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A escasos días de su aprobación en sede parlamentaria, los presupuestos para el 2018 pueden ser rechazados si el sentido común no termina imponiéndose.
El debate sobre el transfuguismo es de naturaleza esencialista, y poco claro. ¿Quién está en condiciones de asegurar que desde ... un punto de vista ético Carrancio es menos de frecuentar que sus antiguos compañeros de partido? ¿Se han examinado seriamente las razones de su salida? Esta situación no sería recordada más allá de la bronca de unos días si el partido socialista para sorpresa de todos, a través de su secretario general, no haya decidido volver al punto de partida de la negociación y electrificar el ambiente.
«Estos presupuestos aprobados así son buenos para Cantabria, pero malos para el PSC» esta frase lapidaria del secretario general de los socialistas cántabros, Pablo Zuluaga, ante la perspectiva de que los Presupuestos de 2018 sean aprobados con el voto del ex parlamentario de Ciudadanos Carrancio es de mal augurio. Lo bueno para Cantabria debería ser siempre bueno para los partidos políticos serios. Esta actitud es irresponsable, ya que su solución es la vía Podemos como alternativa cuando sabe muy bien que no es posible salvo vendiendo su alma al diablo, lo que hace pensar que su andadura en la política cántabra, la somete a unos principios demasiado peligrosos para no plantearse rectificar lo antes posible.
Podemos no puede ser nunca el socio de un PSOE centrado, moderado y reformista. La izquierda cuando mira a su izquierda solo encuentra totalitarismo y sectarismo. Quizás sea más largo y arduo encontrar mayorías, pero las que Podemos plantea son casi siempre irreales, pensadas para hacer estallar al sistema. Un acuerdo presupuestario con Podemos, significa estar todo un año colgados de los caprichos de los ‘podemitas’, embriagados de ser importantes, cada vez que haya que votar para llevarlos a cabo o una prorroga que relegaría importantes decisiones a una espera de otro año más.
¿Qué más concesiones habrá que hacer a Podemos para reconducir un acuerdo esta vez, que no fue posible en la ronda de negociaciones anterior? ¿Qué es más presentable y ético, una cesión inaceptable a Podemos o el apoyo de un parlamentario cuya situación no es más que de la incumbencia de él y de su formación de origen? ¿Por qué haber esperado tanto tiempo para poner ese veto encima de la mesa? ¿Cómo se están coordinando los trabajos de los consejeros del gobierno, los parlamentarios del grupo socialista y el partido para provocar estos vértigos de infarto de última hora?
Cantabria no puede estarse con los brazos cruzados, y su presupuesto prorrogado. Nuestra región necesita vitalidad y dinamismo, y su gobierno tiene que estar a la cabeza de ese movimiento. Los retrasos acumulados con las regiones limítrofes chirrían demasiado para acumular más demoras a la hora de reducir estos execrables diferenciales que afectan a las infraestructuras, a lo social al empleo, a la innovación, etc.
¿Qué razón tan poderosa alberga Pablo Zuloaga para poner en peligro el crecimiento de Cantabria? ¿Se quedará tranquilo de no haber tratado con un tránsfuga, pero soportando los efectos negativos por la falta de un presupuesto 2018 de nuevo cuño?
Dejémonos de tonterías, los verdaderos tránsfugas, los que nos hacen daño son los jóvenes que nos abandonan porque no ven porvenir en nuestra tierra, el paro endémico juvenil, las empresas punteras que no terminan de apostar por nuestra región como asentamiento y destino inversor. Ese trasfuguismo económico y social es el que hay que combatir, cada cual desde donde le corresponde. Y a los parlamentarios son los primeros a los que hay que pedir que antes de que concluya el año nos den un presupuesto en toda regla para 2018.
Sobre el dichoso transfuguismo, tras lo cual se esconden muchas y muy distintas situaciones, a los partidos les interesa, por lo menos a algunos, que el díscolo muera degollado en los pasillos del parlamento donde ostenta representatividad en toda regla, antes de que se cuestione la sacrosanta autoridad de los aparatos por los individuos.
La acusación de transfuguismo suele ser usada en los casos de escisiones y cismas en los partidos políticos, si bien es frecuente que el tránsfuga cree un partido político como cobertura de su acción. Existen múltiples circunstancias por las que los políticos deciden abandonar una causa y admitir una nueva, y ante un caso de abandono de su partido y de su disciplina por parte de un electo, el resto de partidos deberían ser neutrales y no comportarse como aparatos, cuya autoridad nadie discute.
La elección de Pablo Zuloaga como líder socialista, pese a la turbulencia que introdujo en su formación, significó expectativas que todo relevo generacional, naturalmente acarrea, en solo algo más de la mitad de sus compañeros. Ahora, incluidos sectores que le apoyaron, esperan que demuestre su responsabilidad como prueba de su capacidad para aportar estabilidad y sosiego. Hasta ahora las cuestiones ante las que ha tenido que responder, son decisiones desafortunadas pero que no son nada si las comparamos ante esta, que consiste entre favorecer o no la aprobación de estos presupuestos de 2018 y las consecuencias que ello tendrá.
Su carrera política quedará sellada por la impronta de lo que decida. Un político no solo hace lo que le gusta, ante todo actúa como debe. Saber distinguir eso es lo que distingue a un gran político de un aventurero de paso.
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