
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A eso de las diez, en La taberna del Buddha, en Revilla de Camargo, en la conversación del café con el pincho no se hablaba ... de otra cosa. «En Escobedo también ha pasado», decía uno de los clientes en la barra. Otro, en una mesa, miraba el móvil, que le chivaba con las alarmas de casa que «también en Cayón». Y el que estaba leyendo el periódico al fondo contaba que, en el Alto de Maliaño, para salir de casa –las puertas del garaje, el portón de la entrada al recinto– tuvo que olvidarse del mando y abrir a fuerza de brazo. En eso andaban cuando la música del local dejó de sonar y la caja se apagó. Hasta tres veces. Se iba y volvía. Un vete y ven eléctrico. «Lo que más te preocupa es el tema de las cámaras, de los monitores y de la zona de cobro, porque así no puedes cobrar. Y en estos cortes bruscos corres el riesgo de que se pueda fundir algún fusible de la cafetera o de la máquina de hielos, que ya nos ha pasado alguna vez», resumía Nieves Abascal, la responsable del establecimiento. ¿Qué pasaba? Un problema en la subestación de Viesgo en El Astillero provocó cortes intermitentes en nueve municipios del arco de la bahía. Una mañana «de locos» –fue entre 09.30 y 10.30 aproximadamente–, aunque, finalmente, con más trastornos que incidencias.
El Astillero, Camargo, Piélagos, Castañeda, Villaescusa, Miengo, Santa María de Cayón, Medio Cudeyo y Marina de Cudeyo. Ayuntamientos afectados, según se explicaba en la web de El Diario Montañés. La suma total de potenciales afectados: 110.000 personas, aunque no en todas las zonas el problema impactó del mismo modo (se estima que fueron 40.000 los vecinos que de verdad sufrieron los cortes).
Viesgo confirmó que la caída se produjo cuando se estaban acometiendo «unos trabajos programados» en la instalación. En teoría, no tenían que haber tenido consecuencias. Pero pasó. En estos casos, la distribuidora tiene otras estaciones de las que coger la luz para que no se interrumpa el suministro, pero la afección a la red sí que provocó cortes alternos en un intervalo de unos sesenta minutos hasta que «se fue restableciendo el servicio» por completo.
La empresa subrayó la «rápida intervención» de los equipos para que la electricidad volviera con la mayor inmediatez a todos los ayuntamientos afectados. Y si en algunos puntos se iba y luego volvía de nuevo varias veces seguidas –explicaban desde la compañía– se debía a que la red general, tras la intervención, «se recupera poco a poco y puede dar lugar a esas intermitencias».
Claro, cuando a uno se le va la luz, surgen las preguntas. ¿Es sólo aquí? ¿Es general? ¿Cuánto va a durar? Y a todo eso les tocó responder, en buena medida, a los alcaldes de los municipios afectados en una mañana «de locos» y de mucho teléfono. «Cuando pasa es una faena. Los comerciantes se procupan, los hosteleros por el tema de lo que tienen en la nevera... También afecta a las empresas del polígono. O a la gente hasta para salir de casa. No somos conscientes de lo que supone quedarse sin luz hasta que pasa. Sí que hemos recibido muchas llamadas porque los vecinos no sabían si el problema era nuestro o de qué», comentaba Javier Fernández Soberón, de El Astillero, que sí destacaba que desde la dirección de Viesgo le contactaron desde un primer momento y, así, pudo informar a todo el que le fue preguntando.
«Cuando viene, viene. Pero ahí ha quedado y estamos contentos –resumía el edil– porque la respuesta ha sido rápida y ha habido información en todo momento, que es muy importante».
En la misma idea incidía Diego Movellán, desde Camargo. Que no se registró «ninguna incidencia destacada» más allá del trastorno que supone «el tiempo de reactivar todo o de recargar las bases de datos» una vez que vuelve el suministro.
También avisaron desde la compañía al alcalde de Piélagos, Carlos Caramés. «Los vecinos te llaman y están preocupados por cuánto va a durar el corte. Pero cuando les he dicho que sería una media hora, porque nos lo habían explicado desde Viesgo, ya respiraban más tranquilos». Eso hizo que los nervios no fueran a más, al margen de los trastornos lógicos. «Pero no ha generado los mismos problemas que ayer –por el jueves–», incidía el alcalde. ¿Por qué? Pues porque en su municipio la luz les dio más quebraderos de cabeza el día anterior. Unos 3.000 vecinos se vieron afectados en el suministro por la rotura de un cable de media tensión a consecuencia de la caída de un árbol. Los estragos del viento. Fue sobre las cinco y media de la mañana y afectó a los vecinos de Quijano, varios barrios de Oruña, parte del barrio Monseñor de Puente Arce y los barrios de Sorribero Alto y San Antonio, de Renedo. «Fue a primera hora y a la gente le festidió para ir a trabajar». Y como el río bajaba con mucha fuerza fue más difícil arreglarlo, aunque «respondieron rápido».
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