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Para que en el ambiente haya mucho polen tiene que pasar dos cosas: que haya mucha humedad y que llegue el calor de la primavera y deje de llover. Este año la humedad está garantizada -según Aemet éste ha sido el tercer invierno más lluvioso desde 1981- ahora habrá que ver si la primavera llega seca y cálida. Al menos eso es lo que se prevé. «Si se cumplen esas previsiones será una primavera dura» para los alérgicos, reconoce Fernando Rodríguez, jefe de servicio de Alergología de Valdecilla, porque se darán las condiciones para que la floración aumente y se produzca más cantidad de polen. La misma radiografía la presenta el doctor Miguel Añó, especialista de Alergo Cantabria, que a pesar de que en años anteriores pedía cautela, en esta ocasión reconoce que este año «sí podría complicarse algo más de lo normal».«Con todo lo que ha caído de agua y nieve, asociado a las temperaturas que se esperan más calidas, aumentará la proliferación de gramíneas que son las que mayor problema dan. Si llueve poco, esta primavera será un poco más dura para los alérgicos», sentencia.
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) ya ha alertado de que se prevé una primavera algo más intensa para los alérgicos al polen que la del año anterior, con unos niveles que serán más altos en el centro y suroeste peninsular, en virtud del frío y las precipitaciones registrados en invierno.
En Cantabria la 'estrella' del polen son las gramíneas -sobre todo las gramíneas salvajes como los pastos- y también el plantago o diente de león y la parietaria (ortigas), aunque también se da el abedul y el plátano de sombra, según explica Rodríguez, quien apunta al hecho de que en la comunidad se observa un retraso en la llegada de la primavera en los últimos años, lo que hace que los alérgicos empiecen a encontrase peor más tarde. No quiere decir que no haya primavera, sino que sus efectos se aplazan unas semanas porque llueve en abril y mayo por lo que empiezan a sentirse los efectos del polen en junio y termina alargándose hasta septiembre e incluso octubre. Además, apunta el jefe de Alergología de Valdecilla, en Cantabria hay muchos 'plumeros', una gramínea que poliniza a finales de agosto o septiembre lo que se suma al resto de especies.
Fernando Rodríguez recuerda algunos consejos para los alérgicos. En primer lugar estar informados de los niveles de polen, que se puede seguir a través de la web de la Consejería de Sanidad o a través de aplicaciones para el móvil. Por eso los días de niveles altos procurar no salir mucho al exterior o con mucha vegetación, usar gafas de sol y ventilar la casa después del medio día porque al inicio de la jornada el polen se sitúa a nuestro nivel. El calor hace que vaya subiendo y se aleje de nosotros. Y utilizar la medicación antialérgica según las pautas prescritas por el médico.
En concreto, la primavera que acaba de comenzar va a ser moderada en la zona centro peninsular, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Madrid, con niveles máximos en Toledo, con 4.874 granos por metro cúbico de aire; y moderada alta en el suroeste peninsular, especialmente en Extremadura o Sevilla, donde se esperan niveles superiores a 5.000 granos, según la SEAIC.
En cambio, va a ser muy leve en Canarias, con valores máximos de hasta 500 granos por metro cúbico de aire; y leve en el litoral mediterráneo (con un valor máximo en Barcelona de 1.231 granos) y en la cornisa cantábrica (con un valor máximo en Vitoria, de 2.761 granos).
Esto se debe a que el invierno ha sido muy frío, según Moral, con unas temperaturas medias en febrero por debajo de años anteriores, lo que es muy importante para el enraizamiento de los cereales que se siembran esos meses, como el trigo, la cebada, la avena o el centeno; o para las gramíneas salvajes que crecen solas al borde de los caminos. «Y eso hace que las raíces sean más profundas y favorece un crecimiento más vigoroso», ha señalado.
Además, el frío ha retrasado el crecimiento de todas las plantas, y esto también ha sucedido con los cipreses y las arizónicas, que han retrasado su polinización, por lo que los alérgicos a estas plantas también van a tener síntomas cuando se retiren las lluvias.
SEAIC admite que las predicciones son similares a las que hicieron el año pasado, con la diferencia de que luego los meses de abril y mayo fueron muy calurosos y poco lluviosos, lo que «hizo que las gramíneas se secaran rápido, aunque empezaron mucho antes, pero en general fue muy benigna para los alérgicos».
«Lo peor para los alérgicos es que las temperaturas sean suaves y no llueva, porque las lluvias en primavera hacen que el polen se humedezca y caiga al suelo. Y cuando la temperatura es muy alta se secan las gramíneas, pero de lo contrario la polinización puede durar dos meses y dar más problemas. Lo ideal para los alérgicos es que llueva todos los días y haga calor para que lo poco que crezca, se seque», ha destacado.
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) ha destacado el aumento de alérgicos al polen en los últimos años, que en el caso de las gramíneas ha pasado del 35 al 74 por ciento, y calcula que en 2030 uno de cada cuatro españoles serán alérgicos al polen, como consecuencia de la contaminación y el cambio climático.
La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y los motores diésel son muy irritantes para las vías respiratorias pero también afectan a las plantas, alterando la estructura del polen y propiciando que genera proteínas de estrés como mecanismo de defensa, lo que hace que aumente su capacidad para inducir una respuesta alérgica a personas susceptibles.
«Esto explica que en las ciudades haya más alergias que en zonas rurales, pese a haber más plantas y más concentraciones de pólenes», ha lamentado el presidnete del Comité de Aerobiología de esta sociedad científica, Ángel Moral., que también asegura que el cambio climático está alterando los ciclos de polinización y favoreciendo una mayor exposición de la población.
«Necesitamos más alergólogos para lo que se nos viene encima», ha añadido el presidente de SEAIC, Joaquín Sastre, quien argumenta que ahora en España solo hay «los justos» y cada vez hay más casos tanto en población pediátrica como adulta, con pacientes que acaban desarrollando alergias después de 50 años.
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