Secciones
Servicios
Destacamos
MARÍA DE LAS CUEVAS
Domingo, 12 de abril 2020, 07:35
En la Residencia La Arboleda, en Rumoroso, Polanco, cundió el pánico cuando el sábado 21 de marzo vieron en los informativos una oleada de centros de mayores desbordados por casos de coronavirus. Aquel día, sus tres directoras y propietarias, Mara Mazorra, Mariló Saiz y María ... Luz Saiz, mantuvieron una reunión de urgencia con la plantilla, once trabajadores (entre auxiliares de enfermería, pedagogas y personal de limpieza y cocina). El objetivo lo tenían claro: evitar que el virus entrara en el centro, ya que sus 22 residentes son ancianas, la mayoría con insuficiencia respiratoria, y sabían que si el Covid-19 hacía acto de presencia «sería una calamidad».
Por eso, aquel día ninguna de las tres barajó otra opción distinta a «blindarse» contra el virus. «¿Algún voluntario?», preguntaron. Ninguno. Las familias propias y la salud primaron para cada uno de los trabajadores, pero no para ellas. A las tres mujeres, que llevan 30 años dirigiendo esta residencia desde que la fundaron en 1990 -con siete plazas, en aquel inicio-, no les tembló el pulso y, desde ese día, solas las tres se ocupan de las 22 residentes. «Nuestras abuelas», como ellas dicen.
«No sé hasta cuándo aguantaremos con fuerzas. De momento, vamos de semana a semana», explica Mara Mazorra. «Sabíamos que era una locura, pero también que era la única forma de proteger sus vidas. El objetivo se ha conseguido por ahora. Estamos libres del virus y el esfuerzo merece la pena del todo y más. Estamos muy orgullosas y sus familias están muy agradecidas».
Llevan 22 días trabajando una media de 18 horas, sin descanso y durmiendo en un sofá «a duerme vela por las guardias». Desde el 14 de marzo se asilaron y nadie ni nada ha entrado por la puerta sin las medidas de seguridad y el cumplimiento del protocolo. Gracias a esa decisión, hoy celebran que no ha habido ningún positivo y que las 22 ancianas y ellas tres gozan de salud.
Su jornada, de lunes a domingo, empieza a las seis de la mañana. Dos minutos de tregua para vencer la pereza y dejarse llevar por algún pensamiento negativo y, pasado este tiempo, el resto del día no dispondrán de un solo segundo para pensar ni en lo bueno ni en lo malo.
«Empezamos a asear y vestir a las residentes que están encamadas y sobre las 07.00 las llevamos el desayuno. De 08.00 a 11.00 seguimos con las demás: duchas, recoger desayunos y reparto de medicinas. A renglón seguido comenzamos a dar comidas. Una de nosotras se encarga de cocinar y las otras dos, de los cuidados personales». Después de la comida, tienen un tiempo de siesta, que es cuando estas tres mujeres se ponen a limpiar y desinfectar las instalaciones.
A continuación bajan a las residentes al área de gimnasio y pronto llegará la hora de la cena. Son jornadas en las que se van encadenando las tareas y no es hasta que las han acostado a todas, sobre las 22.00 horas, cuando tienen su momento para hablar con el exterior, algo que les sube los ánimos y les ayuda a desconectar de una jornada que no ha acabado, pues a las 03.00 toca hacer una ronda de cambio de postura y pañales.
«Nos reconfortan todas las llamadas de los familiares de nuestras abuelas, que cada tarde nos agradecen nuestro esfuerzo. Hacemos con ellos videollamadas para que las vean y las oigan, hablen con las que pueden hablar y con las que no pueden, no importa, ya hablamos nosotras», explican las directoras.
«Hemos tenido miedo y muchos nervios, sobre todo los primeros días del aislamiento, que no sabes si tienes el virus dentro, así que nos tomábamos la temperatura constantemente», recordó Mariló.
Otro de los pilares que les da aliento en «esta aventura» son sus familias, «que nos esperan fuera y nos llaman para decirnos que están orgullosos y que ellos están bien y se ocupan de todo». «Echo de menos a mis hijos, cuidarles y asegurarme de que están bien», resalta Mariló.
También se acuerdan de «todos los profesionales del sector, que atraviesa un momento tan crítico. «Queremos enviar nuestra solidaridad y apoyo a todos».
Las residentes también ponen todo de su parte: «No les duele nada, se esfuerzan por no dar trabajo, doblan su ropa y ponen la mesa; tienen pena de nosotras», explican las directoras. «Cuando antes siempre oías un 'me duele aquí' o 'quiero ver al doctor', en estos tiempos de coronavirus, no hay quejas, se han vuelto más autónomas y en el tiempo libre se ponen música ellas mismas o hacen gimnasia mientras otras dibujan» en la sala donde habitualmente trabajan con una pedagoga que les acompaña y estimula con actividades. Desde la residencia se puede mirar al exterior, donde ven caballos y gallinas. Es una casona montañesa que dispone de dos porches y un patio para salir a tomar el aire.
Desde que se estableció el estado de alarma en el país, en La Arboleda no entra nada ni nadie sin cumplir el protocolo de seguridad. Tres veces por semana acuden los servicios de desinfección del patógeno. Cada día que llega la compra, una de las tres sale a la calle y limpia cada caja de leche, lata y bolsa de comida para asegurarse de que no le dejan paso al coronavirus.
En este tiempo de encierro han contado con el respaldo de su médico, la doctora Elvira Martínez Campos, y el doctor Ostolaza, que atienden vía telefónica a diario. «Les sentimos muy presentes, nos llaman para recetarnos y asegurarse de que todo está bien y transmitirnos ánimos. Les estamos agradecidas». También están en continuo contacto con el Icass e Inspección de Sanidad.
Pero después de tres semanas durmiendo en un sofá y haciendo guardias, las fuerzas empiezan a flaquear. «Cuando lo decidimos, sabíamos que era una locura, trabajar día y noche, separarte de tu familia, hijos, nietos y padres mayores, pero merece la pena el resultado», apunta María Luz, «Estamos acostumbradas a trabajar mucho y, aunque no sé cuántas fuerzas nos quedan, seguiremos adelante. Para atrás ni para coger impulso».
Ahora les queda la incertidumbre de cuándo llegarán los refuerzos, aunque afirman que no quieren tener relevo de la plantilla «hasta que no dispongan de los test que certifiquen que no son portador del virus» y poder terminar la aventura con «esta gran familia que somos» al completo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.