la rápida expansión y distribución sobre el territorio que ha tenido en estos años. El documento, realizado según las directrices y bajo la metodología exigidas por el propio Ministerio, especifica que las 23 manadas ocupaban el año pasado el 79% de la superficie regional: 4.082 de los 5.321 kilómetros cuadrados. «El lobo se ha expandido mucho, territorialmente hablando, y no es más que una de las consecuencias más claras del aumento tan grande de la población que se ha producido tras su inclusión en el Lespre», argumenta Susinos. «Se ha expandido a zonas periurbanas y muy humanizadas donde las condiciones de hábitat no son las idóneas y hay una ausencia de presas salvajes, lo que hace que prácticamente la única posibilidad de alimento sea el ganado», apostilla.
Las 23 manadas se localizan la zona de San Glorio, Cabrales-Tresviso, Pico Jaro, Arria, Bedoya, Peñasagra, Bistruey-Río Frío, Peña Labra, Sejos, Palombera, Brañavieja, El Bardal, Río Los Vados, Montequemao, Sierra del Cordel, Alsa, Hijedo, Cotero Losbos, Alto Asón, Escudo-Cabuérniga, Las Enguinzas, Montesclaros, Tejas-Dobra, Pandetrave-Fuente Dé y Alto Pas.
Los datos del censo así lo corroboran. La especie ha llegado muy cerca del litoral, como es el caso del municipio de Val de San Vicente, incluso a zonas muy urbanizadas como son Los Corrales de Buelna o Torrelavega. De los 102 municipios, se ha distribuido por 65, además de la Mancomunidad Campoo-Cabuérniga. «Comparados estos datos con los de 2019 –subraya el informe– el área de distribución se ha incrementado en un 8,4%».
Ganadería especifica que lo que más le preocupa no es el aumento del número de ejemplares sino «los daños que provoca en las estabulaciones ganaderas y a los rebaños», sobre todo porque ahora «son zonas donde los sistemas de manejo de los animales por parte del ganadero nunca han tenido en cuenta al lobo, porque no hay costumbre de su presencia, que si estuvo alguna vez presente, fue hace varios siglos».
En cifras, en 2023 Ganadería certificó 2.322 ataques que provocaron la muerte de 2.817 cabezas de ganado –983 potros, 905 ovejas, 725 vacas, 165 cabras, 31 asnos, 2 alpacas y 4 perros mastines– y dejó heridas a otras 172. El año pasado, hasta el 31 de octubre– atacó en 1.917 ocasiones y mató a 2.263 cabezas de ganado e hirió a otras 103. «La decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de protegerlo con el Lespre ha conseguido que no se pueda controlar su población y que los ganaderos estén criando su ganado para dar de comer a los lobos, algo que está haciendo que muchos se estén replanteando continuar en la profesión», concluye Susinos.
Los ataques del lobo también salen caros a los contribuyentes. El seguro contratado por el Gobierno cántabro tuvo que desembolsar en 2023 casi un millón y medio en concepto de indemnizaciones a los ganaderos y el año pasado, sólo hasta el 31 de octubre, la cifra ya ascendía a 1,2 millones.
El censo que firmó el pasado 17 de diciembre el director general de Montes y Biodiversidad, Ángel Serdio, también establece la mortalidad de la especie. En un año y 9 meses –desde 2023 hasta noviembre de 2024– se ha constatado la muerte de 10 lobos en Cantabria. Dos por disparos de furtivos (en Puente Viesgo y Tudanca), otros dos «por motivos desconocidos» (Hermandad de Campoo de Suso y San Pedro del Romeral), cinco atropellados (2 en Campoo de Enmedio, uno en Los Tojos, uno en Ruente y otro en la Mancomunidad Campoo-Cabuérniga) y el último por «depredación» en el municipio de la Hermandad de Campoo de Suso.
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