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V. Santiago/A. Machín
Santander
Miércoles, 1 de noviembre 2023, 07:34
En la Iglesia todo es ceremonioso. Hay que ajustarse con rigor a la liturgia, a los códigos. Por eso, Manuel Sánchez Monge estuvo reunido hasta el último momento con el Colegio de Consultores de la Diócesis y compareció, después, con todos sus miembros. Y, por ... eso, hizo tiempo hasta las doce en punto –hasta que sonaron las campanas de la Catedral– para leer el documento enviado desde la Santa Sede y respetar el «secreto pontificio». La carta enviada por el Nuncio Apostólico con los anuncios. Que el nuevo obispo de Santander será Arturo Pablo Ros Murgadas y que el propio Sánchez Monge –que pasará a ser obispo emérito– actuará como administrador apostólico hasta el acto de toma de posesión –el 16 de diciembre–. «Sólo desde la pobreza de espíritu puedo acoger una responsabilidad que me sobrepasa». Primeras palabras del nuevo pastor de la Diócesis.
Arturo Ros (Vinalesa, 10 de junio de 1964) llega tras ser obispo auxiliar de Valencia. Hay dos hechos que marcan su biografía. Uno, que tuvo una vida laboral como bancario antes de dar el paso de ingresar en el seminario (lo hizo en 1987). El otro, que su abuelo fue el beato mártir Arturo Ros Montalt, que fue ejecutado en el Camí de Moncada en agosto de 1936 (al inicio de la Guerra Civil) y arrojado a un horno de cal. Ordenado sacerdote el 29 de mayo de 1993, se licenció en Teología y ha estado muy vinculado al Seminario Mayor de Valencia (como formador y director). Vicario parroquial en Torrente o Requena, entre otras, ha desempeñado distintas responsabilidades como miembro del Consejo Presbiteral o vicario episcopal de la Vicaría V en su diócesis (asumió esta empresa cuando Carlos Osoro era arzobispo de Valencia). Hijo de Arturo y Consuelo, fue designado como obispo auxiliar en 2016 (es además titular de la plaza de Ursona, en Sevilla, que es un cargo meramente nominal, ya que solo existe el título). A todo esto –íntegramente en su tierra– se suma que es presidente de la subcomisión de Infancia y Juventud de la Conferencial Episcopal Española.
El relevo parte de la petición que hizo Sánchez Monge para jubilarse al cumplir los 75. Lo siguiente fue el visto bueno del Papa y, después, las decisiones. Lo de este lunes fue el anuncio, pero para ver a Ros aquí habrá que esperar a la ceremonia del 16 de diciembre. Lo que sí hizo el nuevo obispo fue dejar una carta para la «querida Diócesis de Santander» y para su también «querido hermano» (por Sánchez Monge). «Debemos aparecer como los pobres de Dios», insistió. De hecho, la pobreza espiritual guió los primeros párrafos del texto. «Que Cristo me admita en la humildad de los verdaderos pobres que lo esperan todo del Padre». Entre sus primeros mensajes, más allá de agradecimientos, el objetivo «vital» de «anunciar el Evangelio a todos». «Sin miedo», «sin excluir a nadie»... También la importancia de la oración y la intención de ponerse a disposición de las autoridades cántabras «para buscar el bien común».
Hubo, además, un par de ideas que más de uno podría asociar a los últimos acontecimientos convulsos en la Iglesia (el informe sobre los abusos, aunque no se citara en ningún caso en la carta y se puedan tomar de modo general). Un firme propósito de estar «con las víctimas de cualquier tipo de violencia». «Quiero estar a vuestro lado siempre», dijo antes de asegurar que la «solidaridad se expresa en el servicio» y que eso es, precisamente, «en gran parte cuidar la fragilidad».
Ros, claro, tuvo 'guiños para su nueva tierra. Alusiones a San Emeterio y San Celedonio, a la Virgen Bien Aparecida... Y siguió con ello a preguntas de los periodistas, ya desde Valencia: «Es una tierra preciosa, geográficamente de una gran belleza y con buena gente, noble, cántabra». Hasta con buena comida. Y, más en serio, tras reconocer que se siente entre «agradecido e interiormente confuso», abogó por ejercer una «pastoral sencilla», por «estar con la gente, acompañarla, animarla, cuidarla» y «darle ganas de vivir».
Consejos no le faltarán de su predecesor. De entrada, que llega a una «comunidad diversa y rica», definió Sánchez Monge. «No es lo mismo la manera de vivir, de pensar y de relacionarse de un pasiego que de un trasmerano». Buena sugerencia antes de una frase que sonó a despedida. «Yo paso a ser obispo emérito, que es lo mismo que obispo jubilado. Pero obispo emérito de Santander, con la que estaré vinculado de por vida».
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