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Desde su inauguración en el año 2005, la cueva de El Soplao ha sido un incesante ir y venir de turistas ansiosos por descubrir las maravillosas formaciones geológicas del mundo subterráneo. Esta lluvia incesante de viajeros se paró en seco con la declaración del estado de alarma el 14 de marzo y la obligación de cerrar la cueva por la pandemia de coronavirus. Ayer, dos meses y medio después del último tren minero que inició la visita a la cueva, El Soplao volvió a la vida y las luces volvieron a iluminar las excéntricas, estalactitas, estalagmitas, coladas o columnas de la gruta.
Esta nueva reapertura permite volver a disfrutar de los tesoros de la cueva, pero bajo una serie de medidas de seguridad para evitar contagios. Se han instalado dispensadores de gel hidroalcohólico en varios puntos de la visita y todo está acondicionado para marcar las distancias de seguridad a través de marcas en el suelo desde la llegada a las instalaciones de El Soplao.
La primera parada es la taquilla, situada en la entrada principal de la cafetería. Algunos visitantes reservaron sus tiques por internet y siguieron directamente el recorrido de señales hasta el andén del tradicional tren que marca el inicio de la visita. Es el caso de Mari Carmen y Javier, que vinieron junto con otros dos amigos desde Santander. «Ya he estado una vez, pero se me ocurrió que sería buena idea venir aquí con mis amigos para pasar el día. Quiero aprovechar para revisitar la cueva y recordar bien todo porque vine hace cuatro años y se me ha olvidado», cuenta Javier. Para Mari Carmen es su quinta visita a El Soplao. «Nunca me canso de venir». Sin embargo, se muestra cautelosa para seguir todas las medidas de prevención. «Es la primera vez que me desplazo tan lejos de casa desde el confinamiento. Solo había paseado por Santander y ahora se hace raro. Vamos a disfrutar, pero siguiendo las normas».
Fernando y Carmen también se desplazaron ayer desde la capital cántabra a este enclave turístico. «Nos enteramos de la reapertura y nos animamos a venir. Yo ya he estado, pero mi mujer no», señaló el hombre. Carmen estaba deseando conocer la cavidad. «He oído hablar toda la vida de El Soplao, pero todavía no había venido. Ya tenía ganas». Uno de los visitantes más jóvenes del día fue Luis Martínez, de 13 años y residente en Sarón. «Vengo con mi tía y con mi prima para pasar el día. Lo decidimos sobre la marcha, pero nos pareció buena idea porque sabíamos que no iba a venir mucha gente».
La de ayer fue una tímida apertura con 12 visitantes en todo el día pero, para el director de El Soplao, Juan Carlos Ruiz, «esto acaba de empezar». «De momento vamos a ver qué pasa y cómo responden los turistas. Ahora mismo tenemos 58 reservas hasta el domingo». Hay que tener en cuenta que la instalación funciona a un 25%, con la mitad de aforo de una visita normal y la mitad de frecuencias. «En vez de cada media hora, solo se entrará a la cueva cada hora en punto, así se garantiza que nunca haya dos grupos a la vez dentro».
El director de explotaciones de la cueva, Jaime MacLennan, cree que este es uno de los mejores momentos para visitar la cavidad. «Este tiempo primaveral es un lujo para venir a El Soplao, ver las vistas y contemplar las maravillas del mundo subterráneo sin los agobios de años anteriores». Actualmente, sólo es posible ver la cueva en la modalidad de Visita Turística o de Pasarela, aunque están esperando a ver qué noticias reciben del Gobierno para poder recibir visitantes en la modalidad de Visita Minera y Visita Turismo Aventura.
La cavidad, uno de los principales enclaves turísticos de la región, recibió 235.000 visitas en 2019, y durante su cierre estos dos meses y medio (incluyendo Semana Santa) han dejado de venir a la cueva 90.000 personas. A pesar de los datos, Ruiz confía en llegar a los 200.000 turistas al final de la temporada. «En junio normalmente solíamos recibir 30.000 personas y este año nos daríamos con un canto en los dientes si llegásemos a la mitad. En agosto suelen venir 60.000 y nos gustaría poder alcanzar, al menos, los 30.000», apuntó.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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