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Con motivo del 90 aniversario del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, Baltasar Rodero, exdirector adjunto del centro en la década de los 70 y 80, explica el desarrollo de la institución médica en unos años clave para entender su envergadura y significado actual. «Fueron tiempos ... espléndidos de desprendimiento personal y generosidad sin límites», resalta. Además, como fundador de tres consultas privadas en la región, el médico expone algunas de las patologías psiquiátricas más comunes de hoy en día y destaca la importancia de la salud mental.
–¿Cómo se encontraba el hospital cuando llegó a la dirección en 1973?
–El centro estaba en un momento de brusco cambio después de figurar entre los tres hospitales más importantes de España junto al Santa Cruz y San Pablo de Barcelona, y el de Basurto, en Bilbao. Valdecilla era propiedad de la Diputación y fue adquirido por el Insalud (Instituto Nacional de la Salud), que era una institución estatal con dinero. Así, Valdecilla y la Residencia Cantabria se unieron para crear el Centro Nacional Marqués de Valdecilla.
–¿Qué cambios se introdujeron?
–Valdecilla cambia arquitectónicamente porque pasa de organizarse horizontalmente en pabellones a estructurarse en vertical. Comenzamos con una organización sanitaria porque anteriormente los pacientes se ubicaban sin ningún orden. Por eso, establecimos áreas de camas por especialidad de acuerdo con la atracción hospitalaria. Cada especialidad dispone de un número determinado de camas y de un área hospitalaria específica. Además, creamos una unidad estadística en la que observamos las camas en su conjunto y las alta e ingresos en el instante que se producen.
–¿Nacen las especialidades?
–Sí. Empezamos a hablar de diferentes especialidades. Nace el servicio de Neumología, Digestivo, Reumatología, Neurología, Radiología, los laboratorios, Microbiología, etc. También potenciamos las unidades de Cardiología Hemodinámica y Cirugía Cardiovascular pensando en los potenciales trasplantes. Durante mi etapa nació también la Medicina Preventiva, que es la que nos informa de las infecciones hospitalarias, y la unidad de Estadística, que nos permite ver la realidad del momento. Todas estas circunstancias también influyeron en la creación del centro de Traumatología.
–¿Cómo quedó el hospital?
–Se trasladó de la Residencia Cantabria a Valdecilla la especialidad de Urología y Cirugía General y quedó en la Residencia Materno-Infantil, se incorporó Rehabilitación... Todo esto hizo que el hospital adquiriera un carácter cualificado y puntero.
–¿En qué lugar estaba la psiquiatría en esos momentos?
–La psiquiatría siempre ha sido una de las ramas más adelantadas en Valdecilla, cuando solía estar muy abandonada en el resto de hospitales. El hospital ya contaba con un pabellón dedicado a esta especialidad, pero durante mi etapa en la dirección surge, además, la Urgencia Psiquiátrica, con camas hospitalarias, algo casi inédito en el ámbito sanitario
–¿En medicina se tiende a priorizar el daño físico de una enfermedad frente al daño psicológico?
–Sí, pero el daño mental es el más importante. En muchos casos de accidentes de coche en los que el afectado se golpea la cabeza, se tiende a perder la manera de ordenar las ideas. Además, aparece la impulsividad y surge una patología específica cognitiva que afecta a la memoria y al razonamiento, pero que se puede rehabilitar. Se rehabilita como se puede rehabilitar una pierna o un brazo. Tiene un tratamiento específico para que el afectado se pueda recuperar y pueda tener una vida con un cierto grado de calidad.
Baltasar Rodero es un médico especialista en Psiquiatría. En 1973 se incorporó como director adjunto del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla y fue uno de los impulsores de la transformación del centro hacia lo que significa hoy en día. En el año 1982, tras aprobar la oposición de Psiquiatra de Sanidad, concursó a la jefatura del Servicio de Salud Mental creado por el Gobierno de Cantabria. Una vez superada la prueba, estuvo en este cargo hasta el año 2002, fecha en la que solicitó una excedencia para dedicarse a la actividad privada junto a sus dos hijos y a 15 compañeros de otras especialidades. A día de hoy, tiene tres consultas en Santander, Torrelavega y Bezana y colabora semanalmente con una columna de opinión en este periódico.
–¿Existe la aceptación general de que, si no hay dolor físico, un individuo está sano?
–Sí y está mal hecho. Tenemos que entender que un individuo cuando está sano es cuando sabe estar en su sitio pero, a veces, sin tener ningún problema físico, es inadecuado. Ya sea por mirar fijamente a una persona, hacer una mueca extraña, hacer gestos, decir cosas intempestivas o inadecuadas... En consecuencia, no sabes estar porque tienes una alteración cognitiva o emocional importante.
–¿Qué papel ocupa la psiquiatría dentro de la medicina?
–Es muy importante. Tratamos a muchísima gente. Más del 52% de los individuos deberían de ir al psiquiatra para entender cuáles son sus capacidades y cómo las ejercen. También hay que ver qué forma tienen de estar con los demás y de estar consigo mismos porque hay personas que no se aguantan y no se aceptan.
–¿Son muchas estas personas?
–Está calculado que más del 12% de la población va a sufrir depresión en algún momento; que más del 20% –en especial las mujeres– va a sufrir ansiedad, o que el 50% de los pacientes que acuden al médico de Atención Primaria sufren una patología psiquiátrica. Todas estas personas son gente que no entienden la vida, que no saben estar con los demás ni consigo mismos y que, por tanto, sufren. Necesitan un psiquiatra porque la vida es breve y tenemos que aprovecharla y, para eso, debemos aprender a estar en ella y a disfrutar de ella. A día de hoy, el insomnio, la ansiedad o el dolor de espaldas son patologías muy frecuentes
–¿El insomnio o el dolor de espalda pueden ser tratados por un psiquiatra?
–Pueden ser, no: tienen que serlo. El insomnio es consecuencia del malestar del día. No puedes conciliar el sueño, por lo tanto, tienes que ir al psiquiatra, que es el único que entiende de esto. Este es un problema de curar y un imnótico no te va a ayudar a solucionarlo. También sucede que muchos problemas de espalda son problemas psicosomáticos porque tenemos una carga que no podemos llevar y que nos sobrepasa. Este tipo de personas tiene que venir al psiquiatra para ver cómo solucionar esa inquietud.
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