Ruta por la Cantabria confinada
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Temores, amenaza de ruina y controles en un recorrido por Laredo, Colindres, Cayón y Polanco en su primer día de confinamientoVan abrazados, ayudándose a caminar, por una calle desierta de Sarón y con una mascarilla que sólo deja ver los ojos. «Le voy a hacer una pregunta», le dicen a un cámara de televisión con el que se cruzan y al que miran como a ... un extraterrestre. «¿Podemos salir a pasear? Es que nos han dicho que si salimos nos echan multa y a nuestra edad, si no andamos...». La pareja -que no hace falta decir los años- sigue a paso lento por la acera con el alivio de la respuesta. «No nos acercamos a nadie y pronto vamos a casa, pero salir a andar...». La conversación de cuarenta segundos resume las dudas y los miedos en la Cantabria confinada. Es un ejemplo. Porque sobran. Está lo que dice José Maza en su carnicería de equino del mercado de Laredo. «A esta hora -algo antes de las diez- ya tenían que venir las madres que dejan a los hijos en el colegio, pero nada», explica mientras limpia el mostrador sin nadie a quien atender. «Si los quince días van a ser así, cierro». O lo que cuenta Rosa María de la Torre, del Montecarlo (que es hostal, administración de Lotería y restaurante, en Colindres). Que el confinamiento le empuja a tomar una decisión que pensaba retrasar. Jubilarse y cerrarlo todo. «Por lo menos hasta que alguien lo quiera, porque ahora...». Sonia Gutiérrez, del restaurante Palacios, en Requejada (Polanco), dice que prefiere estar en el local preparando menús para llevar que «estar en casa tirándose de los pelos». Pero le sobra el tiempo y le falta dinero para pagar los seguros sociales que vendrán el día 31. En toda la jornada, cuatro menús y cuatro bocadillos. No es una forma de hablar. Cuatro y cuatro. Literal.
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Es una ruta por los cuatro municipios cerrados. Dos limítrofes y otros dos a distancia. En coche y con paradas. Y todo empieza con un control en Laredo a primera hora -en total, nos cruzamos con cuatro controles-. La cola para salir de la villa llega desde la rotonda de acceso desde la autovía (donde están los guardias) hasta la nave de Lopsa. En la estación de autobuses hay dos señoras con maletones que vuelven a la carrera a su residencia de Zaragoza y una chica que pregunta dónde puede comprar un billete a Castro porque no hay nadie atendiendo.
Tasa de incidencia 14 días 943,31
Tasa de incidencia 7 días 426,3
Casos activos 168
Casos acumulados 682
Recuperados 505
Fallecidos 9
Laredo parecía ayer alguien estirándose al despertar, pero que se vuelve a meter en la cama otro rato. «Por la tarde, en casa. Y por el día sin poder hacer nada dando vueltas como tontos», comentaban dos mujeres en chándal al pasar por delante del Ayuntamiento. Allí, un señor miraba un cartel colgado en la puerta. «Ahora hay que pedir cita previa y no sé cuántas cosas más para todo». El mercado, vacío. Los toldos y persianas de la calle Garelly de la Cámara, bajados. Y del Berna y del Menfis no sale olor a café y tortilla. «Si antes no cubríamos con la terraza y el mal tiempo, imagínate ahora», dice Jesús Gutiérrez, del Bar Colón. Andaba preparando comida para llevar «por dar el servicio a los clientes de siempre».
«Mira, me tocan veinte millones en la lotería y ni eso, porque tal y como está este cabrón de mundo». El señor que lo dijo, de 85 años (lo apuntó él), se marchaba ya para casa con el pan bajo el brazo. No andaba lejos del colegio Pepe Alba y el ruido que llegaba de la clase de educación física de unos chavalines sonaba a música celestial en una villa tristemente silenciosa a esa hora. Gente paseando por la Salvé y algo de movimiento en la esquina por la que andan Correos, la panadería Los Arcos, la farmacia o la papelería Costa Esmeralda, de la que sale algún cliente con el periódico.
Tasa de incidencia 14 días 860,44
Casos activos 93
Casos acumulados 371
Recuperados 275
Fallecidos 3
De Laredo a Colindres. No hay control de paso, pero sí hay uno (11.30) más allá del puente de Treto (nos lo encontramos al dejar el pueblo). «No hay nadie, ¿no lo ves?», dicen cuatro jubilados de tertulia mientras ven cómo dos operarios desinfectan en el parque de La Alameda, frente al ayuntamiento. La misma sensación de poca vida. De día lento. «La estocada no sé si será, pero mal, muy mal», comenta desde la puerta del bar Los Alpes Rosalina La Cruz. «Estamos aprovechando para una limpieza a fondo. La otra vez, con el cierre de marzo, se deterioró el bar muchísimo. Así que mantenimiento». Por la calle La Magdalena cuesta cruzarse con alguien. En la puerta de la iglesia una mujer lee los avisos. Hay dos esquelas y, al lado de una, alguien ha colgado una preciosa dedicatoria. La hija de la fallecida respondió a mano sobre ese papel con un mensaje sentido de agradecimiento. «A quien haya escrito esto, sé que mi madre desde el cielo le estará sonriendo» -una historia preciosa-. Cerca, en la frutería Disfruta, hay tertulia. Reyes Gutiérrez, la frutera, cuenta que ellos están trabajando bien. Esenciales. No lo dice con alegría -«por desgracia»-, pero en marzo no dieron abasto. «Tengo a mi marido en ERTE desde hace tres meses». «Y yo tengo aquí una academia de música -contesta un cliente- y esto igual es definitivo». De eso van estos días las charlas. Rosa María, la que va a jubilarse y cerrar el Montecarlo, cuenta que lo siente, sobre todo, por los empleados. «Que llevan toda la vida conmigo».
Tasa de incidencia 14 días 687,85
Tasa de incidencia 7 días 305,71
Casos activos 69
Casos acumulados 384
Recuperados 304
Fallecidos 11
De Colindres -tras dejar a la pareja de guardias civiles pasado el puente de Treto- a Sarón. Nada más salirse en el desvío que toca de la Solares-Torrelavega, nos topamos con otro control (el tercero). «Imagínate esta mañana, con el pueblo vacío y la niebla», relata una agente de la Policía Local de Santa María de Cayón. Para ellos también es lo nunca visto. Porque el popular cruce de Sarón con su mercado, por ejemplo, anda medio desierto. «Sí que se nota -confirma Isidro Sainz de la Maza, del estanco-. Es un pueblo con mucha actividad y hoy no hay nada. Viene mucha gente de los pueblos de alrededor a hacer gestiones y recados». Y ayer no. Ni bares -que hay muchos-, ni comercios (más allá de lo considerado esencial). «En el local no se puede permanecer», cuelga aún un cartel en el mesón Los Robles. Y un cartel es lo que han puesto en el centro de belleza Nueva Imagen. «Este establecimiento permanecerá cerrado por el confinamiento. Para poder solicitar su cita contactar con...». Y un teléfono.
Puede, con todo, que la sensación de soledad más grande del día se sienta en la plaza de la urbanización San Lázaro, cerca del campo de fútbol. Allí hay bares con terraza y algunos comercios. Todo cerrado y ni un alma. «En mi vida he visto esto así. Primero cerraron los bares porque eran la peste y ahora esto. Y peor será esto...», dice el único señor que pasa haciendo con los dedos la señal de las perras. Del dinero.
No se ve a nadie desde el coche por La Encina -salvo los que pasean junto al río- y tampoco por La Penilla. Ni siquiera por los alrededores de la Nestle. Y antes de coger la autovía camino de Requejada, cuarto control (a la una, para los que vienen en sentido inverso).
Tasa de incidencia 14 días 678,43
Tasa de incidencia 7 días 424,02
Casos activos 52
Casos acumulados 201
Recuperados 159
Fallecidos 0
Es la última parada. «Somos repartidores, venimos de Vizcaya y nos pilló la hora de comer aquí. No hay nada abierto. No lo sabíamos. Si no, nos hubiésemos quedado en Torrelavega», cuenta Darwin Morcillo mientras coge una bolsa y un refresco en el restaurante Palacios. En la gasolinera de BP, allí cerca, hablan del control «grande» que hubo por la mañana. Son casi las dos.
Varios padres caminan con sus niños recién salidos del colegio La Milagrosa, en Polanco. Pasan por delante del mural de José María de Pereda. Es, posiblemente, el momento más ruidoso del día.
Aunque el aviso que dio Sanidad cuando precisó las medidas que se iban a poner en marcha en Laredo, Colindres, Polanco y Santa María de Cayón fue para todos, la lupa se puso en Castro Urdiales y Medio Cudeyo. «Especial vigilancia», dijo el consejero Miguel Rodríguez a la hora de hablar de estos territorios y plantearse ampliar los confinamientos municipales que hay ahora mismo en la región. Pues bien, uno y otro tienen una incidencia acumulada mayor que cuando se ofreció esa rueda de prensa.
La tasa que mide el impacto del coronavirus en los últimos catorce días con los casos por cada 100.000 habitantes como referencia subió en las últimas horas. En ambos. Según los datos del Icane (que son del día 27, el miércoles), en Castro está en los 402,26 frente a los 383,55 en el momento de las palabras de Rodríguez. Pero es que la ciudad –en la que han fallecido treinta personas hasta el momento por el covid– tiene además 181 casos activos.
En Medio Cudeyo esa incidencia alcanza los 622,02 casos por cada 100.000 habitantes (era de 529,38, lo que supone un aumento notable). Allí, donde han muerto cuatro personas en estos meses por el covid, hay 49 casos activos.
La tasa en los últimos siete días está en Castro en 218,28, mientras que en Medio Cudeyo es de un 357,33. Miguel Rodríguez se mostró el miércoles reacio a hacer previsiones concretas sobre su posible confinamiento ya que, subrayó, es «muy complicado» predecir el comportamiento del virus. Pero sí dijo que las decisiones se tomarían «en función de la evolución de la situación sanitaria en los próximos días».
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