Ángel Pazos
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Ángel Pazos
«Quiero una universidad de igualdad donde se cultive la cultura del esfuerzo»Lo primero que hizo Ángel Pazos (Ferrol, 1956) cuando se convirtió en rector de la Universidad de Cantabria (UC), allá por 2016, fue tomarse una cerveza bien fría. Del mismo modo celebrará su despedida del cargo. También es más que probable que a continuación haga ... un paréntesis, aparque la corbata y la agenda, reordene su biblioteca, lea todo lo que no ha podido en estos nueve años, y que, pasado un tiempo, vuelva a dar clase.
En esta entrevista, quizá la última en El Diario Montañés como rector, Pazos se muestra igual de meticuloso que siempre, pero acaso más distendido. Deja el cargo sin nostalgias y del mismo modo repasa sus dos mandatos y una trayectoria académica que comenzó apenas estrenada la veintena. Los campus han cambiado mucho desde entonces, pero Pazos sigue viendo la universidad como «el primer ascensor social» del país, aunque «ese salto todavía no es perfecto». Junto con un «componente de justicia social» que debe ir unido a la «competitividad, el esfuerzo y el mérito» –porque «la universidad tiene que depender del mérito por encima de cualquier otra circunstancia»–, el rector pide un pacto por las universidades que las deje «fuera del debate partidista», que respete su autonomía y que recoja un «mejor presupuesto» (no sin su correspondiente rendición de cuentas). Él se va «esperanzado» con el compromiso que, a falta de flecos, ha alcanzado con la presidenta cántabra, María José Sáenz de Buruaga: un contrato-programa plurianual con partidas cerradas hasta 2027.
Sobre la campaña electoral, que comienza oficialmente el 9 de diciembre, apenas comenta nada por ética y porque «es lo correcto», al margen, eso sí, de mencionar «su respeto y consideración total» por los dos candidatos confirmados: los catedráticos Mario Mañana -que sale de su propio equipo- y Conchi López. Solo precisa, como ya hiciera en un correo electrónico enviado a la comunidad universitaria hace días, que la fecha de las votaciones, el 14 de enero, no la elige el rector, sino el Consejo de Gobierno de la UC. Y en la reunión en la que se fijó la fecha para votar, esta se aprobó por unanimidad. «No hubo ni que votar ni que votar», recuerda Pazos.
–Se va con una cifra de captación de fondos para investigación de más de 30 millones. ¿Era su objetivo más deseado?
–Es muy importante en dos partes clave de la vida de la universidad. No hay que olvidar que esos 30 millones son parte de lo que llamamos investigación y transferencia, que es la colaboración con empresas, y ahí también estamos en cifras enormes. Nuestro potencial investigador ha llegado a una cifra que nunca ha habido y una parte de esa cifra también significa que la colaboración con empresas ha llegado a un punto enorme. Y eso proyección a la sociedad. La UC es una universidad pública que pagan las personas y, por lo tanto, se debe a la sociedad de Cantabria, de España y el mundo. Y una de las formas de comprometerse con la sociedad es la colaboración con las empresas.
Y es una captación récord: la media de la universidad pública española está alrededor del 16% de su presupuesto; y nosotros estamos en el 23% o el 24%. Es un dato muy importante y no es el único, porque la función crítica de la universidad es la formación, y ahí, con toda modestia, hemos hecho cosas importantes: la captación de nuevos alumnos en grado va subiendo poquito a poco, un 2%, clave en un contexto demográfico de bajada; o la consolidación al adaptar todos los títulos a la nueva legislación –la acreditación institucional de todas nuestras titulaciones, que es como una marca–.
Ahora, los fondos son clave, porque además demuestran que no queremos vivir solo de la financiación del Gobierno o de las matrículas; queremos hacer un esfuerzo enorme por captar una parte de fondos nosotros, peleando por ello.
–¿Hasta dónde puede crecer aquí la UC teniendo en cuenta el tamaño y la competencia?
–Hay margen de mejora, como es normal. Uno se podía preguntar: en las mejores universidades del mundo, ¿qué porcentaje significa la captación de fondos? El máximo del mundo es del 35. Por supuesto que podemos y debemos crecer, pero estamos ya relativamente en una parte muy importante del camino.
–Hablando de competencia, ¿cómo ve el aumento de campus privados en todo el país?
–La universidad privada tiene que existir, como la sanidad privada. Otra cosa es que yo soy de los convencidos de que en un estado de bienestar, tanto la enseñanza como la sanidad tienen que tener un componente público grande. Ahora, ¿qué hay que pedirle a la universidad privada? Lo mismo que a la pública: calidad, y aquí estamos teniendo un problema que cada vez me preocupa más. Si uno va a cualquier ranking –Shanghai, el IVIE-BBVA–, creo recordar que de las diez universidades que aparecemos en el top una es privada, las otras nueve públicas. Por tanto, que se pongan las universidades privadas que se tengan que poner, pero tienen que tener un estándar de calidad importante y ese estándar se tiene que basar en algo que todavía en España se discute: la universidad es docencia e investigación y en muchos campus privados pasa que lo que se ofrece es docencia.
–¿La UC se ha asegurado el recambio de estudiantes? ¿Tiene que mirar más a la formación continua?
–Estamos haciendo un esfuerzo importantísimo en títulos propios, tanto en máster, como en microcredenciales, donde acabamos de implantar un plan en el que tenemos una enorme esperanza, porque además es lo que Europa quiere. Europa está pensando en formación continuada, sobre todo, en microcredenciales, que son cursos de menos de 15 créditos y además, que se pueden certificar digitalmente y que se pueden ir acumulando. Y ahí tenemos mucha ilusión y hemos hecho un esfuerzo grande. Entre otras cosas, porque la sociedad lo demanda; porque Europa lo demanda, y las empresas lo demandan. Y además por otra razón: porque a las universidades en el futuro no tenemos garantizado un número de alumnos amplio en la franja de 18 a 25 años. Y donde sí podemos tener un claro incremento de alumnos es en toda la vida. Y la UC estará ahí.
–Medidas de estabilización, la LOSU o la reforma laboral. La universidad se ha sometido estos años a varios cambios legislativos. ¿Usted defiende un pacto por la universidad? ¿En qué tiene que basarse?
–Debería haber un pacto de Estado por la Universidad. Consistiría en tres cosas. Una, que hubiera un modelo que claramente mejore la financiación de las universidades, porque estamos muy lejos del nivel europeo, y que ese modelo tuviera asociado un mecanismo de rendición de cuentas. El segundo tiene que ser un pacto que le explique a la sociedad por qué la universidad ha de tener autonomía. Hay miles de estudios en Europa que demuestran una correlación clara, negativa, entre pérdida de autonomía y eficacia. Es decir, todas las universidades serias del mundo tienen una autonomía [...], el rector o la rectora no depende umbilicalmente del poder político de turno. El tercer pacto tiene que ser cómo hacer la competitiva sin perder la igualdad. Hay un debate que a mí siempre me ha chirriado: o se está por la igualdad de oportunidades y la justicia social, o se está por la cultura del esfuerzo y la competitividad. Yo siempre me escandalizo porque yo quiero una universidad de igualdad y al mismo tiempo donde se cultive la cultura del esfuerzo. Y todo esto se resume en intentar dejar a la universidad fuera del legítimo debate partidista.
–¿Eso se ha conseguido en Cantabria?
–Debo decir aquí, en Cantabria, sí. Yo he tenido relación con gobiernos diferentes. La relación personal ha sido siempre excelente con los dos presidentes, con el presidente Revilla y ahora con la presidenta Buruaga, con los consejeros, los directores generales. Me he pasado la vida reclamando más financiación, pero creo que la relación ha sido buena y que yo he intentado siempre ser leal. Aquí hay un principio: cuando entras en este despacho no tienes ideología. Tu ideología es defender a la universidad. Quien gobierna lo hace porque el Parlamento lo ha puesto en ese lugar] y el Parlamento ha salido de la voluntad popular, y esto tiene que ser indiscutible.
–¿Se va Ángel Pazos satisfecho con ese contrato comprometido hasta 2027?
–Estamos cerrando flecos, pero estoy muy esperanzado porque la propia presidenta lo ha anunciado. Creo sinceramente que es un buen contrato-programa plurianual porque tiene un incremento presupuestario muy llamativo, pero a la vez tiene un mecanismo de conseguir objetivos y rendir cuentas muy detallado. Y eso es bueno.
–¿La UC necesita una residencia de estudiantes?
–[El rector explica primero los planteamientos que han hecho los expertos al respecto, desde que llegó al gobierno de la UC como vicerrector y el proyecto de residencia llamado Juan de la Cosa estaba ya parado]. La respuesta ahora es sí, es bueno que haya residencias universitarias. Mientras se decide qué pasa con el plan de ordenación o si hacemos algo en el solar [del proyecto Juan de la Cosa], hemos ya adscrito una residencia de estudiantes en Santander, un paso muy importante. No es nuestra, pero la hemos adscrito y por tanto podremos utilizarla según el convenio. En Torrelavega también pactamos con el Ayuntamiento la disponibilidad de un solar. Por lo tanto, hemos dado pasos. Ahora, creo que el nuevo equipo, con el escenario en 2025, deberá tomar una decisión y, sobre todo, con la expectativa de qué pase con el plan de ordenación. Quizá ya no sea la residencia que íbamos a hacer en el año 2011, quizá sea otra cosa.
–¿Qué papel juega la universidad ante la desinformación o el negacionismo científico?
–Las universidades tienen que jugar un papel, del que no pueden abdicar, que es hablar siempre con la base, la seguridad y la garantía que te da el conocimiento. Es decir, nuestra gente –en ciencias, humanidades, educación, ingenierías...– es experta, y cuando habla de algo lo hace con esa experiencia demostrada de conocimiento, investigación, estudio. Las universidades tenemos que reivindicar que cuando se hable de una cosa se hable con conocimiento experto. Estamos en un mal momento. Las opiniones son todas libres, pero no todas valen lo mismo. Todas las opiniones son libres, pero que a nadie se le ocurra pensar que la opinión de alguien que lleva 30 años trabajando en un tema pesa lo mismo que la del que se ha levantado con una idea luminosa sobre ese tema sin la menor formación previa. En eso hay que ser muy claros, porque, si no, vamos a una sociedad de la bobería.
–¿Qué consejo le daría a su sucesor o sucesora, que será elegido el 14 de enero?
– No me gusta dar consejos, pero si tengo que dar uno –y le pido a quien lo lea que no se lo tome como tal– es que no olvide que estamos al servicio de la sociedad, y que se sirve a la sociedad combinando tres cosas que no siempre son fáciles: que la estructura, que nuestra gente esté en buenas condiciones, satisfecha; que por encima de todo, la universidad tiene que buscar la calidad y el mérito en docencia, investigación, transferencia. Y que luego todo eso hay que transferirlo continuamente a la sociedad, la de Cantabria y el mundo.
Pazos responde sin dudar que el peor y el mejor momento como rector los vivió en la pandemia, que, si bien paralizó la vida universitaria, provocó la respuesta unánime de la UC. «Fuimos todos a una». Y al margen del 50º aniversario, hay otro momento especialmente feliz para él: en julio de 2020, «cuando nos dicen que hemos entrado en el consorcio Eunice». Pazos habla de la gran universidad europea casi con fervor. «Era el futuro».
¿Qué ha quedado por hacer? Sin perder de vista la creación de grados y dobles grados con el apoyo «unánime de la sociedad», le hubiera gustado «ser más activos en procesos de captación de talento», ir más allá de las 4 ayudas ERC presentadas en su mandato. Eso implica cambios. «No puedes captar gran talento internacional si no tienes flexibilidad laboral y normativa» y ahora las universidades trabajan sepultadas por justificaciones administrativas o limitaciones de contratación. «No apliquemos a la investigación los mismos moldes que al resto de la gestión».
También celebra un «fuerte» crecimiento de plantilla en sus mandatos, con más de 200 docentes convertidos en permanentes, cifra similar en administración y servicios. Le hubiera gustado actuar «de forma más creativa y mejor» en este sentido, pero las «condiciones de contorno» –presupuesto, tasa de reposición– han tenido su peso.
Agradecido a su equipo, Pazos concluye su mandato convencido de que la política de comunicación es clave. «Uno tiene que hacer bien las cosas, pero después de hacer bien las cosas ha de contárselas a la sociedad. Las universidades tienen un deber de comunicar lo que hacen y en eso ha habido un cambio enorme».
El próximo 14 de enero, la UC votará a su sucesor, que, de momento, está entre Conchi López y Mario Mañana .
Así las cosas, Pazos dice adiós al cargo nueve años más experimentado, «nueve años más viejo».
–¿Y se deja de ser rector?
–Es sano dejar de ser rector del todo. Creo que mientras uno desarrolla un cargo, lo hace a tope, y eso es lo que yo he hecho, y seguro que también mis antecesores. Si luego mi experiencia le interesa a alguien y me quiere preguntar algo, por supuesto, pero hay que dejar de ser rector al 100%. Soy poco amigo de que un exrector continúe de alguna manera... Han sido casi nueve años, más que suficiente. Yo tengo mucho interés en volver a ser solo Ángel Pazos.
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