Una llamada fue su perdición De forma anónima, avisó de que un hombre que había sufrido un asalto en Santander podía estar herido y, lógicamente, todas las miradas se centraron en el dueño de esa voz de hombre, de mediana edad y con un ... evidente acento vasco. Sin esa llamada que realizó desde una cabina telefónica de la calle Paula Montal de Vitoria la Policía Nacional no habría podido pedir colaboración ciudadana para poner un nombre al interlocutor y, probablemente, nunca le habrían podido acusar de ser responsable de la muerte de Ángel Prieto Cobo, el octogenario -cuando ocurrieron los hechos, en febrero de 2017, tenía 81 años- al que robó y falleció amordazado por asfixia. O eso es lo que creen los agentes que desde hace casi dos años investigan el caso como un homicidio y ahora tienen pocas o ninguna duda sobre su responsabilidad.
El juzgado de Santander reabre el caso tras cinco meses archivado
El Juzgado de Instrucción número 4 de Santander reabrió ayer el caso de la muerte del octogenario en su garaje de la calle Beato de Santander tras las últimas novedades que se han producido en la investigación. Después de 15 meses, el magistrado decidió el pasado mes de mayo archivar de manera provisional el expediente «por falta de autor conocido». Hasta ese momento, las muchas pesquisas que había realizado la Policía Nacional no habían permitido apuntar a ningún responsable, así que se decidió aparcar el asunto. Por lo menos hasta que los agentes no pusieran un nombre sobre la mesa, como acaba de ocurrir.
Ahora mismo, el detenido por la Ertzaintza tiene que responder ante tres jueces diferentes. El primero, el número 2 de Vitoria, que está investigando al individuo por un asalto a un chalé en Álava, algo totalmente ajeno al homicidio del anciano en la calle Beato de Liébana. El segundo, el número 3 de Vitoria, que inició los trámites judiciales cuando se conoció que esta persona era la misma que había realizado la llamada desde una cabina informando de que dos personas se encontraban heridas tras sufrir un robo. Y por último, el de Santander, que ya ha pedido a su colega del País Vasco –el segundo– que se inhiba para centralizar todo el procedimiento en Cantabria y no hacer el trabajo por duplicado.
Desde el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC)explican que el magistrado del Juzgado de Instrucción número 4 Santander aún no ha tomado declaración al sospechoso, algo que tendrá que hacer en las próximas horas. En cambio, el detenido sí ha hablado con miembros de la Policía Judicial de la Jefatura Superior de Cantabria, que el martes se desplazaron hasta la cárcel en la que se encuentra en prisión provisional, la de Zaballa. Por su parte, los portavoces del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco no informan sobre los pasos dados.
Sin esa llamada, a pesar de su largo historial policial y judicial, sería un delincuente más. Anónimo para el ciudadano común, aunque muy conocido para las fuerzas de seguridad del País Vasco y especialmente de la localidad vizcaína de Getxo, su pueblo, donde fue detenido el pasado lunes por la tarde. Después de toda una vida en el lado de los malos, a los 66 años ha llegado, muy a su pesar, a la cima de su 'carrera'. Porque la posesión de drogas o de armas, los robos en viviendas -esa es su especialidad- o la falsificación no se pueden comparar con un presunto homicidio. Tampoco su extraña querencia por secuestrar a sus propios hijos. Lo hizo en tres ocasiones. «Ha tenido tres hijos de tres mujeres y siempre ha hecho lo mismo. Se enfada con ellas y para vengarse, se lleva al niño. Es un caso perdido», aseguraba a El Correo cuando ocurrió todo una hermana, quien también puntualizaba que «como esposo o enemigo será malo, no lo sé, pero como padre es excelente».
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Robo con violencia
Es su especialidad. La policía autonómica vasca le conoce por su 'afición' a asaltar chalés. Por ello ha cumplido condena.
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Tenencia de armas
Los agentes encontraron en su casa un arsenal de pistolas, escopetas y detonadoras. Ese asunto también fue juzgado.
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Posesión de drogas
Tuvo una condena por este asunto. Le 'cazaron' con una gran cantidad de speed, alrededor de 30 kilos de droga.
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Quebrantamiento de condena
Al menos en una ocasión no regresó a la prisión después de que el juez de vigilancia le diera un permiso.
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Secuesto de menores
En tres ocasiones secuestró a tres hijos distintos (uno de 18 meses), cada uno de una madre.
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Falsificación
Además, le condenaron por falsificar recetas médicas hace dos décadas.
Estos son los episodios más turbios de un nombre que los agentes que desarrollan su labor en el País Vasco pronuncian muy a menudo. «Un pieza de toda la vida», dicen de él.
El primero de los secuestros ocurrió en 1992 y el último en 2002. El hombre salió de la cárcel alavesa de Nanclares de Oca con la promesa de volver a los seis días y nunca lo hizo. La dirección del penal le había denegado la salida, pero el juez de vigilancia tenía otra opinión. En cambio, secuestró al menor cuando se encontraba con sus abuelos maternos -los padres de su expareja- y estuvo dos meses en paradero desconocido antes de regresar a prisión. Mientras tanto, según apuntaron los denunciantes, la madre del bebé y antigua compañera del reo había abandonado la casa por «las amenazas» del hombre.
El arresto se produjo el lunes en la localidad vizcaína de Getxo, donde reside habitualmente
El niño estaba en casa de unos amigos en Peñacastillo. Tras dos meses desaparecido, el hombre fue detenido de casualidad. Por una absurda infracción de tráfico que permitió conocer que tenía documentación falsa y a partir de ahí tirar del hilo. Le requisaron dos pelucas, munición de calibre 22, un spray paralizante y un ordenador portátil. Y todo ocurrió en el barrio de Cajo, en Santander. Es decir, que frecuentaba la capital cántabra. Después lo hizo a la fuerza. Más concretamente, la prisión provincial, donde ingresó.
Se llegó a emitir una orden de búsqueda y captura por quebrantamiento de una pena. La que le 'cayó' por falsificación de recetas médicas, robo con violencia y tenencia de armas, como entonces confirmaron Instituciones Penitenciarias. Además, cuando aquello ocurrió, tenía pendiente cumplir otros once años de prisión por almacenar más de 30 kilos de 'speed' y «un arsenal de pistolas, escopetas y detonadoras» en un piso de Bilbao.
El ertzaina que identificó su voz en la grabación seguía sus pasos por otro asalto a un chalé en Álava
No era la primera vez que secuestraba a un hijo suyo. De hecho, ya lo había hecho en dos ocasiones anteriormente. Primero había huido con su hija de tres años al sur de España y después con otro hijo a Brasil, hasta la Interpol le siguió la pista sin ningún éxito.
El 'Bertín Osborne vasco'
De pelo abundante y canoso, posa con sonrisa seductora en las fotos que cuelga en su perfil de Facebook, donde tiene casi dos mil 'amigos'. Se da cierto aire a Richard Gere con una nariz poderosa, patas de gallo cuando ríe y cara de bueno. Pero sus contactos en la red social le identifican más con otro famoso patrio: «Eres el Bertín Osborne vasco», le dicen en un comentario a uno de sus primeros planos. En unas fotos sale con el cabello blanco alborotado, en otras con la típica chapela, otras más con mirada al infinito y gesto interesante, posando con un presentador de televisión, o mostrando cómo era de joven. «El que tuvo retuvo», le piropea una 'fan'. «Pareces Alain Delon, pelucas», le dice otro seguidor. Probablemente muchos de ellos no sepan que el guapo sexagenario de la margen derecha tiene un pasado muy turbio con una treintena de delitos a sus espaldas.
Para despejar las dudas se buscarán los objetos robados y se comparará su voz y la grabación
¿Y su voz? Se dio a conocer el pasado 25 de septiembre, cuando la Policía Nacional hizo un llamamiento ciudadano para identificar al individuo que había llamado desde una cabina para avisar de que se había producido un atraco en un garaje en el que murió el octogenario de Santander. Ese día, su acento vasco y tono de persona mayor se escuchó en todas las radios y televisiones de España. A ratos denotaba nerviosismo, a otros parsimonia y distancia... Podía ser la de un testigo ajeno o la del responsable del robo con resultado fatal, como manejaban como primera hipótesis los investigadores.
Esa voz la identificó un ertzaina que seguía sus pasos por otro asunto -menor en relación a un homicidio-, un asalto en un chalé en un pueblo de Álava. Aseguraba que era la misma persona. Además, en aquel asalto también había inmovilizado a la propietaria con bridas para robarla. La forma de actuar había sido muy similar a la del episodio de Santander. Justo cuando la Jefatura Superior de Policía de Cantabria iba a pedir a los compañeros de la Ertzaintza su detención, se reactivó el otro caso como consecuencia de unas pruebas de ADN que habían dado positivas. Ahora está en prisión preventiva. De momento sólo por el robo de ese chalé, en una causa abierta en el Juzgado de Instrucción Número 2 de Vitoria.
En cuanto al crimen de Santander, oficialmente, sólo es sospechoso. Oficiosamente, todas las flechas le apuntan a él. Las certezas son del 99%, pero aún queda un margen de duda que los investigadores esperan despejar por dos vías. La primera, para confirmar mediante tecnología forense que la voz de la grabación telefónica es la misma que la del detenido. La segunda, analizando los enseres que los agentes encontraron en su vivienda tras su detención y los que guardaba en un almacén de su propiedad de Vitoria. Sospechan que allí pueden encontrar algunos de los objetos que robaron en Santander. Cuando alguien -todo apunta a que él- amordazó y maniató al dueño del garaje de la calle Beato de Liébana y posteriormente hizo lo mismo con su pareja en la vivienda de Alcázar de Toledo, a escasos 400 metros.
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