«Procuro no salir de casa para nada»

Intenta hacerlo desde casa, porque, a diferencia de otros, «creo que los políticos tenemos que predicar con el ejemplo». Aunque no siempre lo logra. «Algunas gestiones me obligan a desplazarme a la Consejería, pero, si puedo evitarlo, procuro no salir de casa para nada», insiste al teléfono el consejero, que se pasa buena parte del día analizando los datos relacionados con la evolución de la pandemia.

Con ellos se levanta temprano por la mañana, «habitualmente hacia las siete y veinte», y con ellos se acuesta tarde por la noche, «a eso de las doce», que es cuando recibe las últimas notificaciones.

Entre medias, 17 horas de ingente trabajo o teletrabajo, lo mismo da que da lo mismo, que han obligado a Rodríguez a replantearse viejas costumbres para no minar su salud. En especial la mental.

«Hay momentos del día en los que tengo que apagar el teléfono móvil», dice el consejero, que suele desconectarlo después de comer e ignorarlo a partir de las diez de la noche si la llamada no es urgente. «Pero eso no quiere decir que esté ilocalizable», puntualiza. «Si se produce una emergencia, mi equipo sabe perfectamente cómo encontrarme», explica misterioso.

Además, cada vez que puede, el responsable de Sanidad agarra el rastrillo y se pierde en el florido jardín de su casa, uno de sus rincones favoritos, donde el cuidado de sus plantas le permite cobrar distancia de la cruda realidad.

«Están siendo días muy duros. Y aunque me considero una persona fuerte psicológicamente, no le voy a negar que he tenido momentos malos». Sobre todo tras la brusca irrupción del Covid-19

«Recuerdo, por ejemplo, lo mal que lo llegué a pasar cuando me decían que los profesionales sanitarios carecían de los medios materiales suficientes. Me afectó mucho, muchísimo, porque créame si le digo que, por mi experiencia profesional, sé muy bien lo que es trabajar sin los medios precisos». Por suerte, dice, esos han sido «casos puntuales».

Tampoco olvida «la vertiginosa ascensión hacia el pico del número de los contagios», o la angustia que le produjo «pensar de dónde íbamos a sacar mil camas para los pacientes infectados».

Días muy duros, algunos críticos, en los que el consejero, a quien la gravedad de la crisis «ha llegado a plantearme es-cenarios muy complicados», ha tenido a menudo presente a su madre.

«Hablo con ella por teléfono porque, aunque he dado negativo en el test de coronavirus, prefiero no correr riesgos», aclara al respecto Rodríguez, que colabora con sus hermanas en el cuidado de la mujer. «Se le está haciendo duro porque tiene 87 años y vive sola. Pero lo lleva bien».

La que no lo debe estar llevando tan bien es su pareja. «Está un poco hasta el gorro», reconoce riendo el consejero, al que la emergencia sanitaria le ha obligado a abortar no uno sino dos planes vacacionales. «En marzo habíamos programado un viaje a Lisboa que obviamente tuvimos que cancelar, y ahora, en Semana Santa, una pequeña escapada a París que vamos a tener que dejar para cuando todo esto pase». Porque pasará.