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Llegada a Cantabria

Lo primero que hay que hacer es identificarle y confirmar la minoría de edad

Comida y

una cama

Ingresa en el plan de acogida y tiene plaza en la residencia de primera acogida

Traumas

y deseos

Tiene asistencia psicológica y se le pregunta por sus inquietudes profesionales

A clase

Tiene asistencia psicológica y se le pregunta por sus inquietudes profesionales

El deporte

es clave

Hacer deportes colectivos o actividades participativas promueve su integración

Siempre

tutorizado

La tutorización es clave incluso tras la mayoría de edad y la independencia

Llegada a Cantabria

Lo primero que hay que hacer es identificarle y confirmar la minoría de edad

Comida y una cama

Ingresa en el plan de acogida y tiene plaza en la residencia de primera acogida

Traumas y deseos

Tiene asistencia psicológica y se le pregunta por sus inquietudes profesionales

A clase

Comienza unos estudios que encajen con el área profesional que le seduce

El deporte es clave

Hacer deportes colectivos o actividades participativas promueve su integración

Siempre tutorizado

La tutorización es clave incluso tras la mayoría de edad y la independencia

Llegada a Cantabria

Lo primero que hay que hacer es identificarle y confirmar la minoría de edad

Comida y una cama

Ingresa en el plan de acogida y tiene plaza en la residencia de primera acogida

Traumas y deseos

Tiene asistencia psicológica y se le pregunta por sus inquietudes profesionales

A clase

Comienza unos estudios que encajen con el área profesional que le seduce

El deporte es clave

Hacer deportes colectivos o actividades participativas promueve su integración

Siempre tutorizado

La tutorización es clave incluso tras la mayoría de edad y la independencia

Los primeros pasos de los menas en Cantabria: del examen psicológico a la búsqueda de trabajo

El primer paso es la acreditación de la minoría de edad y luego el ingreso en la Residencia de Primera acogida | El objetivo es completar la formación y acceder a un trabajo para emprender una vida independiente

José Carlos Rojo

Santander

Lunes, 2 de junio 2025, 07:05

Los menores extranjeros no acompañados se han convertido en las últimas semanas en una de las armas arrojadizas esgrimidas por diferentes grupos políticos en el Parlamento cántabro y el Congreso de los Diputados. Unas veces a cuenta de los cupos, otras por el modo en que deberían repartirse entre comunidades o incluso según el modo de tratarlos. En Cantabria existe un protocolo de actuación bien claro que define los pasos a seguir. Un itinerario que comienza por la acreditación de la minoría de edad y que transita después por el primer acogimiento, la ayuda psicológica, la orientación educativa, los trabajos para la integración social o la preparación laboral. «Se ha diseñado para satisfacer el anhelo vital que todos traen cuando llegan aquí, y que es emprender una vida laboral que les permita esa independencia y libertad para comenzar a construir todo lo demás», informa Carmen Arce, directora del Instituto Cántabro de Servicios Sociales (Icass).

Dos menores no acompañados preparan este viernes la comida en uno de los hogares de protección de Cantabria. DM
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    Llegada a Cantabria

Lo deseable es que el menor posea el documento acreditativo de su minoría de edad. De lo contrario es lo primero que habría que confirmar previo ingreso en el sistema de protección de menores no acompañados. Si es necesario, se realizan pruebas médicas para confirmar la edad y al final es la Fiscalía la que resuelve el caso.

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    Comida y una cama

El joven pasa a formar parte del sistema de protección. El primer destino será la residencia de primera acogida, que cuenta con 20 plazas y que está tutorizada por profesionales que se ocuparán de guiar al menor en su adaptación. El tutor legal de todos ellos será Carmen Arce, directora del Instituto Cántabro de Servicios Sociales (Icass).

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    Traumas y deseos

Una vez los primeros pasos están dados, con la documentación resuelta y la situación de primera acogida en marcha, viene el trato individualizado para conocer al detalle las necesidades del menor, y su plan vital. Al tiempo que se desarrollará un seguimiento psicosocial, se irá diseñando su itinerario educativo y de actividades sociales.

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    A clase

Se promueven acciones para facilitar la integración social del menor, como el aprendizaje del idioma y la participación en actividades comunitarias, como deportes, etc. También comienza a ofrecerse orientación laboral para que el chico pueda ir dibujando su itinerario conforme a los estudios que ha decidido desarrollar.

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    El deporte es clave

En este punto es esencial la colaboración con todos los agentes implicados, desde los centros educativos a las instituciones deportivas o de cualquier otra actividad que pueda ser importante de cara a que el menor pueda lograr la integración más holística. Los jóvenes tienen actividades en grupo con otros jóvenes de su edad fuera del hogar.

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    Siempre tutorizado

Es un punto esencial y que contempla a todos los ámbitos:salud, infancia, familia, educación, justicia... Se realiza un plan de seguimiento periódico para realizar ajustes y matizar los objetivos. También los casos particulares sirven para garantizar su eficacia y adaptar el protocolo a las necesidades cambiantes.

Este reportaje reconstruye el intinerario que sigue cualquiera de estos chicos que llega al sistema de protección en Cantabria. Tal vez el caso concreto sea el de alguno de los menores que han recalado en las últimas semanas a las islas Canarias y que en el reparto nacional es destinado a Cantabria. Pongamos que se llama Jamil.

Menores no acompañados se responsabilizan de la huerta que cuidan en una casa de acogida en Santander. DM

Lo primero que se encontrará al llegar a la comunidad será el examen médico. Algo fundamental para ingresar en el programa de protección porque no porta documento que acredite la minoría de edad. El pediatra confirma que tiene menos de 18 años y será la Fiscalía la que ordene la incoación para resolver el expediente. Una vez completado el trámite Jamil está preparado para ser tutorizado por el Icass. Lo primero es garantizarle las necesidades básicas, como alojamiento, alimentación, higiene y atención sanitaria. Todo ello pasa por su ingreso en la Residencia de Primera Acogida. En Cantabria hay 20 plazas de estas características distribuidas en pisos de 8 menores que son cuidados por los llamados guardadores. Algo así como unos tutores que los guían en todo lo que necesitan.

Lo que vivirá Jamil en los primeros días serán muchas conversaciones. Sobre todo con los responsables de la orientación psicológica, pues algunos de estos menores cargan con una mochila de traumas. Salir del hogar a una edad tan temprana, atravesar un viaje de estas características y enfrentarse a una nueva vida y a la incertidumbre que depara el futuro puede generar mucha ansiedad en niños que aún no les ha dado tiempo a contar con herramientas que los ayuden a gestionarlo.

La participación en actividades comunitarias, como los deportes, es una cuestión esencial para completar la integración

En esas primeras tutorías Jamil conocerá también sus derechos y se le garantizará la asistencia jurídica y la representación legal que pueda precisar. Él, como otros muchos, estará en contacto con su familia durante varias veces al día pues ese lazo es algo que no quieren perder y que, de alguna manera, los ayuda a avanzar en la integración. Para muchos el objetivo es, quizá algún día, poder culminar la reunificación familiar en España.

A medida que pasa el tiempo y se diluye el ajetreo de los primeros días, y según van asumiendo la rutina que impera en el centro de acogida, se va dando paso a una siguiente fase que analiza las necesidades psicosociales del menor para diseñar un plan individualizado de intervención. «En Cantabria, el denominado Plan de Caso, debe incluir objetivos claros, acciones concretas, recursos necesarios y plazos de seguimiento».

28 menores

extranjeros no acompañados se encuentran a día de hoy amparados en la región.

36 plazas

para menas es la capacidad que Cantabria tiene en estos momentos.

Imaginemos que Jamil tiene 16 años, que tiene prisa por trabajar y que ha manifestado su inclinación por las profesiones que tienen que ver con automoción. Pongamos, además, que cuenta con conocimientos mecánicos que pueden serle útiles de cara a estudiar un módulo de formación profesional. El único escollo insalvable por ahora es el idioma. Jamil no entiende bien español y ni mucho menos es capaz de hablarlo. Por eso se le facilita un apoyo adicional con educación particular dedicada a incidir en este aspecto esencial.

Se le notifica que puede comenzar los estudios en un centro de formación profesional donde se cursan módulos relacionados con la automoción. Se le explican los diferentes itinerarios, las posibilidades que existen, el modo en que el sistema se flexibiliza para que pueda hacer un seguimiento de las clases con el fin de conseguir el título.

Al margen de los estudios, Jamil ama el baloncesto, por eso los tutores buscan el modo de integrarle en uno de los equipos con los que tienen convenio con el Icass para que estos menores militen en sus filas. Se le da bien, disfruta con sus compañeros y hace amigos. «Todas estas actividades extraescolares son fundamentales para ir completando la integración de cada uno», informan en el Icass.

Han transcurrido ya cinco meses desde que llegó a España. Es el tiempo máximo en que un menor puede permanecer en la residencia de primera acogida. Jamil ya habla algo de español y sus tutores han decidido que puede pasar a vivir a uno de los dos hogares de protección que hay en Cantabria con ocho plazas cada uno. Allí la vida es diferente. Funciona como una gran familia. Se reparten las labores del hogar:hacen la comida y la compra, limpia y cuidan del huerto. De lo que se trata es de que desarrollen esa responsabilidad que les permitirá ser independientes.

Según el Gobierno de España Cantabria podría acoger 189 menas;pero el Icass asegura que mantener el actual protocolo sería insostenible

Continúan pasando los meses y Jamil sigue estudiando. Aprueba los exámenes y obtiene su título. Por eso se potencia la orientación laboral. Se le informa de las posibilidades de empleabilidad. Está preparado para comenzar a trabajar. Hay una empresa interesada y comienza con un contrato en prácticas. Es el principio de un proyecto de vida ilusionante y Jamil se ha ido a vivir a un piso compartido con otros compañeros en su misma situación. El modo de vida es parecido al que tenía en el hogar de protección pero ahora todos los convivientes son independientes. Si todo va bien, Jamil será libre para tomar sus decisiones y para configurar su viaje vital.

Peligro de masificación

Lo que advierten desde la dirección del Icass es el peligro que existe de masificación. «Todo este itinerario, toda esa manera de organización, está diseñada para las capacidades que tenemos hoy en día», advierte Arce. «Si el sistema se masificase con un incremento muy grande de llegadas, evidentemente el trato no podría ser el mismo porque automáticamente entraríamos en una situación de emergencia y habría que actuar conforme a los recursos que tenemos».

La responsable del Icass se refiere a los anuncios recientemente realizados por el Gobierno de España donde cifra en 189 el número de jóvenes que tendría que tutelar. En esas circunstancias, todo este sistema de acogida debería reforzarse con mayor número de recursos materiales como humanos, o sería insostenible.

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