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El PSOE de Pablo Zuloaga comenzó hace un año la legislatura con el objetivo de marcar perfil propio en el bipartito con el PRC y abanderar las políticas progresistas del Gobierno autonómico. Nada muy distinto a lo que ya intentaron las anteriores ... secretarias generales de los socialistas en su papel de vicepresidentas regionales: Lola Gorostiaga en 2003 y 2007 y Eva Díaz Tezanos ocho años después. Entonces, los críticos de su partido les echaban en cara lo mismo que ahora achaca a Zuloaga el sector que salió derrotado en último congreso interno que se resolvió por primarias y dejó a la formación divida. Que la intención se queda en intento.
Los argumentos eran similares, pero el contexto es distinto. Con altibajos en la relación, y dejando a un lado el enfrentamiento con el exministro de Fomento José Blanco por la paralización de las obras del tren a Madrid, Miguel Ángel Revilla casi siempre ha mostrado buena sintonía con el líder de los socialistas de turno en Madrid -José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y Pedro Sánchez, sucesivamente-, tanto cuando este último estaba en La Moncloa como cuando lideraba la oposición. Una posición que ayudaba a la convivencia PRC-PSOE en Cantabria y propiciaba la renovación de las alianzas.
Ahora Revilla está en otro punto y ya ha avisado de que, después de ver los criterios de reparto del fondo covid o el recurso a la sentencia que obligaba al Estado a pagar la anualidad de Valdecilla de 2016, no va a «tolerar» un nuevo «agravio» del Gobierno nacional.
LAS PRIMARIAS, AÚN SIN FECHA
Ante esa afrenta directa a Sánchez, el PSC mantiene un perfil bajo. O guardan silencio -como ha hecho cuando ha sido consultada su opinión sobre este particular- o prefiere relativizar. Quitarle importancia. Internamente, se entiende que a la dirección de Zuloaga no le queda otra opción después de que Revilla avisara de que no aceptará una insubordinación más ni falta de respeto a la figura del presidente regional. De lo contrario, estaba dispuesto a abrir la puerta de salida a los cuatro consejeros socialistas. Así se explicó después de la amenaza -y posterior rectificación- de romper el pacto de Gobierno en Cantabria si el diputado regionalista, José María Mazón, no apoyaba la investidura de Sánchez, como finalmente ocurrió. El mismo perfil bajo que cuando el PSOE ha votado una cosa en el Parlamento autonómico y otra en el Senado, como ocurrió el pasado invierno con los millones pendientes por el IVA de 2017.
Una relación con el PRC que los socialistas defienden que siempre ha beneficiado a los cántabros, pero que casi siempre les ha perjudicado electoralmente frente a los regionalistas, que se han convertido en expertos en pescar votos -especialmente en los comicios autonómicos- en todos los caladeros. Pero hay más, porque al fuego amigo del socio regionalista se suma el enemigo del PP. Los populares, ahora inmersos en la búsqueda del consenso para lograr un pacto económico, no dejan de hacer guiños al PRC para que rompa el bipartito y saque a Zuloaga y los suyos del Ejecutivo. Según la jefa de la oposición, María José Sáenz de Buruaga, mientras que gobiernen juntos, los errores del PSOE serán responsabilidad de Revilla.
Lo han dicho en muchas ocasiones: no quieren sentarse en el Consejo de Gobierno, pero están dispuestos a garantizar la estabilidad. Garantizar la estabilidad, y de paso mover la balanza de la política autonómica hacia el lado derecho, donde, por cierto, algunos regionalistas se sienten mucho más cómodos. ¿Y qué dice Revilla? Niega que haya motivos «por ahora» para la ruptura, pero se deja querer. Y avisa de que esto podría cambiar si el Estado no cumple los compromisos con Cantabria, especialmente en materia de infraestructuras.
Todo ello de casa para fuera. En clave interna, la paz tampoco ha devuelto a Bonifaz, la todavía sede de los socialistas cántabros, en proceso de venta. Con la noticia de la intención de mudarse a la calle Vargas que adelantó El Diario Montañés se ha vuelto a comprobar que las costuras del traje socialista se abren con sólo mirarlas. Tres años después de las primarias que le dieron la victoria sobre Díaz Tezanos, Zuloaga no ha logrado el objetivo siempre difícil en el socialismo cántabro de unir a la militancia. También se ha visto recientemente con las críticas de José Manuel Cruz Viadero, exalcalde de Torrelavega, al secretario general en la ciudad, Bernardo Bustillo, a cuenta de su descuido en un Pleno telemático en el que apareció desnudo.
Referentes que apoyaron a Zuloaga en aquel proceso interno consideran ahora que no ha sabido aprovechar el plus de legitimidad que le dio ganar con el voto directo de los afiliados para cerrar heridas y que ha desperdiciado la «ola de ilusión y renovación» que generó su triunfo frente a la vieja guardia. Tres años más tarde, 'zuloaguistas' y 'tezanistas' han seguido echando sal en la herida y las hostilidades han hecho que las piezas se dividan aún en más pedazos.
Los que nunca estuvieron con la actual dirección (el 45% del censo voto a la otra opción) siguen sin estarlo. Lo que ocurre es que una parte de los que sí respaldaron a Zuloaga también ponen 'peros' su la gestión. A un año de las próximas primarias a secretario general en Cantabria -la fecha es aproximada, porque depende del calendario orgánico nacional-, la sensación generalizada es que habrá dos o más candidaturas en ese proceso interno que ya empieza a generar inquietud entre las bases, que no dan por hecha la reelección del actual líder. El alcalde de Colindres, Javier Incera, afín a Tezanos, no descarta ser uno de ellos, pero también suenan los nombres de otros regidores
Incluso tienen dudas de que la dirección pudiera vencer a una candidatura diferente miembros de la Ejecutiva 'zuloaguista', algunos convencidos entonces y todavía del proyecto político del exalcalde de Santa Cruz de Bezana, otros que se han bajado del carro por el camino, y otros que le secundaron «por descarte» y en pos de la renovación. ¿Qué alegan? La falta de participación de los militantes y de la Ejecutiva en la toma de decisiones, el «excesivo personalismo del líder», la poca participación en las asambleas locales o la falta de comunicación con los alcaldes, además de no defender las siglas del PSOE frente al PRC.
En el bando de los decepcionados figuran algunos miembros destacados del sector de la UGT o del 'mañanismo', que por un motivo u otro se han visto desplazados y agraviados. Aquí están el exdelegado del Gobierno Eduardo Echevarría, el excabeza de lista al Congreso Luis Clemente o el propio Francisco Fernández Mañanes.
También respaldó a Zuloaga el diputado Pedro Casares, al que todos ven como los ojos de Sánchez en Cantabria, centrado hoy en la política nacional e independiente del secretario general autonómico. Podría dar un paso adelante si se lo piden en Madrid, como ya ocurrió hace medio año con su candidatura al Congreso, que también generó ruido interno en el PSC. Casares tiene agenda propia y casi siempre vinculada a la de la delegada del Gobierno, Ainoa Quiñones, y el portavoz que le sustituyó en Santander, Daniel Fernández.
El PSOE continúa la tramitación de los expedientes disciplinarios abiertos contra Zara Ursuguía, José Otto Oyarbide y Marta Domingo, los tres militantes afines a Tezanos que realizaron una rueda de prensa frente a Bonifaz para reclamar información y denunciar la opacidad de la dirección. Ese proceso, que podría acabar con su expulsión del partido, sigue pendiente de resolver. Mientras tanto, se han entregado 285 firmas de militantes (cerca del 10% de los afiliados) que apoyan a los expedientados y 40 de los 200 miembros del Comité Regional han remitido una carta en la que reclaman los mismos datos que Ursuguía, Oyarbide y Domingo, entre otras cosas los cierres contables de los últimos tres años.
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