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Cantabria al completo no se librará hoy de los rigores de la tercera ola de calor que azota el país desde el lunes. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) prevé que los termómetros podrían superar incluso los 40º en el centro, en el sur y ... en la comarca de Liébana, y los 30º en el resto. Eso sí, en la costa la situación podría cambiar a última hora de la tarde. Entre las nueve y las doce la noche, se ha activado el aviso de galernas por un posible cambio brusco en la dirección del viento, que dejaría de soplar del este para hacerlo con virulencia hacia el oeste –se esperan rachas de más de 80 km/h–.
Será una jornada sofocante, de esas que la población lleva tan mal. Sin duda, el tiempo será el tema estrella de las conversaciones de hoy. En el centro y en el sur hará mucho bochorno, pero hoy el litoral tampoco se escapará, a diferencia del lunes y de ayer donde el viento del nordeste ayudó a suavizar las temperaturas.
Por esta razón, la Aemet tiene activado el aviso naranaja -riesgo importante- por calor en el centro y el sur de la región. Está activo entre la una y las ocho de la tarde.
Gerarda Porrúa Feria del Libro Viejo
«Seguro que no es comparable al que tiene que llevar un traje, un uniforme, pero las casetas, al ser de chapa, que tienen que ser así para que aguanten bien el viento o la lluvia, concentran el calor. Cerramos dos horas a mediodía y es verdad que, cuando volvemos, es un horno», explica Gerarda Porrúa entre los volúmenes de la Librería De Lance (de Bilbao), una de las participantes en la Feria del Libro Viejo, en la plaza de Alfonso XIII, cerca del Centro Botín. Pega y es hasta engañoso. Porque el toldo y la sombra en el interior hacen que la estampa parezca más refrescantes que la de la solana de fuera (donde tienen algunas mesas). Pero es entrar y se nota. «Llevo dos minutos y estoy chorreando», confirma un cliente que se lleva un par de títulos. «Vengas de donde vengas es obligatorio el ventilador portátil (uno en forma de pequeña torre que tiene a su lado), la botella de agua fría y el abanico, que este año se me ha olvidado el que uso siempre (uno muy grande) y voy a ir a comprarme uno hoy mismo», explica la librera, que sustituye ese abanico provisionalmente agitando un folleto. El 'kit' cada vez que toca desplazarse a una feria. «Y eso que estamos en el norte, que luego las noches son frescas y se puede dormir mejor». El calor de estos días es tema de conversación entre los libreros y, de hecho, «cada cierto tiempo» salen fuera de la caseta para airearse. «Este miércoles, con estas temperaturas, vamos a estar muy sentados», pronostica al tiempo que, como consejo, insiste en «hidratarse». «Da un poco de respeto lo de esta tarde».
Elías Aberrada Parrillero Los Peñucas
Cualquiera que haya paseado por el Barrio Pesquero, en Santander, se habrá sentido tentado por el olor que sale de las parrillas. Eso sí, al acercarse, más allá de ese aroma agradable, se nota, lógicamente, el calor que desprenden las brasas. Y pega duro. De eso sabe mucho Elías Aberrada, parrillero en uno de los establecimientos con más solera de la zona, Los Peñucas. «Llevo unos diez años haciendo, entre otras cosas, las paellas», apunta mientras prepara la primera de la jornada junto a su compañero Genaro Pérez. El humo que sale del recipiente al añadir el caldo, las pequeñas chispas del fuego... Para conseguir ese sabor característico es lo que hace falta. «Cuando hace mucho calor sí que se nota porque es el calor que hace en la calle y el de las propias brasas. Aunque luego, cuando se va acercando la noche, está todo mucho mejor porque la temperatura va bajando». De hecho, le resta importancia a costa de que «sopla algo de aire» (ayer, a eso de la una, esa brisa era de lo más agradable). Y a todo eso añade que están «acostumbrados» (la capacidad de soportar el calor de cualquiera que trabaje en una cocina está muy por encima de la media).
En los consejos para este miércoles, Aberrada repite básicamente lo que todos. Beber mucha agua y, sobre todo, en su caso, refrescarse. Tirando del grifo que tienen en la cocina en la que están las parrillas o de botellas. «Me refresco mojándome de vez en cuando las manos, el cuello y la cara», explica con una demostración incluida.
Raúl Pérez Operario en la obra de Canalejas
Lleva 23 años en el sector y le ha tocado de todo. «De calor hemos chupado un rato». Estos días, Raúl Pérez trabaja en la obra de las escaleras mecánicas de la calle Canalejas, de Santander, de la que se encarga Siec. Con la sombra que les aporta la fachada del Colegio Escolapios «esto es jauja», bromea. Pero cuando la temperatura sube, en plena calle, se nota. «Es lógico: cuando pega, cuesta el doble. Es el calor y es el trabajo». ¿Soluciones? «Agua, lo principal –la empresa pone al servicio de los trabajadores un bidón dispensador de agua fría en la caseta de la obra y, además, alguno se acerca al supermercado que tienen en frente de vez en cuando para comprar un refresco– y, depende del calor que haga, meterse lo posible en la sombra».
Él va en manga corta, pero algunos de sus compañeros optan por cubrirse. «Dicen que lo que tapa frío tapa calor». Además, Pérez asegura que tienen «un buen encargado» en la obra y que la empresa «sí que está mirando» por ellos. En este sentido, los responsables de la obra aclaran que en la compañía tienen «un protocolo fijado» para las situaciones de calor. «Ante las alertas de Aemet, se adoptan cambios de horario y jornadas continuas por la mañana, por ejemplo». Como referencia «superar los 30 grados durante dos horas o más». También otras medidas como «mover los tajos» en función de las necesidades. «Si hay un tajo interior y otro exterior, en esas horas de calor nos centramos en el interior. O si hay zonas de sol y de sombra, se trabaja en las de sombra». Todo eso, además de facilitar agua, hidratación...
Imanol Ramos Cabina de pintura Imauto Garaje
En la cabina de pintura «hace calor siempre». Cuando Imanol Ramos está en plena faena, pintando coches, son «unos 35 o 40 grados» a los que se suma el buzo de plástico que tiene que llevar puesto y la máscara protectora para no aspirar pintura o barniz. En su caso, no depende de la temperatura exterior (pasa algo similar con los panaderos, con sus hornos y con una variación ligera respecto a los grados que hace fuera). «En invierno es lo mismo», explica este profesional de Imauto Garaje (en Liencres). Siempre es lo mismo. Así que está muy acostumbrado a «salir empapado de sudor» y hoy, con los termómetros disparados, no será algo diferente para él. Con un condicionante añadido: mientras pinta los coches no puede refrescarse, ni beber. «En el momento de pintar no puedo hacer nada porque el agua podría contaminar las piezas». Así que le toca esperar a terminar la tarea. «Voy al vestuario, me quito la ropa, me refresco y bebo algo». Ese es el consejo: refrescarse y beber. Aunque en ocasiones él maneje técnicas relacionadas con su propio oficio. «A veces salgo de la cabina y con el mismo aire a presión me 'soplo' un poco para aliviar».
Luego, al final de la jornada, toca irse a casa y la ducha, «por supuesto», es obligada. Para quitarse no sólo el sudor, también esa sensación de «estar pegajoso». «A veces me pasa, incluso, que llego a casa, me pego una ducha, ceno y estoy un rato con la familia, pero me tengo que volver a duchar porque sigo teniendo esa sensación de pegajoso».
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