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El PSOE que nació con el felipismo

El PSOE que nació con el felipismo

40 aniversario. Cinco históricos dirigentes del PSOE cántabro rememoran el triunfo electoral de 1982 y su impacto en la región

Gonzalo Sellers

Santander

Domingo, 13 de noviembre 2022, 07:21

Aquella foto ya forma parte de la historia de España. Asomados a la ventana de una de las habitaciones del Hotel Palace de Madrid, Felipe González y Alfonso Guerra levantan sus puños al cielo para saludar a la marabunta que se ha reunido en la calle. Era el 28 de octubre de 1982 y el PSOE acababa de ganar las elecciones generales con una contundente mayoría absoluta. Mientras tanto, en el Hotel Santemar de Santander, una nueva generación de políticos nacida al abrigo del felipismo también celebraba eufórica aquel cambio en España. «Todavía recuerdo la emoción que sentí cuando salieron Felipe y Guerra al balcón esa noche, no podía creer lo que habíamos conseguido». La que habla es Ángeles Ruiz Tagle, poseedora del carné número 3 del PSOE cántabro, y una de aquellas protagonistas de la fiesta socialista en Santander. Se cumplen ahora 40 años de aquel primer triunfo del felipismo, muy vivo en la memoria de históricos socialistas cántabros, entonces sólo unos jóvenes militantes que empezaban su carrera política en plena Transición, como Rosa Inés García, Enrique Ambrosio, Miguel Ángel Palacio, la citada Ruiz Tagle y Jesús Cabezón.

Este último dibuja un esbozo de cómo era aquel PSOE cántabro que se subió al tren del felipismo: «La primera asamblea a la que acudo, en verano del 76, se celebró en la casa de Jaime Blanco. Y cabíamos todos en su despacho. Ese era el PSOE de aquella época. Todavía no estaba legalizado, no había celebrado su Congreso en Madrid, pero había cierta percepción de que debía jugar un protagonismo en la Transición. Y nos unía un objetivo visceral: el anticomunismo. Éramos una generación nueva que no había hecho la guerra, como sí ocurría en el PC. En el 82 eso jugó un papel clave».

Vídeo. Pablo Bermúdez

Aquella victoria electoral llegó en un momento histórico crucial, con un reciente golpe de estado fallido, con Cantabria inmersa en su proceso de autonomía y con un panorama económico desolador en el que se perdían miles de puestos de trabajo al mes y la inflación rondaba el 15%. «Recuerdo la enorme expectativa que generaba el PSOE ante una situación política dificilísima, con un partido descompuesto como UCD, un intento de golpe militar… Era un país desmembrado», añade Ambrosio. «Lo que interesaba era ganar por una amplia mayoría y tener un apoyo social mayoritario para llevar a cabo un, programa socialdemócrata. Era una situación social y económica complicada la de aquella España. Y eso el PSOE lo sabía. Los que estábamos en provincias teníamos menos información, pero intuíamos que era un momento decisivo para desarrollar un programa amplio para sacar a España del atolladero en el que se encontraba», relata Cabezón.

En medio de la vorágine de acontecimientos sociales y económicos de 1982, el PSOE se presentó a unas elecciones dispuesto a que la izquierda volviera a gobernar en España más de 40 años después. «Sabíamos que íbamos a ganar y el triunfo fue impresionante, pero se nos exigía mucho e hicimos mucha movilización con aquellos sectores profesionales que queríamos que nos diesen su confianza, como los profesores, los sanitarios...», explica Rosa Inés García. «La ciudadanía quería un cambio y sabíamos perfectamente que ese cambio era el PSOE. Lo que desconocíamos era en qué proporción iba a ser ese cambio. La máquina electoral del partido estaba muy engrasada y Alfonso Guerra clavó el resultado en 202 diputados y mayoría absoluta», coincide Ruiz Tagle.

Miguel Ángel Palacio, que aún conserva en buen estado el denso programa electoral del PSOE para los comicios autonómicos de 1983, se acuerda con mucho detalle de aquella noche electoral de otoño de hace 40 años: «Estaba en Suances con otros militantes del partido, pero no hubo celebraciones multitudinarias. La mayoría de la gente votó y se fue a casa a ver la televisión. Hubo una moderación tremenda en la administración de aquel éxito porque muchos no sabían qué iba a pasar con aquel voto dado a los socialistas». «Sí, hubo mucha insistencia en mantener la calma y no montar algarabías en la calle –confirma Ruiz Tagle– porque Alfonso y Felipe pensaban que eso podía dar problemas en aquel momento».

Con un capital social de apenas 1.200 militantes en Cantabria en aquel momento, y desde la recién estrenada sede de la calle Castilla, aquellos primeros dirigentes socialistas se concentraron en incorporar a la agenda nacional las reivindicaciones locales. «Todo nos venía dado desde Madrid, desde el diseño de campaña hasta el eslogan, los mensajes, el programa… las demandas lógicas de aquí había que incorporarlas al discurso nacional. Eso lo hacíamos, sobre todo, cuando venía algún líder de Madrid, como Javier Solana o el propio Felipe González, que incorporaban esos mensajes locales a un discurso de cambio que necesitaba España», explica Cabezón. «Y mucha gente de los sectores de la educación, la sanidad y las políticas sociales se nos acercaba para preguntar qué íbamos a hacer en Cantabria», añade Ruiz Tagle.

Pero, ¿de qué se hablaba en Cantabria aquella campaña electoral? ¿Cuáles eran esas reivindicaciones? «El aislamiento era un tema recurrente –recuerda Palacio–, y se mantuvo la demanda de autovías durante muchos años después. También la ganadería fue un tema central. Hay que recordar que en 1982 había en Cantabria 35.000 explotaciones ganaderas. Y el 95% de ellas tenía menos de 9 vacas. Se imponía hacer una reestructuración del sector».

El despacho vacío

Ambrosio, que poco tiempo después sería consejero de Industria del Gobierno de Cantabria, acompañó a Jaime Blanco a Madrid, poco después de la victoria electoral, para hablar con el nuevo ministro de Transportes, Enrique Barón, sobre el Santander-Mediterráneo. «Llegamos y su despacho estaba vacío. Completamente. Nos abría los cajones y no había nada. El anterior Gobierno lo había dejado todo vacío. Le expusimos los deseos del Santander-Mediterráneo, pero los números de rentabilidad de ese tren no salían. Y ante el drama que vivía España no se logró reactivar el proyecto».

La avalancha socialista de aquel año se llevó también por delante al PCE de Santiago Carrillo, que quedó reducido a la mínima expresión. Fue un tsunami que transformó por completo el archipiélago político en España, donde emergió con fuerza la Alianza Popular de Fraga, a la que se irían adhiriendo la mayor parte de los restos del naufragio de UCD. Cuarenta años después han cambiado muchas cosas, entre ellas que el PSOE de Pedro Sánchez gobierna en coalición con Podemos, herederos de aquel PCE. «El partido se ha ido acomodando a los nuevos cambios y dando respuesta a las nuevas necesidades. Con los comunistas no le ha ido nunca bien al PSOE y en este momento no creo que sean los mejores socios para gobernar, pero el PP puso muy difícil poder constituir gobierno», destaca Rosa Inés García. Tampoco a Cabezón le gustan esos compañeros de viaje: «No me gusta la coalición con Podemos, ni cuando Bildu apoya al Gobierno, pero me gustaría que el Congreso no tuviera la fragmentación que tiene. Es muy complicado armar una mayoría estable para sacar la legislatura adelante. El PSOE, con todas las dificultades que ha tenido, ha hecho una legislatura con un bagaje muy positivo».

Felipe, los niños y las pancartas de la OTAN en la Plaza de Toros de Santander

Rosa Inés García aún se ríe cuando recuerda cómo toreó Felipe González las críticas a la OTAN durante el mitin que celebró en la Plaza de Toros de Santander en plena campaña electoral, en octubre de 1982, ante 10.000 personas. «El centro de la plaza estaba lleno de gente con carteles de 'OTAN no, bases fuera'. Felipe veía que aquello se descontrolaba y, también, que en el tejadillo de la plaza se amontonaban chiquillos para ver el mitin. Con esa maestría genial de andaluz que tiene, gritó: 'Esas criaturas, por favor, no se vayan a caer y se maten'. Entonces, todo el mundo se puso a mirar a las criaturas, nadie hablo más de la OTAN y el mitin fue magnífico. En aquella campaña no se mencionó la OTAN, eso fue un triunfo de estrategia electoral clarísimo del equipo de Guerra».

Ambrosio, por su parte, ve diferencias y semejanzas entre aquel partido de Felipe y el actual de Pedro Sánchez. «Claro que es distinto el PSOE de 2022 al de 1982. Han pasado 40 años, las personas y el escenario son distintos, pero sigue siendo el partido de la reforma laboral, del salario mínimo, el de la mejora de las pensiones… ¿Sería mejor en solitario? Sí, pero es imposible gobernar con otros socios porque no existen. De todos modos, Podemos se ha suavizado bastante respecto a aquel de asaltar los cielos».

Miguel Ángel Palacio sí echa en falta ciertos resortes internos del partido que se han desmontado, o al menos diluido, con el paso de los años. «Me gustaría recuperar ese PSOE antiguo porque hemos perdido el espacio del Comité Federal del debate y la reflexión. Incluso, pasa lo mismo en las agrupaciones locales. Esto ha creado una desafección en los militantes y en los votantes en relación a los dirigentes. El PSOE, eso sí, se sigue identificando con la socialdemocracia y, por ejemplo, la subida de las pensiones del 8,5% es una decisión revolucionaria, adaptarlas a la carestía de la vida es una decisión histórica tomada, además, en contra de la derecha de este país. Ahí están la señas de identidad del PSOE».

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