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Un gesto tan sencillo como echar un poco de maíz y trigo para que coman las gallinas en el jardín de casa puede convertirse en un problema y tener duras consecuencias económicas para el bolsillo de los cántabros. Al menos, si no se tienen registradas oficialmente. Y es que desde el pasado 1 de enero de 2024 con la entrada en vigor de dos artículos del Real Decreto 637/2021, se obliga a comunicar y limitar, a su vez, el número de aves que se pueden tener en el patio de casa para autoconsumo (cifrado en un máximo de 30 gallinas ponedoras o 50 pollos de engorde). Una medida que persigue garantizar un control sanitario, que hasta principios del año pasado no estaba regulado, en los pequeños gallineros domésticos. La multa, de no realizar este registro, está comprendida desde los 600 hasta los 3.000 euros. Aunque se puede recibir un apercibimiento inicialmente en lugar de la sanción.
Pese a todo, no es extraño a lo largo de la región, encontrarse con corrales de gallinas dentro del jardín de una vivienda. Son muchos los propietarios que aprovechan sus parcelas para contar con varias de estas aves y disfrutar de huevos caseros. Una independencia a la hora de suministrarse de este alimento, tan habitual en nuestra dieta, que provoca que cada vez haya más adeptos que apuesten por tener gallinas en casa. Además, la reciente crisis de precios en el mercado, en forma de subida, que se vive con la gripe aviar son incentivos para tomar esta decisión.
Demetrio, en Cueto, es uno de los casos que ha mantenido durante toda su vida un lazo muy estrecho con los animales y no comprende la regulación a la que se ven exigidos los propietarios de gallinas: «No me parece lógico esto, no nos metemos con nadie y cada uno tendría que tener el derecho a poder hacer lo que quiera dentro de su finca». Este vecino subraya el impacto positivo que genera en los niños de la zona poder ver de cerca a varios animales -tiene varias cabras y ha tenido hasta un caballo en su finca- e interactuar con ellos. «Muchos padres vienen con sus hijos a ver los animales, a jugar con ellos. Alucinan cuando una de las gallinitas pequeñas están incubando y les ponemos un huevo en la mano, es acercales la naturaleza y que sepan el funcionamiento del mundo animal», explica. Con diez gallinas ponedoras y seis pollos de engorde, Demetrio, surte de huevos a familiares y amigos. Él mismo confiesa el trabajo diario que le genera cuidar de estos animales y del coste económico que le supone mantener las gallinas con el precio actual del maíz. «Yo no me voy a comer algo que esté malo, ni mucho menos repartirlo entre la familia, no tendría ningún tipo de sentido. La diferencia entre un huevo casero y de supermercado es evidente. Me parece ridículo que con todos los problemas que existe en el mundo animal como la presencia del lobo en Cantabria, haya que preocuparse de tener cuatro gallinas ponedoras en casa», argumenta.
Según la propia normativa, aunque las explotaciones de autoconsumo no requieren de la solicitud de una autorización previa como pueden ser las ganaderas convencionales, sí que están obligadas a comunicar su existencia y a registrar sus animales. Asimismo, se debe señalar a un veterinario de referencia en el caso de que aparezca algún tipo de problema sanitario.
«Que se tenga que perseguir y multar es un poco escandaloso», afirma Juan, también vecino de Cueto y con más de una docena de gallinas en una pequeña parcela que se encuentra enfrente de su vivienda. En su caso, desconocía la existencia de esta medida y las posibles sanciones a las que puede hacer frente de no comunicar el número de aves que tiene en su vivienda. «Yo no tengo ni idea de todo este asunto, para mí las gallinas son un entretenimiento en mi día a día para mantenerme activo a mi edad y que me permiten tener huevos de mejor calidad para así darles a mis cinco hijos».
Ante la necesidad de llevar un control exhaustivo de las aves por motivos de sanidad, Juan puntualiza que se tienen que incrementar las medidas de control sanitario en los criaderos y las granjas que se dedican a la comercialización. «Tener unas gallinas para autoconsumo no puede resultar un problema tan importante, se tiene que vigilar y controlar las que acaban en miles de hogares familiares», añade. «Nosotros no pretendemos hacer ningún tipo de negocio con estos huevos, simplemente disfrutar de una calidad mejor a la hora de comer en casa».
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María Díaz y Álex Sánchez
Almudena Santos y Leticia Aróstegui
Josemi Benítez
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