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Hay para elegir. Existe una amplia variedad de estilos en la crítica de las personas que ya han recibido en sus hogares las mascarillas que distribuye el Gobierno. Casi todos en tono negativo. Una circunstancia ante la que el Ejecutivo recuerda que desde el primer momento ha repetido que este modelo no sustituye a una mascarilla quirúrgica, pero que pese a su sencillez, por su composición, cumple la función para la que ha sido ideada.
Lo cierto es que la imagen de estas mascarillas, por su aspecto y consistencia aparente, dista mucho de las habituales (las que ilustran esta información). Y también su eficacia es inferior a las que hasta ahora los estándares de la Unión Europea consideraba como las más básicas y elementales, pero desde el Ejecutivo insisten en su utilidad para frenar la propagación del coronavirus.
Entrarían dentro de las denominadas 'mascarillas higiénicas', un término que técnicamente no existía en la clasificación de los equipos de protección individual, sino que ha surgido a raíz de esta pandemia. Es también el que usan las autoridades sanitarias para estas mascarillas que han comenzado a utilizarse de urgencia ante la saturación del mercado. No son tan fiables como las 'oficiales', pero sirven.
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Ante la imposibilidad de comprar o ampliar la producción de las mascarillas homologadas, estas se reservan para los profesionales que están en primera línea. Pueden ser quirúrgicas desechables o reutilizables, las ya famosas FFP (de tipo 1, 2 o 3) o las buconasales. No todas tienen el mismo grado de filtración bacteriana ni el mismo uso: unas están pensadas para que el enfermo no contagie a su entorno y otras para que la persona sana no adquiera la enfermedad. También tienen distintos precios, todos muy superiores al modelo cántabro.
Con las que ha repartido el Gobierno de Cantabria se evitaría sobre todo lo primero. Ángel de Francisco, exresponsable de Nefrología del Hospital Valdecilla y asesor del Ejecutivo en el Covid-19, defiende la eficacia de generalizar su uso entre la población:«Alrededor del 20% de los infectados no presentan síntomas. Y los que sí tienen síntomas, tardan cinco días en presentarlos. Durante todo ese tiempo están contagiando». Por eso cree positivo que todo el que pise la calle lo haga con mascarilla y la distribución de 1,2 millones de unidades que se ha realizado:«Aunque igual no sean tan eficaces, son eficaces».
De Francisco cree que si la Organización Mundial de la Salud todavía no pide de forma contundente la extensión de la medida es porque no hay suficiente stock y por miedo a que la población piense que con una mera mascarilla ya está protegido al 100%. En este sentido, recuerda que sirve para poco si no se siguen hábitos como el de lavarse las manos o si se colocan de forma inapropiada.
Usuario. No protege contra organismos infecciosos.
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