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Ana del Castillo
Santander
Martes, 7 de enero 2020, 07:06
Hay gente que dice recordar el momento de dar sus primeros pasos o cómo su madre le cambiaba los pañales. No es cuestión de llegar tan lejos. Se trata de acercarse a las reminiscencias infantiles para volver a disfrutar de esa inocencia pura, sin sombras, ... que despertaba cada mañana del 6 de enero. El Diario Montañés ha propuesto un ejercicio al más puro estilo 'Regreso al futuro' a seis cántabros para que hoy, convertidos en adultos, recuerden aquellas tres sillas con restos de disfrute que Melchor, Gaspar y Baltasar dejaron sin recoger en el salón de sus hogares.
«Había un pasillo lleno de regalos, uno detrás de otro, y tres vasos de aguardiente vacíos». El pintor cántabro Roberto Orallo rememora el inteligente uso de la magia que hacían sus padres con él y sus cinco hermanas y aprovecha para agradecer a sus Majestades de Oriente que sigan sorprendiéndole con regalos como el de este año: remodelar la icónica torre del Rhin.
Como él, el resto de profesionales cántabros a los que hemos hecho viajar al pasado tienen tiernos recuerdos del sexto día del año cuando el mágico espíritu del Este se colaba por la chimenea de casa. Y más que los juguetes que pudieran recibir, lo que llevan grabado a fuego es esa espontánea escenografía que se producía en sus hogares la noche del 5 de enero. «Mi padre, que nunca ha fumado, dejaba un cigarrillo encendido porque decía que una de sus Majestades de Oriente fumaba», cuenta riendo el músico Mario San Miguel. «Ahora sería políticamente incorrecto», añade sin perder la sonrisa.
Crecer es sinónimo de resignación, una injusta trampa para abandonar la magia, y en realidad un fastidio, pero no se puede mirar hacia otro lado y olvidar la responsabilidad tan grande que tienen Sus Majestades de Oriente. En ese punto, en el de sorprender a los demás, es donde más disfrutan la diseñadora y directora general de Comercio y Consumo del Gobierno de Cantabria, Odette Álvarez, la profesora titular de Derecho de la Universidad de Castilla-La Mancha, Susana de la Sierra, y el chef de La Casona del Judío, Sergio Bastard, aunque reconocen que alguna «cosita» les han traído a ellos también, como joyas, vino y proyectos profesionales.
Ayer, con bastantes más años vividos y muchos menos aspavientos, todos los protagonistas de este reportaje –menos uno– volvieron a celebrar el día de Reyes. Esa oveja negra, no por elección, desde luego, es la jugadora internacional de baloncesto Laura Nicholls, que abandonó Cantabria a los 14 años y desde entonces no ha vuelto a casa un 6 de enero. No es por ganas, –que lo está «deseando»– sino por trabajo. Además, en Turquía, donde vive desde que fichó por el Fenerbahçe, no celebran la Navidad.
Testigos del paso del tiempo, estos seis profesionales cántabros ponen en común la importancia de pedir cosas «no tangibles», como salud, amor y tener a los suyos cerca. Precisamente en sus cartas simbólicas a los Magos pidieron «bienestar» para su gente y poder pasar más tiempo con sus familias, «porque el día a día nos lo pone a todos muy complicado», dice De la Sierra. El resto, asiente. «¿Por qué nos tuvimos que hacer mayores?», se preguntan. Ley de vida.
MARIO SAN MIGUEL | MÚSICO Y COMPOSITOR
Con la demencia natural del infante, Mario San Miguel se preguntaba cómo eran capaces los camellos de subir hasta su casa. Porque subían. ¿Si no para qué iba a dejar su padre, José Luis, un cubo de agua en el salón más que para que bebieran agua?
Dice Pablo Neruda que «el niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta». Algo que no le ocurrirá nunca a Mario porque si se trata de jugar es el primero, de ahí que el día de Reyes siga siendo su cita favorita del calendario: «Es un día lleno de vida, porque la ilusión es la vida. Por eso sigue siendo el mejor día».
Mario nació en una familia de cuatro hijos, motivo por el que sus padres tenían que trabajar duro durante todo el año, para que el día de Reyes ninguno de los cuatro hermanos se quedara sin sorpresa. «Me encantaba cómo estaba todo colocado. El momento de levantarse de la cama e ir al salón corriendo a ver qué te habían echado los Reyes era pura intensidad y presencia en lo que estaba pasando», cuenta.
El intérprete recuerda un 6 de enero con especial emoción, cuando su hermano -que acababa de aprobar las oposiciones- le regaló una moto. «Supe que aquello sí que era magia», cuenta.
Ahora su carta a los Reyes es mucho más intangible que material. Y la escribe -literalmente- con letras mayúsculas: «AMOR». Eso es lo que redactó este año en su misiva a Melchor, Gaspar y Baltasar y que depositó, como hace más de una década, en el mar. «¿Un regalo? Buena salud para mi padre».
ODETTE ÁLVAREZ | DISEÑADORA
La diseñadora y recientemente nombrada directora general de comercio del Gobierno de Cantabria, Odette Álvarez, pidió a los Reyes un lote de 'que me quede como estoy'. Es decir, salud, trabajo y amistad. «Ahora con los años pides felicidad y tranquilidad, que sigas teniendo a tus seres queridos y amigos. En mi familia somos muy tradicionales y seguimos celebrando el día de Reyes todos juntos. Mi carta fue esa, que sigamos todos, lo demás pasa a un segundo plano», explica.
Confiesa que ahora disfruta más sorprendiendo, pero recuerda con «mucha ilusión y nervios» las noches previas, cuando su padre «hacía verdaderas locuras para evitar romper la magia» y siempre encontraba algo con lo que llamar la atención, «incluso cuando ya era mayor».
El colmo de una diseñadora sería que Sus Majestades le traigan ropa, así que no, Odette ha recibido –«siempre me autoregalo algo»– unos pendientes «muy especiales» diseñados por ella misma para la firma Bannatyne, de los propietarios de la centenaria joyería Presmanes. «Diseño desde hace tiempo para ellos, así que este año me han traído una sortija y los pendientes», señala.
Además de autocomplacerse con algún detalle, la diseñadora disfruta, sobre todo, del factor sorpresa: «Con los años me encanta regalar, más que recibir».
ROBERTO ORALLO | PINTOR
El día de Reyes la casa del pintor Roberto Orallo y sus cinco hermanas, ubicada en la calle Calleja Norte, en El Sardinero, era lo más parecido a la fábrica de Willy Wonka. Tal era la magia que sus progenitores querían desplegar que hoy, sesenta años después, lo recuerda de manera muy «especial».
En su casa, en la que creció, había un pasillo muy largo y es allí donde Melchor, Gaspar y Baltasar siempre dejaban los regalos para él y sus hermanas. La estancia favorita de la casa, claro. «Recuerdo con especial cariño el día que me dejaron un patinete que hizo un amigo de la familia y lo barnizó mi padre. Era impresionante. No veas cómo bajaba por las callejas de El Sardinero...», rememora Orallo.
Su padre tenía la divertida costumbre de antes de irse a la cama dejar tres copas de coñac o aguardiente, «decía que era porque los Reyes venían con frío». A la mañana siguiente, no quedaba ni una gota.
Orallo, que también le ha tocado ejercer de Melchor, no ha sido tan afable como su padre y aprovechaba la fecha para dejar «mensajes» subliminales en los que animaba a sus hijas a «estudiar más», aunque reconoce que «leía muy bien las cartas y me esmeraba por sorprenderlas», señala.
Ese esfuerzo familiar -y también el profesional- hace que siga recibiendo grandes regalos por Reyes, como el de este año: remodelar el mural de la torre del Maremondo. El mismo que ya pintó en 1981, cuando era el antiguo Rhin.
LAURA NICHOLLS | JUGADORA INTERNACIONAL
Laura Nicholls abandonó el nido a los 14 años y desde entonces, pocos días de Reyes ha celebrado con los suyos. El de ayer tampoco. La deportista se encuentra en Turquía jugando con el Fenerbahçe y, por culpa de ese viaje fascinante que termina cuando creces, la Navidad se ha vuelto descafeinada para ella: «Hace mucho que los Reyes no me traen nada. ¿Un regalo? Entrenar y estar sola. Los deportistas tenemos la buena, o la mala suerte, depende de cómo se mire, de trabajar en lo que queremos, pero también con parte negativa, que es la de estar lejos de la familia en estas fechas tan importantes. Tengo ganas de volver a casa y estar con los míos». Eso no quita para que la jugadora de baloncesto recuerde su tierna infancia, cuando procuraba dejar su zapatilla en buen lugar para que los Reyes no la pasaran por alto: «Lo desordenaban todo, dejaban la ventana abierta y creaban un bonito caos. Recuerdo una vez, muy pequeña, con nueve años, que hubiese jurado que los había escuchado hablar. Al final, la imaginación del niño puede con todo...», señala.
Como todo adulto, recuerda con «nostalgia y alegría» aquellas tardes del 5 de enero en las que iba a la cabalgata de Torrelavega y no puede evitar preguntarse: «¿En qué momento dejé de ser esa niña que esperaba a los Reyes con toda la ilusión? ¿Por qué tenemos que hacernos mayores?».
SERGIO BASTARD | CHEF LA CASONA DEL JUDÍO
El chef Sergio Bastard recuerda cómo fue su despertar un 6 de enero concreto. El día que sus padres escondieron la nueva bicicleta en el balcón del quinto piso en el que vivían y le hicieron creer que le habían traído un saco de carbón. «A veces nos encontrábamos los regalos a los pies de la cama de mis padres, otras en la cocina... pero aquella mañana no había regalos por ninguna parte. Recuerdo entrar al salón y no ver nada, solo el carbón, y quedarme chafado. Después de dejarme sufrir tres minutos, abrieron las cortinas y ahí estaba mi bicicleta», rememora aún con emoción el chef de La Casona del Judío.
El día de Reyes, como el resto de fiestas navideñas, lo recuerda de manera tradicional, cantando villancicos, «haciendo concursos y bromas», con toda la familia reunida y, aunque sigue siendo así, lamenta que la magia de la Navidad ahora es otra: «Nosotros teníamos cuatro cosas que veíamos en la tienda, una idea... Ahora la información es más amplia, ven juguetes por televisión, en internet, y las cartas son más largas, así que los Reyes tenemos que seleccionar, aunque mis hijos son bastante comedidos y piden tres cositas».
Así que ahora es él quien compra bicicletas y las esconde para sus hijos. Bueno, algo también ha recibido: un Ausas Interpretación, de Ribera de Duero, del antiguo enólogo de Vega Sicilia.
SUSANA DE LA SIERRA
Susana de la Sierra, profesora titular de Derecho de la Universidad de Castilla-La Mancha, busca en la memoria y se recuerda como un pez nervioso y resbaladizo e incapaz de conciliar el sueño en la noche más mágica del año. Suerte que su hermana estaba a su lado: «Nos quedábamos hablando hasta tarde. Ella siempre ha sido muy madrugadora y se despertaba la primera, pero íbamos juntas al salón a ver los regalos». Es entonces cuando descubrían el pastel. O más bien, lo poco que quedaba de él: «Los Magos se habían comido lo que les habíamos preparado para picar y nos habían dejado algún regalo esperado, pero normalmente también alguna sorpresa con la que no contábamos. Luego desayunábamos en familia chocolate con roscón y esto lo hemos seguido haciendo durante años».
De la Sierra tiene muy buen recuerdo en general de todos los días de Reyes, pero hubo uno, no tan lejano en el tiempo, que fue «precioso». Se refiere al primer 6 de enero de su hija Jana. «Aunque ella fuera pequeña y no se diera cuenta todavía, para mí fue un momento especial. El año siguiente, sí era más consciente y hay una foto muy bonita de Jana subida a hombros de mi padre mientras veía la cabalgata de Reyes con fascinación». Aunque la cara de felicidad de su hija es suficiente regalo, tendrá que esperar a llegar a Cantabria para abrir los suyos.
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