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A su condición de arquitecto une una fina capacidad de observación, una mirada crítica y una sana vocación por transformar lo necesario como cauce de futuro. Si mira al Santander que desde hace casi un año acoge al Centro Botín apunta que «el edificio de ... Piano ha modificado la percepción de la fachada marítima y ha posibilitado una percepción más amplia de la ciudad». No obstante, Eduardo Fernández-Abascal Teira (Torrelavega, 1956), al frente de un estudio-equipo de referencia en el mundo de la arquitectura concebida desde Cantabria en las últimas décadas, siempre subraya su querencia por los problemas de los barrios más deteriorados y por crear nuevos espacios urbanos y equipamientos, mejorando las viviendas, conectándolos con otros barrios y el centro urbano. En su estudio profesional, creado en el año 79, trabaja junto con Floren Muruzábal, y ahora junto a sus hijos (GFA2). Sus proyectos, obras y trabajos han merecido numerosos galardones y distinciones.
Ahora afronta la rehabilitación de las Naves de Gamazo, tras ganar el concurso de Fomento. Manteniendo su carácter industrial y de espacio abierto, se convertirán en la futura sede de la Colección Enaire de Arte.
–En apariencia las Naves de Gamazo se antojan un espacio singular, aunque modesto, pero un enclave privilegiado. A priori, ¿qué atrajo a su estudio para presentar un proyecto a concurso?
–Nuestra relación con los concursos es contradictoria. Por un lado nos interesan por ser el sistema de conseguir los proyectos normalmente más atractivos, generalmente públicos. Por otra parte el sistema generalizado de concursos en España, sobrevalorando las bajas económicas de los profesionales nos parece tremendamente injusto para los arquitectos. En otros países existen otros sistemas en los que se valora más nuestro trabajo profesional. El Concurso nos pareció especialmente interesante. Un concurso en Santander, junto a la bahía, en un lugar privilegiado, interviniendo sobre un edificio del patrimonio industrial, que se va a destinar a un uso público y expositivo; además la baja económica no estaba excesivamente valorada.. En el momento actual nos atraen especialmente los proyectos de intervención sobre las construcciones existentes.
–En síntesis, ¿cuáles son las señas de identidad de su propuesta?
–La propuesta ha sido elaborada por nuestro estudio, Floren Muruzábal y yo y el estudio GFA2, formado por mis hijos, y responde a una suma de sensibilidades. En el desarrollo colaboraremos con otros compañeros y técnicos. Las naves existentes, al margen de sus diferencias constructivas y estilísticas, se entienden como un conjunto que se desea preservar y valorar. La propuesta se plantea como un estrato más superpuesto a los proyectos anteriores. Se conserva el volumen y la forma de las naves con pequeñas intervenciones, que sugieren los cambios programáticos introducidos. La organización del programa permite liberar el espacio de la nave sur, la más antigua, en la que se crea un espacio expositivo, neutro y flexible, pautado por la estructura existente y con una cubierta unitaria que proporciona una luz difusa, creando una atmósfera de museo. El resto del programa, incluyendo la sala expositiva menor, se dispone en la nave norte, ocupando parcialmente un altillo. Los huecos se cierran para aumentar los paramentos en los que se dispondrán las obras de la Fundación, abriendo cinco nuevos huecos, dos interiores, que articulan los espacios y tres exteriores, de la misma dimensión, el que define el acceso bajo la marquesina, otro en la sala mayor, en la fachada sur abierto a la bahía y otro en el hastial este, en la sala menor, con vistas a la bocana. La propuesta se extiende al exterior definiendo un espacio de acceso con la marquesina, el muro existente, que se cubre de vegetación y flores y el letrero de la Fundación Enaire. Frente a la nave se crea una plaza, que se suma a los espacios de ocio del entorno, pavimentada con losas de piedra caliza de Escobedo, de la misma cantera que el cierre del dique. Se dispone un banco lineal, próximo a la fachada, orientado al sur y con vistas a la Bahía y Peñacabarga. La piedra se interrumpe para crear dos parterres de arbustos con flor, donde se disponen esculturas de la colección, que se podrían extender por el área de Gamazo.
–Es notorio que el Santander de Gamazo se construye con parches, fragmentariamente, lo cual afecta a la coherencia de la zona. ¿Eso es más arriesgado a la hora de concebir un proyecto puntual como el de las naves?
–Hubiera sido deseable que Gamazo y en realidad todo el frente marítimo hubieran sido objeto de un proyecto integral. Ante la falta de esta propuesta general se ha intervenido con proyectos y obras puntuales. La calidad de los diseños, de la mayor parte de estas intervenciones, ha salvado en parte este procedimiento. En nuestro caso concreto, al ser un proyecto relativamente sencillo, condicionado por la existencia de las naves, entendemos que los riesgos son escasos. En todo caso, sería conveneinte que se elaborase ese 'plan maestro' de la fachada marítima.
–En la iniciativa de Fomento se funden arqueología industrial (pasado), un entorno en plena mutación (presente) y una propuesta de arte, museológica, muy abierta (futuro). ¿Cuál ha sido el mayor reto para un arquitecto con tanta experiencia?
–Tal vez, la mayor dificultad del proyecto, consista en conseguir el equilibrio entre la conservación y valoración de las naves, con su singular carácter, y la creación de un espacio expositivo adecuado para la las obras de la Fundación y otras exposiciones temporales, dotándolo de los medios necesarios para satisfacer las exigencias de un espacio expositivo contemporáneo, garantizando tanto la conservación de las obras expuestas como su adecuada percepción. En este sentido los esfuerzos del proyecto se deberán extender a la ejecución de la obra. Confiamos que los resultados sean buenos, con la experimentada colaboración de la museóloga María José Salazar y las aportaciones de los responsables de la Fundación.
–Las condiciones económicas tras la crisis y el legado de mucha desidia y fracaso en la gestión pública no permiten un cambio radical. Pero, ¿se están dando los pasos con un punto de mira integral, cierta coherencia y pensando realmente a medio plazo?
–Quiero pensar que tanto la administración, principal promotor de cierto tipo de arquitectura, como los arquitectos, hemos entendido el mensaje de la crisis. No son tiempos, salvo excepciones, para las arquitecturas icónicas y excesivamente objetuales. La arquitectura debe estar más atenta al contexto en el que se construye, contexto social, físico…Los arquitectos dedicaremos en las próximas décadas nuestros esfuerzos más a la mejora de las construcciones existentes que a la ejecución de nuevos desarrollos, que sigan ocupando territorio. En los últimos años, especialmente entre los arquitectos más jóvenes, se observa esta nueva sensibilidad.
–¿No es el momento de transformar Gamazo como zona de expansión, un nuevo 'Sardinero'?
–Ese mencionado proyecto integra marcaría las pautas para las diferentes intervenciones necesarias. Gamazo es un lugar privilegiado de la ciudad que contiene todavía alguna de las obras más singulares del patrimonio portuario e industrial de la región, la línea de muelles que delimita la línea de la tierra y el mar, el espléndido dique seco de Gamazo…La transformación del área debe respetar estas infraestructuras y edificaciones y estar atenta a las características del paisaje, a la topografía, a la presencia de la bahía…No creo que se trate de un nuevo 'Sardinero' una ciudad balneario y jardín, que en su momento fue espléndida y que mantiene todavía, a pesar de las transformaciones de los años setenta y ochenta unos valores inigualables. Gamazo debe ser básicamente un área dotacional y recreativa.
–Construido ya el Centro Botín, ¿hay un nuevo skyline en Santander o más trampantojo?
–El Centro, con cuya localización fui crítico, está ayudando a activar la vida cultural y recreativa de la ciudad. Los visitantes del Centro, que utilizan más el pachinko y la cubierta que las salas, pueden apreciar desde él las virtudes y los problemas de la ciudad, problemas que aumentan cuando la ciudad asciende por las laderas. En este sentido puede contribuir a aumentar el conocimiento y la percepción de la ciudad, habitualmente limitada a la bahía, al ensanche y a 'El Sardinero'. El proyecto de la fachada marítima deberá asumir, como uno de sus elementos más importantes de su morfología, el edificio de Piano y los nuevos espacios creados en su entorno. El edificio de Piano ha modificado la percepción de la fachada marítima y ha posibilitado una percepción más amplia de la ciudad.
–La vaguada de Las Llamas y otras áreas periféricas ¿deben ser el objetivo urbanístico y arquitectónico del futuro?
–Puede ser, pero a mi me interesa especialmente el problema de los barrios más deteriorados, desarrollados en diversas épocas, el Cabildo de Arriba, San Celedonio, los barrios de la ladera norte…, creando nuevos espacios urbanos y equipamientos, mejorando las viviendas, conectándolos con otros barrios y el centro urbano. No creo que el proyecto de Santander esté ni en 'la ciudad de las postales' ni en los nuevos desarrollos.
–¿Cómo debe responder la ciudad del futuro a su progresiva pérdida de población?
–El problema trasciende a la arquitectura. En las ciudades, en Santander o en Torrelavega creo que la pérdida es relativa, no se trata de una pérdida real sino de una comprensión diferente del ámbito de la ciudad, que se ha extendido a los pueblos limítrofes, en el caso de Santander a Bezana, Astillero, Camargo… y en el de Torrelavega a Puente San Miguel, Cartes, Polanco… El problema real en nuestra región y en otros territorios de España es el abandono del medio rural, la España vacía que diría Sergio del Molino. Tenemos la obligación de intentar buscar soluciones a este auténtico problema, valorando la economía agropecuaria y estableciendo en los pueblos más remotos unas condiciones de vida adecuadas que animen a sus habitantes a mantenerse en sus pueblos e inviten a nuevas incorporaciones. Pienso en Valdeolea, los valles pasiegos…
–¿Considera que se está acometiendo con coherencia la peatonalización?
–El Ayuntamiento de Santander ha hecho un esfuerzo por la peatonalización de las calles en el centro urbano y las medidas de mejora de la accesibilidad en los barrios. Otras ciudades de la región han hecho similares esfuerzos en cuanto a la peatonalización. Sería deseable que se peatonalizasen algunas calles o espacios en diversos barrios de la ciudad para dotarlos de cierta centralidad, evitando su excesiva dependencia del centro. Algunas ciudades anglosajonas son un buen ejemplo. Los proyectos de accesibilidad tal vez debieran haber ido acompañados de un mayor esfuerzo de diseño.
–¿Da la impresión de que existen más ansiedad por construir carriles bici que por sembrar las raíces de una renovación de la ciudad?
–Está bien completar el sistema de carriles bici, pero sería deseable acompañar estas actuaciones de otras medidas que contribuyan a entender la bicicleta como un medio de transporte alternativo y no solo como un instrumento de recreo y deporte. En Torrelavega y en otras comarcas de la región es habitual ver los sábados y domingos las carreteras de poco tráfico plagadas de pelotones ciclistas, en las ciudades las bicicletas siguen siendo escasas.
–Una intervención como la que van a acometer ¿tiene que gustar, ser funcional, atender a las necesidades del arte, integrarse en el entorno?; ¿hay una jerarquía o los factores se intercambian y solapan?
–Debe cumplir todos esos factores y alguno más. Creo que todos tienen una jerarquía similar y se yuxtaponen. En todo caso la funcionalidad, entendida de una manera muy amplia, debe ser innegociable.
–Con la bahía a lado, ¿toda construcción es amago supone frustración, sensación de secundario?
–Tal vez su situación sea su mayor atractivo y la garantía de su éxito público. En la arquitectura como en el cine me gusta valorar los actores secundarios.
–¿Qué le parece el debate sobre las escolleras de La Magdalena?
–Al margen de otros posibles problemas ecológicos, desde el punto de vista de la percepción, me parece que las escolleras modifican excesivamente un paisaje reconocido. A pesar de que la bahía en sí misma tiene capacidad para asumir sus transformaciones y alteraciones , ya lo hemos visto en otras actuaciones, y de que las protestas podrían haberse realizado anteriormente, habiendo participado en los procesos administrativos, entiendo que todas las partes debieran sentarse para encontrar una solución técnica menos impactante. El tema económico no puede obligarnos a aceptar soluciones de las que luego nos arrepintamos.
–Tras el incendio, se plantea ya definitivamente la ampliación del MAS. ¿Su anteproyecto sigue siendo válido o debe someterse a muchas modificaciones?
–Nuestro trabajo, unos estudios previos elaborados hace 10 años, que planteaban una reorganización del museo y los edificios colindantes públicos, incluyendo la imprenta Martínez, pudiera servir de base, con los ajustes oportunos para acometer el necesario proyecto del Museo, un proyecto que abarque no solo la arquitectura sino el contenido, incidiendo en la valoración y divulgación de las obras más representativas de nuestro arte, incidiendo en lo local. Los museos de Bilbao y Oviedo son espléndidos ejemplos. La Administración ha optado por convocar un concurso. Si nuestras obligaciones nos lo permiten, me imagino que presentaremos una nueva propuesta.
–¿Una planificación integral de La Florida puede propiciar el epicentro cultural de Santander?
El proyecto del Museo y otras intervenciones menores pueden contribuir a reactivar la Florida, extendiendo la ciudad, que se concentra excesivamente alrededor del Paseo Pereda.
–¿Construiría siempre un nuevo edificio para el Museo de Prehistoria, o cree que es un derroche existiendo otras posibilidades?
–Creo que sería interesante estudiar los edificios disponibles y su adecuación, con las intervenciones necesarias, rehabilitaciones, ampliaciones…, para localizar el Museo de Prehistoria. En el caso de que no hubiera ninguna opción aceptable se podría pensar en el solar adecuado para construir un nuevo Museo. No creo que sea un problema la diferencia de coste entre la rehabilitación y la nueva construcción, sino de aprovechar estas oportunidades para rehabilitar y poner en uso algunos edificios inutilizados y deteriorados de nuestro patrimonio.
–El Cabildo, la reunificación ferroviaria, el frente marítimo...hasta que no se encaucen estas obras de envergadura, ¿lo demás es maquillaje?
–No, la ejecución de estas grandes obras, el Cabildo tiene una escala menor, no debe hacernos olvidar la necesidad de intervenir en otras áreas menores, toda obra bien pensada, por pequeña que sea, puede contribuir a la mejora de la ciudad y a la vida de sus ciudadanos.
–Santander sigue pagando las malas decisiones políticas tras el incendio de 1941?
–No creo que debamos atribuir todos los problemas de la ciudad a las decisiones de esos años. Prefiero muchos desarrollos urbanos de los años 50 que algunos de los barrios desarrollados en los 70 y en los 80. Santander como el resto de las ciudades debían confiar más en los proyectos de arquitectura para transformar y mejorar la ciudad. Tal vez se hayan hecho excesivos esfuerzos en la elaboración de planes urbanísticos y hayamos gastado pocos recursos en la elaboración de proyectos urbanos. Sin abandonar los microespacios, debemos abordar proyectos de una escala mayor que mejoren los accesos a la ciudad, cualifiquen y articulen sus barrios, creen un sistema de espacios verdes...
–¿Augura nuevas burbujas tras la crisis?¿Espera una arquitectura más racional?
–De momento y en nuestra región no, aunque vivimos en un mundo global y nuestra situación puede variar. Ya he comentado que existe una nueva actitud, una nueva sensibilidad y espero que no volvamos a caer en los excesos del cambio de siglo. La arquitectura será más racional, eficaz, humana y sostenible.
–¿Salimos definitivamente de la arquitectura del megaespectáculo?
–Pienso que en nuestro ámbito territorial si. Tal vez estas arquitecturas sigan teniendo, durante unos años, cierto 'éxito' en los países 'del Golfo' y en algunos países derivados de la antigua URSS, que intentan crear una nueva identidad.
–¿Vislumbra soluciones a los males de la ciudad?
–Soy optimista, aunque no creo en las grandes soluciones sino en las pequeñas mejoras del día a día, construir un pequeño centro de barrio, crear una plaza, mejorar las condiciones de vida en muchas infraviviendas…
–Cuando se implica en un proyecto, ¿cuál es el punto de atracción?
–Todos los proyectos los realizamos en equipo de manera colectiva. Estamos acostumbrados a colaborar con otros arquitectos, con otros estudios, últimamente con GFA2. Esto obliga a racionalizar y objetivar el desarrollo del proyecto, buscando el buen funcionamiento, la valoración del patrimonio, la eficacia ambiental, la adaptación al contexto, la buena construcción… pero nunca se olvidan las obsesiones y sensibilidades personales, el gusto por determinadas formas elementales, la creación de espacios confortables y luminosos, la relación exterior/interior…, la utilización de determinadas referencias tomadas prestadas de la historia de la arquitectura, incluso de la historia más reciente.
–¿En qué consiste una arquitectura ética?
–Entiendo que toda buena arquitectura es o debe ser ética, atenta a generar espacios adecuados – equipamientos, espacios públicos, infraestructuras y viviendas- para la vida de las personas, adaptada al medio en que se localiza, urbano o rural, y que utilice adecuadamente los recursos disponibles, ajustando los gastos y minimizando su huella.
–¿Cuál es su concepto/visión de la ciudad de siglo XXI? ¿Hay modelos a seguir?
–En nuestro ámbito territorial no creo que sea el momento de proyectos de nuevas ciudades, tal vez Chandigarh sea la última ciudad ex novo interesante. No creo que sea necesario por tanto un modelo de ciudad sino una actitud y un modelo de intervenir en las ciudades existentes.
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