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Francisco Vázquez (La Coruña, 1946) ha sido alcalde socialista de La Coruña, diputado, senador y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias; también fue embajador de España en el Vaticano y, sobre todo, un enamorado de la Transición, época que vivió intensamente y ... de la que participó. Hoy llega al Ateneo de Santander para exponer, a partir de las 19.30 horas, su 'Elogio de la Transición', un periodo que anhela. Afirma no reconocer al partido en el que siempre ha militado, al que desea «una derrota electoral» el próximo 23 de julio, para que le provoque una «catarsis» que desemboque en un proceso de «refundación».
-Viene al Ateneo de Santander para hablar de la Transición, para elogiarla.
-Es que me preocupa y me sorprende ver cómo hemos vuelto a esa política de confrontación, de división, de frentismo, de las dos Españas... Se busca un escenario emocional y no racional en la política, sobre todo en los últimos años de este Gobierno. Han resurgido aspectos que creíamos superados. Los pactos políticos han dado protagonismo a partidos que lo que buscan es la ruptura de la unidad de España.
-Siempre que se alude a aquella época se habla de su espíritu. ¿Existió realmente o es una proyección romántica?
-Existió, fue real. Es lo que explica que por qué fue la primera vez en la historia de España en la que se creó una Constitución que a todos agradó. ¿Por qué? Porque por primera vez los partidos políticos asumieron y renunciaron a parte de sus principios para lograr el acuerdo. Lo más importante de todo fue la reconciliación nacional, que buscó superar el pasado y que hoy ha sido destrozada por la desgraciada Ley de Memoria Democrática, que pone en primera línea del debate una reinterpretación falsa de la historia, una reinterpretación sectaria.
-¿Es atrevido hablar de reconciliación cuando las heridas que dejó la Guerra Civil tras el golpe militar de Franco y su posterior dictadura siguen aún supurando?
-Es que el Gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez ha querido utilizar desde un punto de vista emocional el recuerdo del pasado. Los mismos hechos son o no condenables según el sujeto ejecutor de los mismos. Eso ya lo habíamos superado. La reconciliación era una realidad. Los franquistas y los nuevos partidos atendieron a lo que mandaba el pueblo, y lo superaron.
-¿Cree que comparten esa idea las familias que aún buscan los restos de sus allegados?
-Es que tiene que haber una gran reconciliación nacional y eso pasa por entregar los restos de las personas que se encuentran en enterramientos anónimos. Eso no tiene nada que ver con intentar controlar la verdad histórica. La ley introduce un control de los acontecimientos, una condena sectaria. Nadie en su sano juicio se opone a la petición de las familias. Es un argumento falaz que se utiliza para distorsionar.
-También exigen que les pidan perdón.
-Pero tiene que ser un perdón colectivo, desgraciadamente es una historia que todos tenemos que tratar de superar y en la que todos tenemos que pedir perdón. Fue la España de los excesos la que provocó la Guerra Civil, aunque esta última fue la consecuencias de episodios precedentes como la Revolución del 34 o el golpe de Estado del 32.
-¿Cómo valora la situación política actual de España?
-Me preocupa mucho por la concesión que se ha hecho a los partidos nacionalistas, que han creado un escenario muy inquietante para el futuro de España, sobre todo en Cataluña y el País Vasco. Allí se utiliza la educación como instrumento político y el adoctrinamiento de las personas.
-Hay elecciones generales a la vuelta de la esquina. ¿Qué escenario barrunta?
-Mi conferencia no había sido programada para la época electoral. En unas elecciones, el voto no se otorga por lo que se dice en las campañas, sino de manera racional por la gobernabilidad de los últimos años, con sus errores y sus aciertos. Me preocupan las consecuencias para España si continúan partidos políticos que son claramente anticonstitucionales. Lo que más me sorprende es que han contado con la alianza de lo que hasta ahora era un partido de corte constitucional como era el PSOE.
-¿Cree que lo acabará pagando Pedro Sánchez?
-Hay un afán de cambio en la ciudadanía, eso es obvio. Ya se ha visto en las pasadas elecciones autonómicas. España necesita ahora un cambio de ciclo y el PSOE una derrota que le provoque una catarsis interna que le permita retomar sus propias señas de identidad: un partido de corte socialdemócrata desde el punto de vista ideológico. También necesita una refundación.
-¿Tanto ha cambiado 'su' PSOE?
-Ahora no tiene nada que ver con lo que era. El de ahora está marcado por los pactos de Pedro Sánchez y sus alianzas. Ha pactado con los partidos contrarios a la Transición, a la Constitución y a la unidad de España. Lo ha colocado en una posición radical que no tiene nada que ver con el PSOE tradicional.
-El consenso con el que siempre se apela a la Transición ahora parece imposible. Todos ponen líneas rojas antes de sentarse incluso a hablar.
-Las líneas rojas las marca la izquierda, desgraciadamente. Es algo que se arrastra desde la época de José Luis Rodríguez Zapatero. Las únicas líneas rojas deberían fijarse con los quieren acabar con la unidad de España.
-Para el PSOE, es Vox.
-Pues es un partido constitucional que tiene una ideología muy conservadora, que no comparto. No lo es Esquerra Republicana de Cataluña, que ha intentado un golpe de Estado con el falso referéndum.
-Para el PP, es Bildu.
-Es que Bildu es la continuidad de ETA. No la ha condenado ni renunciado a ella. Es un partido rechazable mientras no pida perdón. No se le puede considerar un partido democrático.
-Ha publicado el libro 'Dicho queda. La mirada de un católico' en el que pide que los políticos expresen públicamente sus creencias religiosas.
-Es que es bueno saberlas antes de ir a votar, las tengan o no, lo mismo que sabemos cuál es su equipo de fútbol favorito o su inclinación sexual... Yo lo pido porque eso nos serviría para conocer si un político es coherente con sus creencias. Es que el hecho religioso se ha intentado reducir al ámbito de lo privado.
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