76 profesionales de Atención Primaria dan el relevo

«Al principio te sientes un poco extraño. Tienes que reubicarte porque desaparecen todas las rutinas que has mantenido durante años», afirma. «Por suerte para mí, la medicina ha sido una parte importante de la vida, pero no toda la vida. Tengo la familia, los amigos y las aficiones, como el deporte, los libros y el cine». Así que no tiene dudas del modo en que ocupará su tiempo de ahora en adelante.

Como él, otros médicos de familia, pediatras, odontólogos, trabajadores sociales, enfermeras, matronas, técnicos de cuidados auxiliares de enfermería, administrativos y celadores compartieron ayer experiencias e hicieron balance en su homenaje de despedida. Una ceremonia que contó con la asistencia del consejero de Salud, César Pascual, que les agradeció «todo lo que habéis hecho en vuestra trayectoria profesional. Os agradezco el esfuerzo, la dedicación, la contribución que habéis hecho al Servicio Cántabro de Salud (SCS) con el trabajo bien hecho de todos».

Hubo abrazos, anécdotas y alguna lágrima de emoción porque muchos de los presentes eran viejos conocidos del Hospital Valdecilla y de la antigua Residencia Cantabria, donde trabajaron antes de llegar a la Atención Primaria. Y en los corrillos se cayó una y otra vez en el pesimismo: «La Atención Primaria ya no es lo que era. Ya no es una prioridad. La enseñanza universitaria está enfocada cada vez más a la medicina de la tecnología y se ha olvidado un poco el trato con el paciente», afirma García del Río. «Desde el punto de vista organizativo también se está dejando caer este primer pilar de la Sanidad y si cae del todo, todo el sistema fallará», lamenta.

Durante el acto, en el que ejerció de maestro de ceremonias el director médico de Atención Primaria, Rubén Cebrecos, dos de los profesionales jubilados dedicaron unas palabras al resto. Fueron la enfermera Lourdes Odriozola y el pediatra Agustín Rollán. Ambos coincidieron en señalar que se cierra una etapa «muy satisfactoria» pero que ha llegado el momento de disfrutar y retomar proyectos que se habían quedado en el cajón.

Rollán es uno de los viejos conocidos por todos. Primero por su especialidad, Pediatría; y segundo porque ha trabajado en tantos lugares que son muchos los compañeros con los que ha compartido jornadas. Siempre tuvo una vocación temprana: «De niño ya dije que quería ser médico de pueblo», y lo consiguió. Después de trabajar durante 15 años en las consultas de Salud Materno Infantil de la Dirección Regional de Sanidad, comenzó su periplo por los centros de salud de diferentes localidades, entre ellas San Vicente de la Barquera, Ontaneda, Bezana, El Alisal, etc.

«Puedo decir que cierro una etapa después de haber logrado lo que siempre había soñado», enfatizó Rollán. Con 67 años dice adiós a una carrera de más de 40 años enfocada a los niños. «Es curioso que al principio no era una especialidad que me llamase la atención; pero luego comencé y pese a que no soy muy niñero, terminé disfrutando mucho de ello», revela con la mirada tranquila de quien sabe que ha dedicado toda una vida a algo que le apasionaba. «La Pediatría es lo más parecido a la Biología. Eres el biólogo del ser humano porque has de tener en cuenta todo el cuerpo y todas las posibles patologías. También es mucho más agradecido que la medicina dedicada a las personas de edad más avanzada».

Uno de los momentos más divertidos del acto fue la entrega de los diplomas a toda la carrera profesional. Como colegiales, todos acudieron a recoger el suyo entre risas nerviosas. «Ha sido un momento bonito», comentó Lourdes Odriozola, que pasó 35 años como supervisora de Cuidados Intensivos del área de Materno Infantil de la antigua Residencia Cantabria. Ahora, con 65 años, pone punto y final a toda una carrera profesional que terminó como responsable de Enfermería del centro de salud de la calle Vargas, en Santander.

«Ha sido una experiencia extraordinaria. La mejor decisión que he tomado en mi vida ha sido dedicarme a la Enfermería», subrayó Odriozola antes de lanzar un consejo a las nuevas enfermeras. «Creo que no debemos olvidar la parte más psicológica de nuestro trabajo. Debemos tener en cuenta que somos profesionales de la sanidad, pero también personas que han de empatizar con el paciente para saber acompañarlo en todos los momentos», recordó.