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La crisis del coronavirus está golpeando duramente a la sociedad. Concretamente, a los más vulnerables. Para ayudar a estos colectivos han surgido muchas iniciativas. Una de ellas es la habilitación de un albergue en Solórzano para que puedan alojarse y ser atendidas personas sin techo hasta la erradicación del virus. La iniciativa está coordinada por la ONG Nueva Vida y cuenta con el apoyo de las direcciones generales de Políticas Sociales y Juventud del Gobierno de Cantabria. «Es una idea que nace para que, durante el tiempo de confinamiento, estas personas sientan el albergue como su casa. Que tengan un sentimiento de pertenencia», señala el coordinador del programa en el albergue, Julio David García, de la ONG Nueva Vida.
El Centro se ha puesto en marcha a contrarreloj. Hace una semana, la ONG recibió la llamada de la Consejería de Servicios Sociales y se puso manos a la obra. Apenas cuatro días después, el albergue ya funcionaba a pleno rendimiento. «En estos días, hemos organizado los servicios y buscado el personal necesario y el viernes a las ocho de la mañana ya estábamos abiertos», relata García.
El albergue cuenta, por el momento, con 14 usuarios, doce de ellos ingresaron el viernes y dos el sábado. «Ayer hemos tramitado cinco peticiones que llegarán hoy o mañana». La mayor parte de las personas sin techo que se van a instalar en el edificio de Solórzano mientras dure la alerta sanitaria han sido derivados desde la Cocina Económica y de los Servicios Sociales de Santander y Torrelavega, aunque ya existen peticiones de ayuntamientos como el de Colindres o Rionansa.
Julio David García, Coordinador del albergue y de la ONG Nueva Vida
La ONG está intentando que la llegada de nuevos usuarios sea «gradual», aunque aseguran que las 36 plazas disponibles estarán ocupadas a lo largo de esta semana. Sobre este aforo, Nueva Vida quiso destacar la «buena estrategia» del Gobierno de Cantabria al crear este pequeño albergue y no poner en marcha un macro centro de aislamiento o colapsar los ya existentes.
Por ahora, todos los ingresados son hombres, aunque el centro también admite mujeres. «Ahora estamos viendo la posibilidad de poder acoger animales porque algunas personas sin techo viven acompañadas, generalmente, de perros. Tenemos ya varios espacios reservados». Nueva Vida está valorando una petición para acoger una mascota que se resolverá entre mañana y pasado.
El equipo que atiende a los residentes está formado por 11 trabajadores (6 mujeres y 5 hombres) de la ONG Nueva Vida. Todos ellos cuentan con equipos de protección facilitados por el Gobierno regional y por tres empresas privadas: Austral, que ha donado batas, Textil Santanderina, las mascarillas, y SIRPrint junto con Inven Robótica, mascarillas con pantalla. Además, también trabajan en el centro dos personas de seguridad que se encargan de vigilar el recinto, tres trabajadores de limpieza de Clynsa, y los servicios externos de cocina y lavandería que están a cargo de Ampros.
En este tiempo de convivencia, el albergue ya ha establecido una rutina de horarios de comida, duchas, tiempo libre... El coordinador del centro cuenta que «se va a aprovechar el tiempo de confinamiento para mantener conversaciones positivas sobre un cambio de vida y para promover la convivencia en personas acostumbradas a la desconfianza y la soledad».
Entre otras actividades, los usuarios del centro pueden pasear por el terreno con el que cuenta el albergue de Solórzano, disfrutar de talleres de manualidades, fotografía, tertulias, actividades deportivas, etc. «Llevamos poco más de 48 horas abiertos y estamos convencidos de que, en esta situación de alarma social, vamos a ser capaces de obtener algo bueno para este colectivo tan marginal y desfavorecido», concluye García.
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