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Eneko Valle
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Eneko Valle
Dueño del grupo empresarial levantado por su padre, al que la reconversión industrial sacó de Altos Hornos de Vizcaya para meterlo en el sector turístico ... a este lado de la frontera, Eneko Valle (Baracaldo, 1980) es a sus cuarenta y cuatro años propietario del negocio del que fue cliente cuando tenía cuatro y que entonces dirigía un matrimonio sin ganas de continuar. «No ha cambiado esto ni nada», dice orgulloso y alzando la vista, como buscando el pasado por algún lugar para poder comparar, quien hoy es, además, el presidente de una asociación que da amparo a 36 de los 45 campings que hay en Cantabria.
–El sector del camping se convirtió en el gran triunfador del turismo en España en 2023, con récord absoluto de pernoctaciones (más de 47 millones) y viajeros (casi 10 millones).
–Eso parece.
–¿Qué cabe esperar de 2024?
–Creo que repetir esas cifras nos va a resultar harto complicado porque ese año fue climatológicamente hablando muy bueno y eso dio pie a que la temporada empezara en abril y se alargara hasta octubre, casi noviembre. Este, en cambio, hemos empezado con algo de retraso, a mediados de julio, de manera que con acercarnos a esas cifras nos damos por satisfechos.
–Esos datos demuestran que el mundo del camping tiene ya un peso incuestionable dentro de la industria turística.
–Sí. Así es en España, en general, y en Cantabria, en particular. Le diré que, dentro del perímetro que abarca la Federación Española de Campings, somos la cuarta comunidad autónoma más buscada en Google por los usuarios de este tipo de turismo, lo cual ya dice bastante de nuestra oferta.
–¿Y esto, desde cuando es así?
–Pues mire, desde la pandemia, que es cuando la gente empezó a reclamar turismo al aire libre. Para entonces nosotros ya estábamos trabajando en la adaptación de nuestras instalaciones a los nuevos gustos y las nuevas exigencias de nuestros clientes. Y ha sido ese trabajo precisamente el que, llegado el momento, ha favorecido que hoy por hoy, Cantabria esté tan bien posicionada en el sector.
–¿Cabe replantearse el modelo o las cosas cuando funcionan mejor no tocarlas?
–No. El modelo que tenemos ahora funciona, pero no nos podemos quedar ahí. Tenemos que seguir evolucionando.
–¿Dónde cree usted que reside la excelencia?
–¡Buf! No lo sé. Lo que sí sé es que tenemos que seguir evolucionando. Eso, siempre.
–En Cantabria conviven 46 empresas vinculadas a este sector. A la vista de su éxito evidente, ¿hay espacio para más?
–Las cifras nos dicen que sí, y la competencia siempre es buena. Pero, claro, también hay que estudiar bien qué modelo turístico queremos para esta comunidad porque que haya más campings, más hoteles o más casas rurales no quiere decir que el turismo vaya a ser mejor.
–Cada año se redoblan las apuestas por la desestacionalización del turismo.
–Sí.
–¿Cómo se desestacionalizan los campings?
–Pues mire, difícilmente, porque hay campings de toda índole; de playa, de interior, de pueblo, de ciudad, más o menos familiares... Y cada cual, por sus características, tiene su momento, ¿no? Igual la fórmula pasa por crear un proyecto que permita que una persona pueda venir a Cantabria en cualquier época del año de tal forma que si no puede ir a la playa pueda acampar en la montaña o al revés.
–Coloque en orden de importancia este listado de problemas: La climatología; el autocaravanismo descontrolado; la turismofobia; la escasez de personal; y la hotelización de las viviendas particulares.
–Vamos a ver. El primero, la escasez de personal. Por mucho que uno emprenda un negocio y trabaje duro para que prospere, no disponer de personal es un grave inconveniente porque eso te impide prestar todos los servicios que ofertas en las condiciones adecuadas.
–Ya.
–Y respecto a los otros cuatro... dejando a un lado la climatología, los otros tres los englobaría dentro de un mismo apartado porque el autocaravanismo descontrolado y los pisos turísticos nos causan los mismos daños y la turismofobia es, a mi juicio, la consecuencia directa de esos dos problemas.
–¿Los hosteleros no encuentran trabajadores porque la gente tiene pocas ganas de trabajar, como dicen los empresarios, o porque ustedes los hosteleros son unos explotadores, como dicen los trabajadores?
–Jajaja, no, a ver, a ver. Eso de que el hostelero es un explotador... No discuto que haya habido casos, porque, como en todos los sectores empresariales, por desgracia siempre hay algún pirata, pero ahora hay un convenio por el que nos regimos y que la inmensa mayoría sí cumplimos. No, yo, sinceramente, creo que la gente está perdiendo la cultura del esfuerzo. Y eso hace que encontrar personal (esté cualificado o no esté cualificado, ¿eh?) sea prácticamente imposible. Yo quiero pensar que hay gente deseando trabajar. Quiero pensarlo. Pero en este sector resulta muy difícil encontrarla.
–¿Cómo observa la irrupción de los pisos de uso turístico?
–Pues con mucha preocupación porque este tipo de recursos son una competencia desleal brutal para el resto de alojamientos, como hoteles, hostales, pensiones, casas rurales o campings que, a diferencia de ellos, sí están debidamente registrados y pagan su dinero por estarlo. Creo que ya va siendo hora de tomar medidas para controlarlos, aunque no sé si estemos llegando ya un poco tarde.
–¿Podría cuantificar el daño que les está haciendo?
–No, la verdad. Sí puedo decir que en julio y agosto ese daño es menor porque, a fin de cuentas, nuestra ocupación es muy alta, la gente se reparte más y mejor. Pero, claro, fuera de temporada, ves alojamientos legales que tienen una ocupación del 60/70% y afuera tienen treinta o cuarenta potenciales clientes que estos pisos les han robado.
–También reclaman un mayor control sobre el autocaravanismo, una práctica cada vez más extendida.
–Llevamos más de veinte años, tanto esta junta directiva actual como algunas de las anteriores, peleando contra este problema, que, como bien dice, ha crecido de unos años para acá una barbaridad, no sé, un 200 o un 300%. Como ya sabrá estamos trabajando con el Gobierno de Cantabria para incluir en la normativa actual un decreto que abrigue a todos los ayuntamientos afectados a la hora de crear una ordenanza que les ayude a controlar el autocaravanismo.
–En contra del turismo en viviendas particulares, del turismo en autocaravanas y del turismo en cualquiera de sus formas hay ya movimientos que crecen imparables en España. La turismofobia.
–Sí, pero esas mismas personas que demandan poner freno al turismo, y con las que yo puedo estar de acuerdo en cierto modo, porque al turismo hay que controlarlo, luego se van de vacaciones a Nueva York, a Japón o a Murcia, ¿sabe?
–Enclaves eminentemente turísticos han cerrado sus puertas a los visitantes, les han impuesto horarios o les han encasquetado las llamadas ecotasas. ¿Usted es partidario de alguna de esas medidas?
–De las tasas, ahora mismo, no. Yo soy partidario de controlar el turismo.
–Coja una de estas pancartas. 'No es turismo, es colonización'; 'El turismo no es el problema, es la solución'.
–¿Y no hay ninguna que apueste por un término medio? Porque ahí está la virtud.
Eneko Valle no reconoce un perfil único entre los clientes del sector del camping, del que los empresarios creen haber desterrado para siempre aquel de bajo nivel adquisitivo que predominó en sus orígenes y que hizo de este modelo turístico una práctica un tanto ordinaria y pobretona.
–¿Cual es el perfil del campista, si es que hay uno?
–No, no hay uno en concreto. Como ya le he explicado antes, hay campings urbanos y campings rurales, hay campings de costa y campings de interior, cada uno de ellos con sus ofertas, que pueden atraer lo mismo a surfistas que a montañeros de diferentes orígenes y edades. El perfil es muy diverso.
–Ya. Y en ese viaje a la modernización de sus instalaciones, hoy más amplias, más modernas, incluso hasta más lujosas, ¿el camping se ha desprendido de ese perfil de turista cutre que le caracterizaba?
–Pero esa es la visión que tenía la gente...
–...A ver, cutre, chancletero... dicho con respeto, entiéndame.
–Sí, sí, sí, le he entendido, sí. Bueno, sí es cierto que, antaño, los campings se trabajaban de una manera quizá orientada en el modo en que usted lo define, y han ido evolucionando a lo que son ahora mismo.
–¿Cuál es el poder adquisitivo de los usuarios?
–Bueno. Al camping llega gente de todos los estratos sociales. Dicho esto, debo reconocer que, como pasa en otros sectores, su consumo en el interior de nuestros establecimientos (supermercados, restauración, etc...) ha bajado un poco.
–Ya, o sea que el turista llega, paga el alojamiento y luego esconde la cartera.
–Sí. Igual el que antes desayunaba en la cafetería ahora lo hace en su caravana, en su bungalow o en su tienda de campaña. Sí. Se ha notado.
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