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En mayo de 2018, la Autoridad Portuaria se colgó una importante medalla. Una línea regular del ferri entre Santander y Cork, en Irlanda, algo a lo que aspiraban también los puertos vecinos de Asturias y Vizcaya. La alegría, sin embargo, apenas duró dos años ... . Brittany Ferries anunció que no se habían cumplido los objetivos y sus dirigentes apuntaron directamente al problema de los polizones en las instalaciones cántabras. Conclusión: mientras aquí se montaba una dura polémica entre el puerto y la Delegación de Gobierno por la seguridad, la conexión se trasladó a Bilbao (con cambio también en el destino, Rosslare). Oportunidad perdida. Pues bien, la Autoridad Portuaria anunció este lunes que recuperarán la conexión este invierno. Según ellos, «en pruebas durante cinco meses, para evaluar de nuevo el potencial actual de la ruta desde la capital cántabra, una vez desaparecido el problema de intrusión». Según fuentes de Brittany Ferries, de forma provisional por unas obras del puerto vecino, aunque nadie en la compañía lo quiso asegurar de forma tajante. «Aunque esta nueva ruta está planificada para la temporada de invierno, no sabemos lo que deparará el futuro y la posibilidad de ampliar las fechas», se limitó a decir Roberto Castilla, director en España de Brittany Ferries.
Antecedentes Santander ya tuvo ruta con Irlanda, pero la perdió en favor de Bilbao por el problema de los polizones
Duración Fuentes de Brittany Ferries hablan de una medida temporal, pero no lo confirman oficialmente
Lo seguro por el momento es que a partir del 9 de noviembre habrá tráfico de mercancías y pasajeros entre Santander y Rooslare y que ese servicio se operará «durante todo el invierno, dos veces por semana». «Una nueva conexión –añadió Castilla– que se sumará a las que ya conectan la capital cántabra con Portsmouth en Inglaterra, y con la que se reabrirá un horizonte de relaciones con Irlanda».
Serán, por tanto, cuatro escalas semanales con los buques Santoña y Salamanca, dos de los más modernos de la flota de la naviera bretona. En las oficinas portuarias santanderinas estaban encantados con la noticia. Fueron los primeros en comunicarlo y aseguraron que esto afianzaba su «liderazgo en el norte de España como puerto de pasajeros en línea regular». «Fruto –dijeron– de la estrecha relación entre la empresa y la Autoridad Portuaria, y la apuesta continua de ambas por garantizar un servicio de calidad». Eso y que «tener una línea regular ro-pax (mercancías-pasajeros) con Irlanda ha sido un objetivo histórico» para la entidad de la región –como quedó claro en 2018–. Una noticia «muy deseada y trabajada por el puerto cántabro», según su presidente, Francisco Martín, que valoró «la apuesta por la construcción de la nueva terminal de ferries». «Nos ha permitido adelantarnos –dijo– en el suministro de combustibles de bajas emisiones con la adopción del gas natural licuado y haber afrontado con seriedad el problema de los polizones».
Ahora bien, ¿por cuánto tiempo se operará la ruta desde aquí? ¿De forma permanente o sólo mientras acaban una obra (en una rampa) en Bilbao? No está claro. La versión de la Autoridad Portuaria es que esa primera experiencia de hace cinco años «fue discontinua y trasladada a Bilbao en 2020 debido, principalmente, al problema de intrusión en el puerto». Y que «ahora el proceso es el inverso». «Será Santander quien realice el servicio, en pruebas durante cinco meses, para evaluar de nuevo el potencial actual de la ruta desde la capital cántabra, una vez desaparecido el problema de intrusión».
En Brittany Ferries fueron algo más ambiguos. Tienen previsto hacer un comunicado este martes y, a preguntas de este periódico tras el anuncio del puerto, respondieron únicamente con ese «aunque esta nueva ruta está planificada para la temporada de invierno, no sabemos lo que deparará el futuro y la posibilidad de ampliar las fechas». Todo, claro (y eso explicaría la cautela), pendientes de lo que digan desde la base de la naviera en Francia, con sus movimientos y sus palabras examinadas con lupa tanto desde Santander como desde Bilbao y en un periodo en el que las elecciones flotan por encima de cualquier asunto.
Sea como sea, más allá del tráfico de mercancías (que es clave, sobre todo a partir del Brexit), desde noviembre se pone a disposición de los pasajeros un 'puente' hasta la pequeña ciudad de Rosslare, en el condado de Wexford (aunque la zona portuaria, Rosslare Europort, se encuentre separada de la localidad).
Se trata de «una de las zonas más soleadas de la república de Irlanda» (así se promociona precisamente en la web de Brittany Ferries), con un cierto flujo de turistas, playas, campo de golf y oferta hotelera y vacacional. A unos 150 kilómetros de Dublín (algo más de dos horas en coche) y a medio camino entre la capital y Cork, precisamente el puerto al que se viajó en esos dos años en los que la ruta estuvo funcionando. En el primer viaje de aquella conexión (en mayo de 2018), a bordo del Connemara –el barco que se encargaba de la travesía– llegaron unos doscientos pasajeros y un puñado de coches de lujo que venían para un rally benéfico. Porsche, Lamborghini, Bentley, BMW...
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