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¿Se pudo haber evitado la muerte del leopardo persa de Cabárceno?

¿Se pudo haber evitado la muerte del leopardo persa de Cabárceno?

Los animalistas ponen el foco en las insuficientes medidas de seguridad, ya que el protocolo europeo señala que con un código rojo como el del pasado martes se debe abatir al animal

Ana del Castillo

Santander

Martes, 12 de noviembre 2024, 07:17

La página 24 del protocolo europeo que fija los 'Estándares para el mantenimiento de especies y sus instalaciones' señala que el objetivo de la acción de un código rojo, como el del pasado martes en Cabárceno cuando uno de los dos leopardos persas se escapó del recinto, es claro: «Abatir y dar muerte al animal». El documento de la Asociación Ibérica de Zoos y Acuarios (Aiza) indica que estos animales –los grandes felinos, los gorilas, chimpancés adultos y cualquier animal de código amarillo que sea particularmente agresivo o esté asustado– son los que probablemente «maten más rápido o causen mayor daño físico a los seres humanos que encuentren», por lo que debe convocarse al equipo de disparo y poner en un lugar seguro a todo el personal, voluntarios y visitantes lo antes posible.

Tres situaciones de alerta roja

  • 1 Cuando un animal no pueda ser contenido de ninguna otra forma y suponga un riesgo manifiesto.

  • 2 Cuando una persona se encuentre en peligro amenazada por un animal peligroso o potencialmente peligroso fugado.

  • 3 Cuando un animal peligroso o potencialmente peligroso intente salir fuera de los límites del parque.

Una semana después del triste suceso, los animalistas centran las responsabilidades en la dirección del Parque de la Naturaleza, pero no tanto por la forma de solucionar el incidente o por si hubiera sido posible administrar un dardo tranquilizador, sino porque las medidas de seguridad evidencian que hay un «problema muy serio».

Rubén Pérez, portavoz de la Fundación Franz Weber, dice que «si traes a una pareja de leopardos de estas características tienes que tener instalaciones adaptadas y medios de prevención óptimos a sus condiciones físicas. Si trepando superó la zona electrificada es evidente que hay un fallo», señala Pérez, para quien Cabárceno «es más un parque de atracciones que un área de conservación». Este experto en fauna no se explica cómo es posible que a tan solo un mes de traer a la pareja de animales desde el Zoo de Madrid, uno ya esté muerto. Y se pregunta si las armas letales eran tan necesarias: «El parque dispone de un espacio muy amplio, se podía haber tomado otra medida de contención».

Coincide con la Fundación Franz Weber, el biólogo cántabro Juan Alberto Domínguez para quien «se trata de una especie protegida por lo que su seguridad es una de las principales prioridades en la gestión en un zoológico como Cabárceno. Es evidente que esa prioridad no se ha atendido cuando se le ha sacrificado directamente, sin intentar otras opciones». Para este experto en Ecología y Gestión de Espacios protegidos, se debe realizar «urgentemente» una auditoría con participación de organizaciones independientes sobre la situación de seguridad y condiciones de vida «de las especies allí recluidas y de las implicaciones para la seguridad de trabajadores».

El manual europeo de instrucciones para zoos señala que en todo parque debe haber un equipo de disparo formado por un agente de la Policía Nacional o de la Guardia Civil con la responsabilidad de abatir a un animal cuando una situación de peligro no pueda ser controlada por otro medio. La persona responsable de autorizar la acción es el Director General del parque, «siempre con el consejo rápido» del veterinario y/o el técnico responsable del departamento animal.

El tiro, la última opción

Los miembros de Ecologistas en Acción en Cantabria están «muy sorprendidos» con el recurso aplicado por las autoridades del parque. «Aunque entendemos el riesgo para las personas, es muy lamentable que hayan acabado con un ejemplar de una especie protegida y en peligro de extinción», apunta Ramón Sáinz, portavoz de la organización. Al igual que otros colectivos, urgen revisar los protocolos de seguridad para que sean más exhaustivos: «¿Muerto el perro se acabó la rabia? Tiene que haber otras opciones, no una tan drástica».

Esas opciones, para la bióloga Andrea Torres, encargada del departamento de animales salvajes de la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (Faada) no son otras que los dardos anestésicos o las redes de captura, sobre todo teniendo en cuenta que las instalaciones aún no habían abierto al público: «Se sabe de casos en los que se ha podido anestesiar, siempre hay que agotar todas las opciones. Pegar el tiro es la manera más barata y rápida».

Mientras, Khal el hermano de Yala, el leopardo abatido, continúa en el mismo recinto hasta que el parque reciba instrucciones del Programa Europeo de Especies en Peligro (EEP), perteneciente a la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA), sobre qué hacer con el animal, si trasladarlo a Madrid, de donde vino, o dejarlo en las instalaciones cántabras.

Uno de los papiones, al otro lado de la valla electrificada. DM

Los papiones, otra especie peligrosa, también se escapan

Desde hace un mes, hay otro animal considerado peligroso que se escapa de su recinto dentro de Cabárceno. Se trata de los papiones, vulgarmente conocidos como babuinos, y «que pueden causar lesiones graves a sus cuidadores o al público», según señala igualmente el protocolo europeo de Asociación Ibérica de Zoos y Acuarios (AIZA). Varios visitantes del parque han podido tomar fotografías de esos paseos espontáneos por fuera del recinto. Burlan el sistema de seguridad, saltándose los pastores electrificados, y descienden por la valla hasta acabar caminando por las instalaciones. La Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (Faada) critica la buena promoción que tiene Cabárceno, «como uno de los mejores parques de Europa», cuando hechos como el ocurrido el pasado martes «demuestran que su gestión está fallando». «Y no es la primera vez», señala la bióloga Andrea Torres. Esta experta advierte de que ya hace años su organización avisó de las «fugas masivas y sacrificios» de la instalación cántabra: «Se dijo que se iba a actuar al respecto y no han hecho nada, como demuestra el caso del leopardo persa». Dos informes internos de Santiago Borragán, el veterinario jefe de Cabárceno, fechados en 2015 y 2017 , revelaron serias deficiencias que provocaron la muerte de decenas de animales. El profesional, que llegó a trasladar que no se cumplía con la Ley de Zoos, alertaba de la «desastrosa» situación de las infraestructuras. «Por aquel entonces se dijo que se haría algo al respecto pero sigue habiendo fugas y sacrificios, como ha demostrado el caso del leopardo persa abatido», advierte Torres.

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