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'Bustrófedon’ es una palabra esdrújula muy peculiar, ya que la Academia autoriza a escribirla también como llana (‘bustrofedon’) o como aguda (‘bustrofedón’). Es imposible ... suspenderla en un examen si no la escribes con uve de ‘vurro’.
Constituye, además, una metáfora. Su sentido literal alude una forma de escritura en la cual un renglón se escribe de izquierda a derecha y el siguiente de derecha a izquierda, etcétera. Esto lo llamaban los griegos el giro (‘strophe’, voz de la que procede igualmente ‘catástrofe’, que significaba ‘giro hacia abajo, vuelco’) de un buey (‘bous’) cuando ara. El escritor en estilo de bustrófedon, pues, lleva su cálamo como el buey tira del arado; el espacio de escritura es como una mies de Creta.
Una segunda metáfora posible sobre esta metáfora, ‘remetáfora’, es el bustrófedon político. Según esta imagen, la opinión pública evoluciona en una democracia con esta trayectoria: primero hacia la derecha, luego hacia la izquierda y así sucesivamente. La longitud de las líneas no siempre es la misma y los ciclos tampoco resultan todos de la misma duración. El cuerpo cívico escribe la historia ora a la derecha ora a la izquierda.
El primer renglón del bustrofedon de la autonomía de Cantabria fue largo y hacia la derecha, desde 1983, primeras elecciones regionales, hasta 1999, en que teóricamente la izquierda y el regionalismo tenían mayoría absoluta en el parlamento (aunque se formó una coalición PP-PRC). Solo brevemente hubo un gobierno de concentración (1990-1991) por la división interna del centro-derecha.
El segundo renglón gira en 1999, pero se empieza a escribir de derecha a izquierda en 2003, y dura hasta 2011. Un ciclo de ocho años sigue a otro de dieciséis. En 2011 de nuevo el electorado cambia de programa y se encamina hacia la derecha durante 4 años, a cuyo término vuelve a girar hacia la izquierda.
De modo que estamos en el cuarto renglón del bustrofedón político de Cantabria, e imaginamos que en ese surco seguiremos arando hasta mayo de 2019. En ese momento, se habrán completado dos ciclos hacia un lado (19 años, 5 meses) y dos hacia otro (12 años, 7 meses). En realidad, este serpenteo ideológico no debe exagerarse. Ha sido un movimiento en bustrófedon con una anchura reducida, en torno a un eje central que respeta por un lado la libertad del mercado y por otro los servicios públicos esenciales.
¿Se producirá el quinto renglón en 2019, o habrá que esperar a 2023? Desde luego, mejor compararnos, como electorado, con un escritor y no con un buey, aunque a veces, por el modo en que dócilmente nos dejamos arrendar por la dirigencia, surja una legítima duda.
Sin embargo, lo que importa es menos la dirección de la escritura que su rectitud. El gobierno tiene que ser un buen gobierno, vaya hacia la derecha o vaya hacia la izquierda (el sentido de la marcha se habrá elegido democráticamente en cada caso). Ningún gobierno es automáticamente bueno por ser de unos o de otros. En cambio, es automáticamente bueno si sus resultados lo son. De ahí que quizá la pregunta para 2019 sea, más bien, esta: ¿seremos capaces de hacer surcos derechos donde el futuro se pueda sembrar adecuadamente? Lo de escribir derecho con renglones torcidos no es prerrogativa humana.
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Ana del Castillo
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