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Rosa María Carriles tiene 64 años y lleva 34 trabajando como camarera de piso. En todo este tiempo, «apenas» ha visto mejoras en sus condicionas laborales. Al contrario. «Por años cotizados me tocaría jubilarme en julio de 2025, con 67 años. Pero ha llegado un ... punto en el que prefiero perder dinero y descansar cuanto antes. Ya no puedo más y quiero irme con dignidad». Este es el testimonio de Carriles, que ayer participó en Santander en una jornada para la prevención de riesgos laborales, organizada por CC OO.
En el marco de la campaña 'Tus derechos, la mejor medicina', impulsada por el sindicato, al encuentro asistieron camareras de pisos y delegadas de personal con el objetivo de dotar a estas últimas «de herramientas que les permitan velar por el cumplimiento de la normativa en materia de prevención de riesgos laborales, así como llevar un papel activo en los Comités de Seguridad y Salud».
La secretaria general de la Federación de Servicios de CC OO en Cantabria, Marta Careaga, pidió «compromiso» a la Administración y a los empresarios de los establecimientos hoteleros para luchar contra los riesgos laborales en este sector ante el «importante aumento» de la carga de trabajo que, según alertó el sindicato, están soportando tras el parón de la pandemia.
Se trata de un sector que aglutina en Cantabria a 15.000 trabajadores, de los que 13.000 son mujeres. «Soportan jornadas excesivas y sobrecarga de trabajo, además de condiciones deficientes a la hora de desempeñar su labor», denuncian desde CC OO. «Estas condiciones –añaden– provocan que las trabajadoras sufran continúas lesiones y problemas músculoesqueléticos que, en muchas ocasiones, hace que se automediquen para poder continuar con su trabajo».
Algo que Carriles corrobora. «Actualmente no puedo trabajar sin medicarme. Estoy tensionada permanentemente y las articulaciones se me inflaman». Y señala medidas concretas, que a su juicio, mejorarían su situación y la de sus compañeras: «Por ejemplo, que nos rebajen la tasa de habitaciones por empleada o que trabajemos de dos en dos». E insiste en que es importante que las escuchen, ya que son ellas las que lo padecen «en primera persona. Creo que no pedimos tanto».
«Yo no voy a poder disfrutar ya de ninguna mejora, pero no quiero que las nuevas camareras de piso pasen por lo que he pasado», concluye.
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