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Ayer celebramos 39 años de nuestra Constitución. Nunca se habló tanto de la Carta Magna como en estos últimos meses. El texto refrendado por más de quince millones de personas hace casi 40 años es motivo de debate hoy, sobre todo entre políticos. Cada cual, ... representando a su partido, quiere modificar –a su manera– parte del texto constitucional. Lo que no está nada claro es el cambio que necesita. Y es aquí donde debe entrar el consenso y la altura de miras de nuestros representantes si de verdad quieren reforzar nuestro ordenamiento. Es cierto que hay fisuras, que algunos se encargan de romper ese proyecto de ciudadanos libres e iguales. Desgraciadamente hoy echamos en falta esa lección de consenso de los políticos de finales de aquella década en la que, por encima de todo, estaba la bandera de la democracia en España; con dirigentes de uno y otro lado. Urgía resolver con altura política los problemas comunes de entonces, y todo se hizo con nota alta.
Por mucho que sigan empeñándose algunos en cambiar la historia, yo, como tantos millones que seguimos con vida, damos un ‘no’ rotundo a las lecturas sesgadas e interesadas aparentando que en 1978 no se hizo nada. Ahora, la diferencia está en que los ciudadanos pensamos que los gobernantes no encontrarán el consenso que requiere un cambio de estas características si queremos mejorar la reforma del Estado autonómico –por ejemplo– porque son muchas las voces que se alzan a favor de que se devuelvan competencias que hipotecan Presupuestos como en Cantabria. Todo cabe en la Constitución, pero el debate a un año de cumplir los 40, tiene un calado vital, máxime teniendo en cuenta la salvajada de millones que se deben al Estado por algunas comunidades.
Una España unida, sin fisuras, con unas autonomías independientes a pesar de que la reforma del Estado autonómico está más abierta que nunca con opiniones encontradas dando así más poder de autogobierno; otros en cambio, abogan por dejar las cosas en su sitio a pesar del fracaso económico en su sostenibilidad. El Ministerio de Hacienda lo tiene medianamente claro: prolongar el tiempo de pagos y rebajar ciertos intereses. De ahí al perdón o la quita, media mucho camino. Seamos serios: ¿Es irresponsable esta deuda? Digamos que sí.
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