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Los vecinos de Noja no olvidan el último fin de semana de agosto de 2021, cuando se encerraron en casa por miedo a la batalla campal que se montó la madrugada del sábado al domingo por las calles de la localidad Cientos de adolescentes exaltados ... por la rabia contenida tras las restricciones de la pandemia prendieron fuego a contenedores, destrozaron mobiliario urbano, hicieron barricadas en las carreteras y plantaron cara a la Policía y Guardia Civil. Aquellas imágenes abrieron los telediarios de todo el país y alertaron a las autoridades, pues era el culmen de un movimiento que venía gestándose desde hacía meses, con quedadas multitudinarias de adolescentes para beber en la calle, pelearse, y otras cosas peores.
Dos veranos después, la incidencia del botellón ha descendido de forma importante en la mayor parte de los municipios más turísticos de la región. ¿Las causas? La cuantía de las multas se ha elevado, la policía se ha esforzado en intensificar la presencia disuasoria –allá donde lo permite el número de efectivos– y el mero hecho de beber en la calle parece que ha pasado de moda entre los más jóvenes. Sólo hay dos excepciones: Santander y Noja, donde este verano ha aumentado sustancialmente el número de denuncias.
309 denuncias por botellón en julio y agosto de 2023
Santander es uno de los dos municipios donde crecieron las sanciones respecto a 2022, en que se pusieron 188. En el Ayuntamiento no saben a qué puede deberse.
50 denuncias por botellón en julio y agosto de 2023
En el mismo periodo del pasado ejercicio sancionaron a 80. Se ha reducido el número porque se ha habilitado un espacio para beber en la calle.
En Noja, por el bien de los vecinos, no se ha vuelto a repetir aquel episodio de 2021; aunque el problema no está resuelto. «También influye que no se han vuelto a tomar malas decisiones», afirma un Guardia Civil que estuvo en el campo de batalla aquella noche de agosto de hace dos años que terminó con 18 detenidos, 100 denuncias y numerosas cargas policiales. «El adelanto del cierre del ocio nocturno nos hizo polvo porque si les cierras las discotecas y los pubs, los chavales salen a la calle a liarla».
Este es uno de los muchos municipios que actualizaron las ordenanzas municipales y que revisaron las sanciones que se imponen por consumir alcohol en la vía pública. La cuantía de la multa asciende en Noja a 385 euros, que por pronto pago se reduce a 300. «Lo que logramos con esto es que se corra la voz y que al final a los chavales no les queden ganas de jugársela, porque es mucho dinero», afirma la regidora, Mireia Maza. La Policía Local del municipio confirma que «la situación está mucho mejor»; pero para nada controlada. Entre julio y agosto de este año se pusieron 227 sanciones, muchas más de las 137 impuestas en los mismos meses del pasado año; aunque según comentan en el municipio, la lectura que debe hacerse es que «este año se ha sancionado más que el pasado, pero no es que haya habido más botellón».
227 denuncias por botellón en julio y agosto de 2023
Junto a Santander es otro de los municipios donde este año se incrementaron las denuncias, ya que el pasado año fueron 137 las sanciones por esta causa.
1 denuncia por botellón en julio y agosto de 2023
Las denuncias cayeron de las 30 del pasado año a la única de este porque la policía ha hecho más labor informativa que sancionadora.
Santander es otra de las excepciones a la norma general. En la capital el turismo hace que las aglomeraciones sean todavía mayores. Hasta 309 sanciones por consumo de alcohol en la calle pusieron los agentes de la Policía Local entre julio y agosto, muchas más de las 188 que firmaron en el mismo periodo del pasado año. «La labor policial ha sido fundamental para evitar las molestias de los vecinos, reducir la suciedad y el botellón», informa Eduardo Castillo, concejal de Protección Ciudadana; pero no aclara si el incremento de sanciones se ha debido a una mayor presencia de jóvenes en las calles o a una mayor contundencia de la autoridad. Sea como fuere, la tónica general de Cantabria es bien diferente a la de estos dos municipios. Lo normal este verano ha sido el descenso generalizado de las sanciones y los responsables municipales lo achacan a varios factores.
En Suances, por ejemplo, el alcalde está convencido de que las multas han sido decisivas para frenar la moda de la litrona y que este verano se hayan puesto 250 sanciones –30 menos que el pasado año–. «No es plato de gusto para nadie. Ni para el chaval, ni para los padres, cuando la notificación llega al buzón de casa», cuenta Andrés Ruiz Moya, regidor de un ayuntamiento donde esta sanción contempla un importe de 300 euros –150 si es pronto pago–.
«El botellón no es ni la sombra de lo que era», remarca Moya. «La gente ahora se comporta como Dios manda y es que además también se la juegan porque si luego cogen el coche, hay muchos controles que están esperando en numerosos puntos del municipio y ya no es la multa, son los puntos que te quitan del carné», afirma.
250 denuncias por botellón en julio y agosto de 2023
Las sanciones, de hasta 300 euros, han disuadido a quienes acostumbraban a beber en la calle. El pasado año se pusieron 280 multas.
3 denuncias por botellón en julio y agosto de 2023
El pasado año se pusieron 12. Las sanciones han caído por la vigilancia disuasoria que realiza la Policía, sobre todo en las grandes fiestas de pueblos.
Otra de las medidas eficaces para frenar la moda de emborracharse en la calle ha sido la disuasión policial. Incluso en algunos casos el diálogo. «No tiene por qué ser todo perseguir a los jóvenes. A veces hablando te entiendes con ellos y comprenden que hay maneras y maneras de divertirse», explica Miguel González, alcalde de Laredo, donde entre los meses de julio y agosto «sólo hemos puesto una sanción».
Los lugares de reunión son de sobra conocidos para cualquiera en el pueblo, también para la policía. «Te desplazas allí, hablas con ellos, te quedas un rato y al final se van o se disuelven. Si les explicas que no hagan ruido, que limpien lo que ensucian... en definitiva, si dialogas, muchas veces consigues más cosas que persiguiéndolos. A nosotros nos ha funcionado este verano», cuenta el regidor.
En Piélagos, la policía también se ha dejado ver. Después de la mala experiencia de las fiestas de San Ramón, en Mortera, donde el pasado verano los jóvenes «arrasaron con el pueblo», «este año hemos incrementado la presencia de agentes y todo ha ido mucho mejor», explica Carlos Caramés, regidor de un municipio que sancionó entre julio y agosto a sólo tres personas. «Aquel día el pasado año vinieron en masa porque habían quedado y encima no había transporte público para regresar a Santander y alrededores hasta las siete de la mañana. Así que los tuvimos por el pueblo haciendo de las suyas. Hemos aprendido del problema del pasado año y lo hemos resuelto. Ha funcionado».
Otra opción es la elegida en Torrelavega, donde acordaron que lo mejor era habilitar un espacio para beber. «No podemos luchar contra ello porque sabemos que vamos a perder, pero podemos reconducirlo de manera que todos ganemos», asegura Pedro Pérez Noriega, concejal de Seguridad Ciudadana.
Buscaron una zona apartada, como el auditorio, e informaron a los chavales de que allí tendrían vía libre para hacer botellón. «Ha funcionado a la perfección porque así evitamos que se estén moviendo de manera arbitraria por la ciudad, causando más trastornos a los vecinos y consumiendo recursos porque hay que acudir a los requerimientos de los vecinos cuando nos llaman». Noriega lo tiene claro: «Si un problema es difícil de atajar, lo mejor no es tratar de erradicarlo, sino hacer que sea menor problema», confirma el concejal, que asegura que en las fiestas de la Semana Grande, «se hizo un poco más la vista gorda porque es imposible cortar la fiesta que inunda las calles de toda la ciudad». Parece que también a ellos les ha funcionado porque pusieron este verano 50 multas, 30 menos que el pasado año.
Son muchos los municipios donde la Benemérita sirve de apoyo a las policías locales. Sobre todo en aquellos ayuntamientos más pequeños que no cuentan con medios suficientes para hacer frente a las grandes aglomeraciones que se dan en temporada de fiestas. Más de 630 agentes vigilaron este verano en seis municipios: Castro Urdiales, Laredo, Noja, Santoña, Suances y Potes. Algunos de estos consistorios han protestado porque la presencia de estos agentes ha sido prácticamente testimonial, dado que la Guardia Civil tampoco tiene una plantilla tan nutrida como para poder dar ese servicio especial. Pese a todo son muchos los lugares donde los agentes han sancionado por beber en la calle;aunque después remitan las notificaciones a las policías locales, que son las que finalmente tramitan las sanciones.
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