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Hace siete meses, Stephan Hack, de 39 años, salió de su Alemania natal con destino Sudáfrica. Su intención era pasar un año sabático viajando por Europa y África en una caravana. Cuando llegó a Noruega, comenzaron sus problemas. Su vehículo se estropeó y decidió cambiarlo por un velero. Nada iba a interrumpir su sueño. Pero no contó con una pandemia que mataría a miles de personas en todo el mundo. A él, el coranavirus y la declaración del estado de alarma le pillaron en Santander, hace poco más de dos meses. Sin poderse mover, se siente «prisionero de mi propio barco», describe Stephan.
Angustiado, algo deprimido y preocupado, su barco, un velero de 9,70 metros, el 'Cork', está amarrado en la dársena del paseo marítimo de Marqués de la Hermida. Hasta allí llegó por indicación de la Guardia Civil del Mar. «Entré en la bahía de Santander, procedente de Portugalete, en Vizcaya. Allí fondeé frente a la playa de La Magdalena, hace un poco más de dos meses». Pero todo se complicó cuando la Guardia Civil le hizo una visita. «Me pidieron la documentación del barco, pero me faltaba el seguro. No sabía que era necesario», cuenta.
Con el fin de subsanar esta situación, indica Hack que miembros de la Guardia Civil del Mar le guiaron hasta el muelle, situado frente al Barrio Pesquero, «donde amarré, pensando que pasaría unos días, hasta completar la gestión de contratar un seguro». El seguro llegó, pero acompañado del estado de alarma, debido a la pandemia del Covid-19, «y de la noche a la mañana me vi atrapado, con todos los puertos de España cerrados», narra el alemán. Ahí comenzaron dos meses «muy duros», dice. «Estoy amarrado a un muelle en el que carezco de conexión a electricidad o agua. También es cierto que no pago nada por ello, pero la vida es muy difícil en estas condiciones», señala.
Para procurarse luz, cuenta, «tengo un generador, y para asearme y limpiar un poco, compro agua mineral en Mercadona, que lo tengo justo enfrente».
Otro de sus problemas es el idioma. «No sé nada de español (con este periódico habló en inglés), por lo que la comunicación es muy difícil», explica Hack. «Intento estar informado de lo que ocurre en esta situación de alarma, pero a través de medios de comunicación internacionales, con lo que he tenido más de un problema».
Indica que el tema de los horarios y la movilidad «ha sido horrible. A los pocos días de llegar, mi teléfono se quedó sin 'megas' y tuve que ir a la búsqueda de una tienda de telefonía. Comencé a andar, en busca de una, y me paró la Policía. Me pidieron documentación. Les intenté explicar que me dirigía a una tienda de móviles, pero fue difícil, porque aquí casi nadie habla inglés», narra el alemán. «De una manera que me hicieron sentir un criminal me ordenaron que volviera a mi barco porque estaba prohibido andar por la ciudad».
Tuvo más encontronazos como ese ya que el idioma y la falta de información le hacen «la vida muy complicada». Preguntado sobre si no se había puesto en contacto con su embajada, Hack asegura que lo hizo «al inicio del confinamiento, pero la solución que me daban era volver en avión a mi país. Y entonces, ¿qué iba a hacer con mi barco y mis pertenencias?».
Stephan Hack partió de Alemania en una caravana en el mes de octubre de 2019, con dirección a Noruega. «Había vendido mi pequeña empresa de material de construcción y había decidido tomarme un año sabático. En Noruega mi caravana se estropeó y me compré este velero que, como ves, es bastante antiguo y su cabina apenas tiene cuatro metros cuadros», dice.
Tras pasar por Francia recala en el País Vasco, y de ahí, a Santander. «Solo quiero que abran los puertos y poder irme. Estoy muy agradecido a los vecinos de la zona, que de vez en cuando se acercan a charlar conmigo y me dan alguna indicación, pero me siento muy desanimado. Tanto, que he decidido dormir durante el día, que son más horas, y vivir de noche. Me despierto a las siete de la tarde. Salgo a caminar a las ocho, hasta las once, y después, al barco, a ver vídeos de YouTube, hasta que amanece y me acuesto». Entre tanto, no ceja en continuar con su sueño y llegar algún día a Sudáfrica
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