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NACHO GONZÁLEZ UCELAY
Domingo, 14 de junio 2020, 07:42
Tocado por un invierno estéril y hundido por una primavera devastadora, el sector hostelero de la región aguardaban con gran ansiedad la reapertura del paso fronterizo entre Cantabria y el País Vasco para ver caer turistas como quien ve caer el maná de los cielos. Abierta la barrera, abierta la caja. Pero el paso atrás dado 'in extremis' por ambas comunidades autónomas tras los rebrotes víricos detectados en la vecina Vizcaya ha echado por tierra sus expectativas... otra vez. «Pues nada, seremos pobres una semana más», dicen resignados los empresarios más afectados.
Entre ellos Domingo Urquijo, propietario del emblemático Mesón Marinero, de Castro Urdiales. En cuanto supo que las autoridades cántabras y vascas planeaban abrir sus fronteras el lunes, sacó del ERTE a los 18 empleados que tiene trabajando en su restaurante.
«Nosotros dependemos muchísimo de los turistas vascos». De Santurce, Baracaldo y Portugalete, principalmente, matiza. «Sabiendo que la próxima semana empezarían a llegar en tropel recuperé a todos los trabajadores y nos pusimos en marcha», explica el restaurador cántabro, contrariado por el giro último de los acontecimientos.
«No, si yo lo entiendo», dice refiriéndose a las causas que han motivado este drástico cambio. «Pero también hay que entendernos a nosotros», pide el hostelero. «Llevamos tres meses completamente parados, estáticos, con todo lo que eso significa, y cuando por fin llega el momento y empezamos a prepararnos, a recuperar a los trabajadores, a telefonear a los proveedores y a planificar la agenda del mesón, todo es con la máxima ilusión, ¿te enteras de que lo van a demorar unos días más?».
Sí. Cinco más, concretamente. «No sé. Me da la sensación de que me he metido en la piscina una semana antes de lo que debiera», se lamenta el dueño del mesón, que tratará de salvar ese periodo como buenamente pueda. «Porque encima llueve», se queja el empresario.
Llueve en Castro Urdiales y en Laredo, donde el turismo vasco es también un nicho imprescindible para el sector.
Domingo Urquijo - Mesón Marinero (Castro Urdiales)
Pedro Guevara - Asador Tronky (Pedreña)
Iván González - Mesón La Abadía (Laredo)
José Lamadrid - Restaurante La Caracola (Comillas)
«A nosotros nos ha pasado lo mismo», explica lacónico el copropietario del Mesón La Abadía, Iván González, que al enterarse de que Cantabria y País Vasco habían acordado reencontrarse este lunes empezó a maniobrar. «Recuperé a los dos empleados que había enviado al ERTE y contacté con todos los proveedores para tener a punto el restaurante», afirma el hostelero pejino, que lamenta el cambio de planes, pero acepta el nuevo escenario. «Dadas las circunstancias, parece que lo más sensato es esperar un poco más».
También prudente, el propietario del Asador Restaurante Tronky, de Pedreña, Pedro Guevara, que cree que un segundo cierre de la actividad hostelera regional «sería la puntilla para muchísimos negocios», da por bueno el aplazamiento de la apertura fronteriza ante el rebrote detectado en el País Vasco. Pero eso no quiere decir que a él, como al resto, esa decisión no le haya causado un perjuicio.
«Pues, la verdad, ha sido un bajón, porque nosotros trabajamos mucho con clientes que vienen de Madrid, Valladolid y Burgos pero, sobre todo, con turistas del País Vasco», a los que ya esperaba mañana, lunes, con las puertas abiertas de par en par y la plantilla del restaurante al completo. «Pero yo soy optimista», afirma. «Ese rebrote nos ha tumbado las expectativas para estos días, pero, bueno, vamos a trabajar al cien por cien con lo que nos llegue esta semana y luego ya veremos qué pasa».
Pasito a pasito, el responsable de Irons Grill Burger, en Somo, David Vidal de la Peña, había trazado la particular 'desescalada' del restaurante de tal manera que llegaba a la reapertura fronteriza con toda la plantilla ya operativa y preparada para recibir al turismo procedente de Vizcaya, que representa el 30% de la facturación de su negocio.
«Hicimos una apuesta fuerte para poder estar al cien por cien porque pensábamos que empezaba ya el jaleo y nos hemos llevado un chasco», confiesa el hostelero, para quien el paso atrás dado por las Administraciones «nos va a dejar como estábamos cuando ya notábamos un impulso a la normalidad».
Vidal de la Peña, para quien los últimos cuatro meses del año «sólo han supuesto gastos, gastos y más gastos», también entiende el cambio de criterio producido en cuanto a la apertura de la frontera con el País Vasco con lo que ello cree que conlleva. «Pues que seremos pobres una semana más».
La presencia de turistas vascos no es exclusiva de la costa oriental de la región y su alrededor. También se percibe muy abundante en la costa occidental, donde la decisión de postergar la apertura fronteriza ha escocido igualmente.
«Lo que está claro es que este tipo de medidas, tan cambiantes, no hacen sino perjudicarnos», dice el propietario de La Caracola, en Comillas, José Lamadrid, y pide a las autoridades rigor en la toma de sus decisiones. «Así se nos hace difícil trabajar», asegura enfadado el hostelero, que se siente tan perjudicado como sus vecinos de Comillas, donde no pocos vascos tienen su segunda residencia.
«Esta marcha atrás nos ha perjudicado mucho, sin duda, porque, en contra de lo que se cree, el cliente vasco es una referencia importante para nosotros», subraya el cocinero del Restaurante Boga Boga, de San Vicente, Jesús Gutiérrez, que se hace cargo, como el resto, de que la salud «es lo primero».
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