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La Autoridad Portuaria de Santander (APS) se había resignado a que uno de los proyectos estratégicos para su futuro, el del Muelle 9 de Raos, no estuviese listo al menos hasta 2020. Más de año y medio de retraso sobre los plazos estipulados pero ... un horizonte razonable a tenor de los problemas surgidos con la adjudicataria de los trabajos, la constructora Fomento Construcciones y Contratas (FCC), que habían llevado a la suspensión de la iniciativa durante meses. Por eso, aquel horizonte era asumido cuando la organización que preside Jaime González trasladó ese nuevo límite junto a una penalización por 1,6 millones por las demoras acumuladas. Aquello fue en junio. Pero visto el transcurso de los acontecimientos el Puerto está negociando con FCC la rescisión del actual contrato para poder llevar a cabo un nuevo proceso administrativo y relanzar la obra.
Según confirma la APS de manera oficial, se está conversando con la adjudicataria para la resolución, aunque todavía no se ha alcanzado un acuerdo. Una vez que se obtenga el ansiado consenso, éste deberá ser informado por la Abogacía del Estado y aprobado por el Consejo de Administración portuario para cerrar el culebrón.
2003 Comienzan los primeros trámites en la Autoridad Portuaria para construir el nuevo muelle en Raos.
2010 La tramitación quedó en suspenso para proceder a nuevos trámites ambientales y garantizar la viabilidad del plan.
Diciembre 2016 Se adjudica la obra con baja a FCC, pero otra de las compañías impone un recurso administrativo.
Abril 2017 Comienzan de forma oficial las obras de la infraestructura 14 años después de las primeras gestiones en despacho
Julio 2017 Sale a la luz pública que FCC ha parado las obras del Muelle 9. En octubre se anuncia su reanudación.
Junio 2018 El Puerto reclama 1,6 millones por los retrasos acumulados y cree que el muelle no estará listo hasta 2020.
Porque las últimas gestiones con FCC no han dado ningún tipo de resultados para que la propuesta pudiera avanzar. Como ejemplo, a la notificación de penalización portuaria la constructora replicó a mediados de junio que los contratiempos no eran de su responsabilidad, por lo que abundaba en la necesidad de modificar el proyecto. Como centro de la polémica, la baja en relación al precio de licitación del contrato: 17,2 millones de euros sobre un presupuesto inicial de 25 millones, un 32% menos. De haberse cumplido el calendario establecido, la infraestructura tendría que haber empezado a operar a la conclusión del pasado verano.
Así las cosas, ya en otoño se llegó a la conformidad entre las partes para, ante el estado de situación, acometer la resolución contractual de mutuo acuerdo. Según la APS, en este caso concurre un interés legítimo y justificado del Puerto en alcanzar una justa solución para, «de modo ágil, eficaz y rápido, poner fin a la relación contractual entablada y poder retomar las obras con la máxima inmediatez, una vez articuladas y observadas las pertinentes exigencias legales para ello».
Lo que es evidente, y así se admite en el seno portuario, es que las condiciones de este fin contractual no serán las idóneas para los intereses santanderinos. Como contrapartida, el asunto estaba abocado a un litigio judicial que hubiera demorado aún más la problemática, algo que no interesa a la organización dado el carácter estratégico que tiene el Muelle 9 de Raos para la operatividad en el medio plazo.
32%
fue la baja respecto al precio de licitación de la oferta ganadora: casi 17,2 millones sobre los 25 iniciales.
Aún hay más. Según las últimas gestiones, el Puerto está actuando con diligencia, hasta el punto de que prevé presentar el acuerdo en las próximas reuniones del Consejo. No se descarta, de hecho, que aparezca en el orden del día del siguiente cónclave, ya en 2019.
Las fricciones entre las partes en relación a esa pugna por el devenir de la obra siempre se han llevado con cierto hermetismo, aunque de vez en cuando han saltado a la opinión pública. Sí que han sido objeto de seguimiento constante en las reuniones periódicas que celebra el Consejo. Sin ir más lejos, este mismo año se explicaba con naturalidad que FCC venía planteando diversas reclamaciones dirigidas a promover el ansiado modificado que, en términos coloquiales, implicaba más dinero del firmado.
En relación al desarrollo de los trabajos, en la primera mitad de ejercicio se advertían incidencias de gravedad toda vez que las obras estaban centradas en el dragado. Aunque se confiaba en que el ritmo del proyecto se viera incrementado una vez sorteada esta parte, lo cierto es que no se ha avanzado en el desarrollo.
Todo ello a pesar de que el 24 de abril de 2017 fue una fecha relevante para el Puerto de Santander. Tras casi 14 años de tramitaciones en los despachos, el proyecto para el «trascendental» Muelle 9 de Raos daba el salto de los planos a la realidad. El descubrimiento de una placa simbólica en un bloque de piedra sobre el que se colocó un noray servía para arrancar el cronómetro. Aquel día comenzaba una cuenta atrás. 18 meses. El año y medio contemplado en la adjudicación de la obra para situar a los diques cántabros en una nueva dimensión en cuanto a capacidades. Esa jornada, sin embargo, también vio nacer una tortuosa pugna entre la APS y FCC que se ha consolidado como un conflicto soterrado y permanente que va en perjuicio del plan.
Así las cosas, en julio del pasado año saltó la primera alarma después de que la constructora comunicara que le resultaba imposible asumir la obra por la cantidad que en su día ofertó, los citados 17,2 millones.
Aquel primer parón sirvió para confirmar los malos augurios que rodearon al proyecto desde los instantes iniciales. El concurso se convocó en 2009, las plicas con las ofertas se «aparcaron» en 2010 y finamente se abrieron en octubre de 2016. La tramitación se suspendió temporalmente en 2010 para realizar más estudios ambientales. Los mariscadores denunciaron los problemas que podría provocar al alterar la dinámica de corrientes y, por tanto, el ecosistema de la bahía. El expediente se resolvió, tras años de paralización, con la autorización condicionada por el Ministerio de Medio Ambiente a la aplicación de medidas para evitar la contaminación durante los dragados.
La adjudicación por parte del Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria se produjo finalmente el 20 de diciembre de 2016 e inmediatamente después uno de los rivales de FCC en la subasta, la Unión Temporal de Empresas OHL-SATO, recurrió y solicitó que se excluyera la oferta de FCC pues consideraba «que había presentado la justificación de la presunta baja temeraria fuera de plazo y que, además, esa justificación no estaba debidamente fundamentada ya que no acreditaba que la obra se pudiese ejecutar de acuerdo a su oferta».
La demanda fue rechazada en febrero de 2017 por el Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales, por lo que se levantó inmediatamente la suspensión que pendía sobre la adjudicación. Dos meses después, y con la presencia del ya exministro de Fomento, el exalcalde de Santander Íñigo de la Serna, daban comienzo oficialmente los trabajos para volver a frenarse en verano de forma súbita.
Tres meses después de aquel parón se retomaban el plan, aunque ya se empezaba a admitir la dificultad de completar los plazos establecidos, que fijaban la inauguración para agosto de 2018. El origen de esa primera discusión fue la fórmula idónea para acometer los rellenos de grava que se tienen que abordar para mejorar el terreno y asentar posteriormente los cajones prefabricados de cemento que conformarán el muelle.
A lo largo del presente año no se ha podido alcanzar una fórmula que satisficiera a ambas partes y permitiera avanzar en el objetivo final. Raos 9 es un muelle clave para el futuro del Puerto. La nueva infraestructura incrementará el tráfico 'Ro-Ro' (embarcaciones que transportan automóviles y camiones) e intentará posicionar a la ciudad en el mercado europeo de contenedores, un histórico anhelo de la Comunidad que va cogiendo forma. La ampliación permitirá que dos buques transoceánicos (los nuevos Panamax, adaptados a las dimensiones del Canal de Panamá tras su ampliación) atraquen al mismo tiempo (ahora sólo puede hacerlo uno) y también añadirá espacio para almacenamiento y para la llegada de nuevas líneas de coches, un negocio en el que Santander quiere mantener y acrecentar su liderazgo.
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