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Marta González es profesora en el instituto Manuel Lledías, en Torrelavega: «¿No tendré problema con la vacuna aún teniendo antecedentes de trombos en la familia, verdad?». Los sanitarios del centro de salud de Tanos, que le descubren el brazo para pincharle AstraZeneca, la ... tranquilizan:«No te preocupes, no tiene que dar problemas. Estamos volviendo a vacunar con ella porque ya han dicho que es segura», zanjan.
Después de una semana y recobrada la confianza en el suero inglés, las comunidades autónomas retomaron ayer la inmunización con AstraZeneca en todo el país. En Cantabria recibió el pinchazo este miércoles el personal laboral esencial;aunque en los próximos días se incluirá en la rueda de inmunización a otros colectivos hasta contar 87.500 dosis. Una cifra que ha aumentado las previsiones iniciales sobre todo a raíz de la decisión del Ministerio de ampliar el límite de edad, de los 55 años de un inicio, a los 65 de ahora.
«Es que con lo que he escuchado en las noticias estaba algo preocupada. Y es que hay compañeros que no han querido venir a ponérsela», duda la joven docente. Pero le insisten en que no tiene nada de qué preocuparse:«Se paró la vacunación hace una semana porque es un proceso normal cuando surgen casos que pueden ser susceptibles de estudio;pero ya está todo zanjado y podemos volver a vacunar con ella», resuelven los sanitarios.
Marta González - Profesora
Avelino Saiz -Responsable vacunación. Tanos
Margarita Gómez - Empleada de limpieza en instituto
Al frente de todo el despliegue de inmunización en Tanos está Avelino Saiz. «No hay tanta gente preocupada, lo que pasa es que a veces han escuchado cosas en los medios y se han alarmado, pero en cuanto se les explica que no hay peligro, se tranquilizan», concreta. A las puertas del centro de salud, él es uno de los que reparten las cuartillas donde cada cual deberá completar su nombre y sus apellidos, «luego nosotros indicamos el lote con el que se les ha vacunado y la fecha cuando se les puso la dosis». Es el documento acreditativo del proceso de inmunización. «También les damos este otro», indica Saiz, y en la mano sostiene una cuarta parte de folio donde se indica:«Segunda dosis, 2 de junio». Es la manera de evitar que a nadie se le olvide esta importante segunda cita para completar la protección contra el covid.
Uno a uno, los profesores, asistentes de comedor, personal de la limpieza y todos los trabajadores de los centros educativos de la zona, que comprende Tanos, Viérnoles y Cartes, van pasando por las dos salas que los sanitarios han dispuesto en el centro de salud para la vacunación.
Los preguntan qué tipo de trabajo desempeñan y los advierten de que tras el pinchazo deben aguardar un tiempo prudencial –unos 15 minutos–, para asegurarse de que nadie sufre una reacción alérgica.
Las dosis son escasas y no hay posibilidad de elección:«Si me hubieran dejado decidir, hubiera preferido Pfizer, porque parece que protege más y tiene menos efectos secundarios, al menos en el primer pinchazo, no sé en el segundo. Pero de cualquier manera lo más importante es estar vacunados porque es más peligroso el covid», argumenta Eva Pérez, profesora de 47 años en el instituto Garcilaso de la Vega, también en Torrelavega.
Su compañero Eduardo López, de 41 años, acude al centro de salud con el mismo ánimo: «Es la única manera que vamos a tener de atajar la pandemia. Hay que ponérsela», asegura.
Frente al ordenador dos enfermeras jóvenes, estudiantes de cuarto curso de carrera: Laura Fernández y Lidia Urda, completan la información en la base de datos que contiene la lista de todos los que durante el día van a pasar por el centro de salud. «Son 80 exactos, los que corresponden a los 8 viales que tenemos», aclara el coordinador de vacunación. «Lo más difícil de todo esto es la logística. Hay que organizar al personal, porque somos tres compañeros y dos alumnas que estamos dedicados a esto y que no podemos estar ocupándonos del día a día que tenemos en el centro de salud», se queja. «Lo mejor sería tener refuerzos pero esos está claro que no van a llegar», se desengaña Aurelio Saiz.
El viernes habrán vacunado a 500 trabajadores esenciales de la administración pública. «Y quizá también a alguno más que no pertenece a ese sector porque hay que pensar que tenemos una lista de suplentes por si falta alguien. No podemos desaprovechar ni una vacuna. También sucede que si una persona ha pasado el covid, le basta con una sola dosis, con lo cual se descompensa la cuenta y hay que buscar soluciones.
Según el ensayo de fase III realizado en EE UU, AstraZeneca tiene una eficacia contra el covid del 80% en personas mayores de 65 años; alcanza el 79% de resultado en prevención del patógeno asintomático y un funcionamiento del 100% en la prevención de la enfermedad grave que conduce al hospital.
En España se dejó de vacunar con ella hace algo más de una semana, después de que se identificaran casos sospechosos de trombos en personas a las que se les había administrado la vacuna. Pero el pasado jueves el Comité para la Evaluación de Riesgos de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) aseguró que la vacuna era «segura» y que sus beneficios «superaban con creces» los riesgos.
Esa es la idea que empujó ayer a muchas personas a recibir su dosis en los centros sanitarios cántabros. «Es lo que pensamos la mayoría de los que venimos. Puedes tener miedo a la vacuna, pero es mayor el miedo que se le tiene al virus», argumenta Margarita Gómez (51 años), empleada de la limpieza en el instituto Manuel Lledías. «En mi centro ya han cerrado varias clases por positivos y es una ruleta que nos puede tocar en cualquier momento. No quiero estar desprotegida para cuando quiera ser mi caso», asegura. Tras ella fue el turno de Isabel Fernández, de 23 años. «Trabajo en el comedor y creo que lo más sensato es estar a favor de las vacunas», explica. «Al final hay que pensar en los beneficios, que en cualquier caso son mayores que los posibles problemas que pueda traer, porque son muy pocos los afectados por los efectos secundarios respecto a las vacunas que se han puesto».
Y pese a esto, toda prevención es poca. A la salida del centro de salud de Tanos se reúne la gente –siempre manteniendo las distancias de seguridad–, a la espera de que pasen esos 15 minutos reglamentarios en que es aconsejable no alejarse del lugar. «Es simple prevención. Si a alguien tiene una reacción alérgica, estamos aquí para atenderle», aclaran los sanitarios.
A quien más, quien menos, ya comienza a dolerle el pinchazo en el brazo. La molestia tiene más que ver con el desgarro, porque el suero se pincha por vía intramuscular. Pasadas las horas, algunos sentirán malestar general, cansancio y dolor articular. Puede que lleguen a desarrollar algo de fiebre. «Para todos esos casos ya recomendamos tomar paracetamol, no hay por qué pasarlo mal. Pero lo más importante es que estén tranquilos. Que ahora ya están más protegidos, y que han contribuido a frenar esta pandemia», señala Saiz.
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Melchor Sáiz-Pardo Álvaro Soto
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