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A pocas semanas de que los trabajos del futuro Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (Mupac) se pongan en marcha en el solar de Puertochico, su atención está centrada en los detalles de cara a la apertura en febrero del Centro de Arte ... Rupestre (CAR) en Puente Viesgo. Roberto Ontañón (Santander, 1965), director del Mupac y de las Cuevas Prehistóricas, cree que el objetivo común es que «nuestra región se sitúe en una posición privilegiada en relación con el turismo cultural, en su variante patrimonial y arqueológica».
–El Mupac tendrá finalmente la deseada sede. Un camino tan tortuoso hasta llegar aquí ¿tendrá su recompensa?
Desde luego que va a tener su recompensa, y va a ser múltiple: para las colecciones arqueológicas de Cantabria, para la gestión de este patrimonio que es, a la vez, regional y de toda la humanidad, para la propia institución y la gente que trabaja en ella, para la ciudad de Santander, para Cantabria, para el público y para la sociedad en general. Y es que el proyecto del nuevo Mupac no trata solo de dotarlo de una nueva sede en la que pueda dar cumplimiento pleno a la misión que tiene encomendada (esto sería el mínimo); el objetivo final, más ambicioso, es convertirlo en el centro de un mejorado sistema de gestión del patrimonio arqueológico de Cantabria que, a través de la investigación, la conservación y la difusión en clave digital consiga sacar el máximo rendimiento a todas las potencialidades científicas, culturales y de desarrollo territorial que ese patrimonio posee en términos de generación y transferencia de conocimiento puestas al servicio de la sociedad.
–Es de presuponer que la demora, la falta de respuesta en la que ha estado inmerso el museo, ¿habrá sido algo incomprensible para la mentalidad europea?
La ardua historia de este museo es difícil de entender en el contexto de otras coordenadas geográficas y culturales. Sería lamentable plantear o peor, reconocer, que la incuria que ha sufrido sea un rasgo idiosincrático de nuestra región. Otros museos provinciales o autonómicos, y qué decir de algunos museos municipales, han sufrido asimismo la desidia de los responsables políticos y administrativos. El del Mupac no es un caso único, ni mucho menos. Sin embargo, no es comprensible que un museo con que incluye entre sus colecciones objetos de arte mobiliar únicos en el mundo, vinculados a sitios del patrimonio mundial y que son la envidia de museos de otros países (como demuestra la gran demanda de esas piezas para exposiciones temporales dentro y fuera de España), no haya sido dotado, hace ya mucho tiempo, de las instalaciones que unos fondos así requieren. Sin ánimo de resultar repetitivo, recordemos que la colección de arte mueble paleolítico llegó a estar durante un tiempo encerrada en una caja fuerte o prestada en su práctica totalidad, al punto de plantearse incluso el cierre del museo; que en su antigua sede en el semisótano del palacio de la Diputación provincial sufrió varios graves episodios de inundación que malograron parte de sus colecciones o que en la ubicación actual de la exposición permanente se han sucedido desde 2013 más de veinte episodios de entradas de aguas pluviales y usadas (en sus distintas variedades). En una región como Cantabria es difícil que un edificio, en episodios de fuertes precipitaciones, escape a alguna gotera o humedad. Esto es otra cosa, y el patrimonio comprometido es de valor incalculable. tantas penurias son difíciles de comprender en una mentalidad no ya europea, sino mínimamente ilustrada. Y el problema comienza, cómo no, por la educación; por la formación en el aprecio y valorización de la cultura en general y en el patrimonio cultural en particular. Y no solo como una cuestión identitaria, sino también como una apuesta de progreso. Para no ir más lejos, intentando no caer en el «entreguismo», se puede mencionar a Francia, un país para el que la cultura es una de sus mayores glorias y, además un sector estratégico en las políticas de gobierno, que invierte en él numerosos recursos obteniendo abundantes réditos en términos cualitativos y cuantitativos. No es un mal espejo en el que mirarnos. De hecho, es por el que hemos optado para poner en marcha acciones de cooperación internacional en materia de patrimonio arqueológico y arte rupestre.
–Supongo que lo ha pensado a menudo. ¿Qué ha faltado durante tantos años para que no se materializara un proyecto como el Mupac sobre el que existía un consenso de necesidad?
No estoy tan seguro de que existiese ese consenso. Como en el caso de las propias cuevas que han sido objeto en 2008 de la más alta valoración patrimonial a escala mundial, es algo que en nuestra región creo que «se daba por supuesto». Su misma existencia parecía bastar para amortizar cualquier esfuerzo en pro de su imprescindible valorización. Esto no siempre ha sido así. Acudiendo a la historia, siempre una excelente maestra, sabemos que en tiempos de la Segunda República el entonces museo provincial pudo convertirse en un museo nacional de Prehistoria. Frustrada esa oportunidad de progreso, y a pesar de la indudable mejora que supuso el traslado desde «el Santa Clara» al Palacio de la Diputación en 1940, al que acompañó la cesión de una importante colección de arqueología del Museo Municipal de Santander, podemos decir que el museo quedó «fosilizado» en esa ubicación que se planteó como temporal y resultó completamente insuficiente. Aquí el museo vivió los últimos años del régimen de Franco, la transición a la Democracia, el traspaso de las competencias en materia de patrimonio cultural y una sucesión de gobiernos autonómicos que oscilaron entre la total indiferencia y el diseño de planes de mejora para el museo que nunca se materializaron. De hecho, ha habido que esperar a la última legislatura para que el proyecto de un nuevo museo haya adquirido la naturaleza de «proyecto de región» y para que se haya procedido a la movilización de los recursos necesarios para llevarlo adelante. Es la primera vez, tras años de pim-pam-pum, que hemos podido oír a casi todas las formaciones políticas presentes en el Parlamento regional afirmar que es un proyecto oportuno y necesario... Nunca es tarde, en todo caso.
–¿Se ha trabajado mientras en pasos que permitan ganar tiempo?
Se ha trabajado, y mucho. No para ganar tiempo de cara a un proyecto integral que nunca se ha planteado hasta hace cinco años, sino para, al menos, sacar al museo de su sempiterna postración. Podemos mencionar las reformas del local de Puertochico en 2001 y 2007 (justo antes de su desmontaje «Moneo causa»), el proyecto de museo triple de Las Llamas en 2010, la apertura de las nuevas subsedes en la Avda. de los Castros en 2010 y en el Mercado del Este en 2013, el proyecto de ampliación en el edificio del Banco de España… Sobre todo este trabajo se sustenta el actualmente en marcha.
–¿Qué Museo veremos? ¿Existe ya un proyecto museográfico claro de lo que debe exponerse en un espacio noble?
Veremos un espléndido museo. El contenedor va a ser magnífico y acogerá en un mismo espacio todas las áreas funcionales del museo hoy dispersas en dos subsedes. De cara al público, además de las áreas públicas sin colecciones que incluirán un gran auditorio, restaurante y tienda, o la biblioteca del museo, los espacios más significativos serán los dedicados a la exposición permanente y a las temporales. Van a ser unos espacios amplios y, al mismo tiempo, acogedores, en los que se va a desplegar una museografía actual, muy rica en variados recursos museográficos, que va a transmitir, de forma a la vez didáctica, dinámica y entretenida, un discurso sobre el pasado que va a interpelar al visitante, no como un receptor pasivo de contenidos, sino como un individuo pensante, estimulando su capacidad crítica para reelaborar lo aprendido a la luz de su propia experiencia. Y no solo lo aprendido; también lo vivido porque se aspira a que la visita constituya también una verdadera experiencia intelectual y también sensorial con la ayuda de elementos interactivos e inmersivos en los que las más novedosas tecnologías van a tener cabida. El programa museográfico está definido; también todos los requisitos técnicos que implica su diseño y ejecución. Como en el Centro de Arte Rupestre, hemos optando por dividir el proceso en dos fases: la elección del mejor diseño y, posteriormente, de la mejor oferta para su ejecución. Estamos ahora mismo en la primera fase, analizando las propuestas que se han presentado para elegir la que mejor se ajuste a nuestros objetivos museológicos.
–¿Diría que se han primado de manera frívola otros proyectos en detrimento del Mupac?
No me creo en condiciones de responder a esa pregunta de forma ecuánime. Lo que sí puedo afirmar es que el del Mupac se ha postergado injustificadamente de manera igualmente frívola, en el sentido de que no se le ha concedido la importancia que merece.
–Dada su experiencia y su labor con proyección europea, ¿cree posible recobrar terreno y que, una vez en marcha el Mupac, Cantabria se convierta en cabeza europea de atracción del turismo cultural?
Ese es, precisamente, uno de los objetivos que guía el proyecto de dinamización del patrimonio prehistórico de Cantabria en el que se enmarca la renovación del museo: conseguir que nuestra región se sitúe en una posición privilegiada en relación con el turismo cultural, en su variante patrimonial y arqueológica, configurando un «sistema» en el que participarán las cuevas prehistóricas, el Centro de Arte Rupestre y el Museo de Altamira, además de otros organismos de investigación y transferencia del conocimiento en Prehistoria como el IIIPC.
–Tras años de posibles, de espacios, de maquetas, de ubicaciones, ¿la vuelta a 'casa', el solar de Puertochico, cierra todos los debates?
En mi opinión si, los cierra. Ha surgido alguna voz que se lamenta de este aparente bucle, que se expresaría en el refrán «para este viaje no hacían falta tantas alforjas». Creo que se equivoca. De hecho, pienso que la vuelta del museo a Puertochico es un acto de justicia histórica, diría incluso poética, porque no regresa en las precarias condiciones en las que se mantuvo allí durante casi siete décadas, sino en forma de un magnifico centro cultural que va a dignificar una zona de la ciudad en un estado de degradación considerable desde hace quince años.
–Si miramos hacia fuera, ¿el hecho diferencial del Mupac en qué se fijará?
Intentando no ser jactancioso, el «hecho diferencial» del Mupac lo podrá constituir la propia excelencia del museo en su perfecta integración de continente y contenido: un edificio espléndido que acogerá una maravillosa colección en una soberbia exposición. Y sin duda lo será una colección de arte mueble paleolítico constituido por objetos decorados de hace más de 11500 años magníficamente conservada y expuesta para disfrute de todos los públicos. Son, sobre todo, estos fondos, en algunos casos únicos en el mundo, y arropados por una interpretación atractiva, los que harán que el público deba y quiera venir a este museo (lo que ahora llaman un «must»).
–¿Habrá un sello o una huella de Roberto Ontañón en el futuro Mupac?
Me considero un trabajador de la cultura, un gestor del patrimonio arqueológico comprometido, por tanto, con lo público. Por mi formación académica y mi quehacer profesional, un prehistoriador y arqueólogo que trata de aportar algo al conocimiento y su transferencia a la sociedad. Es obvio que todo mi bagaje intelectual, mis perspectivas sobre diversos temas e incluso mis sesgos cognitivos e ideológicos (si, también) impregnen de alguna manera mi labor al frente del museo que, además de lo relacionado con el día a día y con la programación y ejecución de actividades, en los últimos años se ha centrado en el desarrollo de los programas de arquitectura y museografía del nuevo Mupac y el Centro de Arte Rupestre de Cantabria. Por otro lado, y como participante activo en la conservación, investigación y difusión de un sitio tan excepcional como La Garma, la cuasi omnipresencia del inusitado registro arqueológico procedente de este lugar en la exposición permanente del Mupac lleva implícita una buena parte de mi trayectoria profesional y vital. En todo caso, si dejo alguna posible impronta en el nuevo museo será la de una intensa dedicación y una porfía por la labor bien hecha.
–¿La funcionalidad del Centro de Arte Rupestre de Puente Viesgo puede cambiar la percepción y la conciencia pública de la trascendencia de las cuevas cántabras?
Entiendo que, en efecto, así será. El CAR, un equipamiento cultural imprescindible como complemento a la visita a las cuevas, va a perfeccionar la experiencia del público y le va a ayudar a entender y apreciar mejor estos magníficos sitios patrimoniales. Su implantación era, de hecho, inexcusable en tanto que elemento de interpretación vinculado a las cuevas decoradas, algo que ya entendieron, antes que nosotros, nuestros vecinos y compañeros de candidatura a patrimonio mundial, Asturias y País Vasco. Con el CAR y el nuevo Mupac nos ponemos, al menos, al nivel de nuestros asociados en el bien declarado patrimonio mundial por la Unesco «Cueva de Altamira y arte paleolítico del norte de España».
–Igual no se ha explicado aún con claridad. ¿Qué va a suponer el CAR en un sentido funcional y simbólicamente?
El CAR es un centro de interpretación que sirve a varios objetivos: explicar el arte rupestre de Cantabria, mejorar la gestión de las cuevas prehistóricas, atraer y redistribuir a los visitantes, ofrecerles, en definitiva, una mejor experiencia y proyectarse sobre el territorio como centro neurálgico de la red de cuevas abiertas al público. El exquisito edificio que lo acoge simboliza la innovación en la prestación de servicios desde un profundo respeto al patrimonio que se gestiona.
–¿Ha cambiado la sensibilidad social y cultural sobre el patrimonio o es una cuestión de evolución educativa?
Indudablemente ha cambiado y desde luego a mejor. Primero ha sido el patrimonio natural y, en los últimos años, el cultural. Es una cuestión de evolución educativa impulsada por los avances en el conocimiento y la valorización del patrimonio cultural. En nuestro ámbito de actuación, Altamira siempre ha funcionado como un icono de la prehistoria regional, pero en fechas recientes hemos visto como las otras cuevas prehistóricas de Cantabria y el Mupac han entrado también en los curricula educativos. Otro elemento que ha sido decisivo en este sentido ha sido el «fenómeno Atapuerca» que, por expresarlo en términos coloquiales, ha conseguido entrar en todos los hogares españoles. Y esto ha sido fundamental, porque la sociedad ha podido familiarizarse con un tema que en principio podía parecer ajeno a los intereses de la actualidad y en buena medida abstruso. Sin embargo, la evolución humana y la prehistoria se han revelado como asuntos atractivos, y se puede decir que algunos de nuestros ancestros (al menos parciales), como los neandertales, se han convertido en los «nuevos dinosaurios». Solo esta generalización en el conocimiento y apreciación del patrimonio puede conseguir que la ciudadanía «empuje» a los responsables políticos y administrativos a invertir en su progreso, y eso se ha reflejado sin duda en el desarrollo de la investigación y la puesta en valor de nuestro patrimonio paleontológico y prehistórico, no solo en Castilla y León, sino también en otras comunidades autónomas.
–Se ha hablado mucho del CC2 pero poco de lo que conlleva como órgano adscrito a esa futura estructura administrativa y de gestión del patrimonio...
La implantación de un Centro de Categoría 2 Unesco en nuestra región, centrado en Arte rupestre y patrimonio mundial, puede considerarse como la culminación del proyecto de dinamización del patrimonio prehistórico de Cantabria, superando las delimitaciones regionales y nacionales para situarnos en el mapamundi de la gestión patrimonial. Viene, en definitiva, a reforzar la condición de nuestra región como punto focal en la gestión del arte rupestre a escala mundial, y debe servir como articulador entre los diferentes actores institucionales que intervienen en esa gestión desde el nivel autonómico hasta el de las Naciones Unidas. Es, desde luego, un espaldarazo a España, y específicamente a Cantabria, en lo relativo a la gestión de este patrimonio y un reconocimiento a los agentes que en ella intervienen.
–¿Cree que ahora es oportuno, no oportunista, plantearse el eterno debate sobre si debe transferirse la gestión de Altamira?
Creo que tal debate no existe como tal. Ni siquiera me parece que constituya una preocupación importante para la ciudadanía de Cantabria. Se suscita periódicamente, a veces promovido por medios de comunicación o por algunas instancias políticas, pero con un recorrido siempre muy corto. El Estado se ha reservado las competencias sobre la cueva y ha puesto los medios suficientes para su conservación y su interpretación a través de un museo nacional. Hay muy pocos peros que poner a su gestión, en la que participa el Gobierno de la Comunidad Autónoma de Cantabria a través de su Patronato. Parece una fórmula que funciona razonablemente bien y, como se dice comúnmente, «si algo funciona, mejor no tocarlo». Me parece comprensible la aspiración de una cierta sensibilidad regionalista a la transferencia completa de la gestión de la cueva a la administración de la comunidad autónoma en la que se emplaza, pero no parece claro el beneficio que eso pueda aportar, hoy día, a la propia gestión del bien, que es lo verdaderamente importante.
–¿Es el momento de potenciar una marca unificada, sólida y sin fisuras en torno al patrimonio por excelencia de Cantabria?
Ya disponemos de un icono, que es Altamira. Lo que venimos intentando en los últimos años, y confío en que acabemos consiguiendo, es que, del mismo modo que hemos incorporado otras nueve cuevas de Cantabria a la lista de patrimonio mundial acompañando a la de Vispieres en pie de igualdad, el arte rupestre paleolítico de la región, que se distribuye en un total (a día de hoy) de 75 cavidades, se erija en su globalidad en una «marca» que refleje o simbolice adecuadamente una potente y unitaria realidad patrimonial.
–Las investigaciones en curso ¿permiten contemplar a medio y largo plazos sorpresas' en materia de prehistoria?
El avance de la investigación no cesa de ofrecernos agradables sorpresas. Hay que decir que el patrimonio prehistórico de Cantabria es «agradecido» en este sentido debido a su propia riqueza y diversidad, además de a su excelente conservación. En los últimos siete años hemos descubierto siete nuevos conjuntos parietales paleolíticos. La media es de uno por año, lo que no es desdeñable. El estudio de estos nuevos conjuntos, y la revisión de otros sitios «clásicos», va a proporcionar informaciones muy relevantes en relación con diversos aspectos de esta forma de expresión de la humanidad prehistórica, entre ellos, el de la datación del primer arte. Lo mismo puede decirse en cuanto a los proyectos de prospección y excavación arqueológica, habida cuenta que, en la actualidad, hasta el propio sedimento depositado en las cuevas es portador de interesantísima información acerca de las especies animales o humanas presentes en un determinado estrato descifrable a través de métodos de análisis de ácidos grasos por cromatografía de gases o de ADN.
–¿Se están controlando con suficientes medios las cuevas?
Hay aspectos en la gestión de las cuevas que son siempre mejorables y, como en otros apartados de la administración, los medios que se dedican a esa tarea no son nunca suficientes. En los últimos años se ha hecho un gran esfuerzo para la profesionalización de esa gestión, dotándose la administración de puestos específicos de técnicos arqueólogos, entre ellos, los responsables de la gestión de las cuevas prehistóricas de Cantabria. Las cuevas abiertas a la visita pública y, por tanto, expuestas riesgos de deterioro más evidentes, a la vez que ellas mismas pueden suponer un riesgo para los visitantes, son objeto de una vigilancia continua que incluye la monitorización de sus parámetros ambientales, el control del biodeterioro y la supervisión de los riesgos geológicos. Este sistema de control nos permite observar la evolución natural del medioambiente de las cuevas y determinar el impacto de la presencia continua de personas en su interior. La combinación de ambas variables define la capacidad de carga de cada cueva, en función de la cual se establece el régimen de visita pública.
–¿Cree que deben abrirse y cerrarse más cuevas?
Las cuevas que se encuentran abiertas al público en la actualidad lo están siguiendo un régimen de visita que se juzga adecuado a su capacidad de carga. Si hubiera variaciones en esa situación que desaconsejasen mantener el régimen vigente, se modificaría de inmediato, desde el número de personas, pasando por los tiempos de estancia, hasta el cierre de la cavidad, si ello fuera necesario. Es innegable que el acceso físico a las cuevas con arte rupestre constituye una experiencia incomparable a la de la visita a una réplica y que una de las razones de ser del patrimonio es, precisamente, su socialización, su disfrute por parte de la ciudadanía. Conocemos, sin embargo, los límites que debe tener esa apertura en el caso de sitios naturales como las cuevas o de en el de monumentos delicados como La Alhambra, por ejemplo, que también cuenta con un régimen de visitas controlado. ¿Deben abrirse más cuevas? Si se determina que está en condiciones de ser objeto de visita continua en función de una capacidad de carga previamente establecida, y se cuenta con una capacidad de gestión suficiente para que esa visita se desarrolle de forma satisfactoria, en principio no encuentro razones para rechazar la apertura de otras cuevas. Hay que considerar también, no obstante, que la apertura de una cueva nunca antes visitada conllevaría una necesaria adaptación para hacer posible su frecuentación por parte de grupos de visitantes. Y esto ya no se podría hacer ahora como se hizo en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado (cerrando entradas naturales y abriendo otras artiriciales, levantando tabiques, excavando o construyendo escaleras, tendiendo cableados eléctricos, etc.), lo que nos conduce a un punto problemático. La opción más obvia sería volver a abrir alguna cueva que ya hubiera sido objeto de trabajos de adaptación para un uso público y que no requiriese, por tanto, de ninguna intervención que pueda alterar, aún más, el medio subterráneo.
–La pregunta es, ¿augura o cree posible nuevos hallazgos de interés?
Sin duda, en Cantabria van a seguirse produciendo hallazgos de interés, y no solo gracias a los trabajos de campo, sino también gracias a la intensa labor de investigación que se desarrolla en el Mupac, una «arqueología de almacén» que pone de manifiesto que las colecciones del museo son una fuente inagotable de información acerca de nuestro pasado.
–Y para ello y propiciarlo, ¿se ha avanzado en la mejora y regulación de las órdenes de actuaciones arqueológicas?
Como sucede con la preservación, nunca los recursos son suficientes para mantener una investigación arqueológica tan pujante y productiva como sería deseable. No obstante lo anterior, se puede decir que la investigación arqueológica en Cantabria mantiene un gran dinamismo. Las fórmulas de financiación de las actuaciones arqueológicas han cambiado en los últimos años, al compás de las modificaciones en la normativa de contratos del sector público, desde la subvención hasta la contratación. Esto presenta sus ventajas y sus inconvenientes. Por otro lado, la investigación se financia también a través de otras convocatorias nacionales e internacionales, y los proyectos más importantes que se han desarrollado y desarrollan en la región cuentan con ayudas de este tipo.
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