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Los operarios andaban a media mañana por la salida 147 de la A-8. La de Castro Urdiales-Sámano. Ese será uno de los dos extremos del tramo que estará controlado por un radar. En total, siete kilómetros. Entre ese punto y el viaducto de ... Ontón. En dirección Vizcaya y, claro, también en dirección Santander. Andaban con el hormigón, el poste... Tienen que poner la señal de aviso y el radar en sí. Una vez hecha la obra civil tocará esperar hasta que el Instituto Nacional de Metrología haga las verificaciones técnicas. Es un requisito indispensable. «Nunca se pone en funcionamiento sin que pase todas esas verificaciones», explican desde Tráfico. Así que, entre una cosa y otra, esperan que el nuevo radar de tramo de Saltacaballo, la gran novedad de este año en las carreteras cántabras, esté operativo «en verano». Al contrario que otras veces, la instalación supondrá aumentar la velocidad en el tramo. De 80 a 100 kilómetros por hora. Eso, y eliminar los dos aparatos fijos que hay ahora en esa zona. Uno de ellos (el que está en dirección Santander) fue el segundo que más multas 'repartió' en la región el pasado año. Solía ser el que más, pero esta vez le ganó uno de la A-67. El que está en Bezana en dirección a la capital.
El número de sanciones de tráfico bajó en la región en 2023. Fueron, en concreto, 121.667, lo que supone un 2,8% menos que el año anterior. Sin embargo, las relativas a la velocidad registraron un leve incremento. Del 1,2%. A esto se une otra conclusión esencial. Creció la cifra de muertos en las carreteras cántabras (21, tres más que en el periodo anterior), la de heridos hospitalizados (125, un 11,6% más) y la de heridos leves (1.327, un 8,9% más). En general, el número total de accidentes se fue un 10% por encima. El balance fue «claramente negativo» y una de las medidas sobre la mesa es la instalación de ese nuevo radar de tramo en la A-8.
Tráfico insiste en que se «ha estudiado mucho». Los datos de siniestrabilidad en la zona están en niveles prepandemia (se puede ver en la tabla que acompaña esta información). Hubo 127 accidentes en 2023, cincuenta más que en el balance anterior, y un fallecido –el camionero que cayó desde una altura de veinte metros en el viaducto de Ontón, en junio–. La mayoría de siniestros, eso sí, son «de chapa», por alcance. Con un importante impacto en la circulación porque al mínimo golpe se generan grandes retenciones. «La gran novedad es que se pasa de 80 a 100 kilómetros por hora. Lo que se busca es que la velocidad sea homogénea», explica José Miguel Tolosa, jefe provincial de Tráfico. Evitar esos frenazos cuando se acerca el radar. Ir a un ritmo mantenido –lo que miden los radares para multar o no es la velocidad media (espacio entre tiempo)– y evitar que se pisen los pedales (el del acelerador y el del freno).
Esperan buenos resultados, al igual que ha sucedido en la carretera N-629 entre las localidades de Limpias y Ampuero. «Esta vía presentaba unas cifras de siniestralidad muy elevada, y desde la instalación y señalización del citado radar de tramo en 2018, se ha producido una reducción muy significativa, sin ninguna víctima mortal desde su instalación», señala Tolosa.
Ese fue el primer radar de tramo en la región. El de Saltacaballo será el segundo y cambiará el mapa de estos dispositivos en Cantabria. El año pasado hubo ocho fijos –si echan en falta alguno en la lista es porque no ha estado operativo– y el de tramo. Cuando el de la A-8 empiece a funcionar serán seis (se eliminarán dos) y dos. Uno de los que desaparecerá es el que menos ha 'cazado' en 2023. Se trata del que hay en Saltacaballo en dirección Vizcaya. El único de cabina, no de pórtico (uno de esas estructuras de color amarillo). Entre las veces que ha estado estropeado y lo delicado que es el aparato, poco ha hecho. Once sanciones. Muy lejos del que está en dirección contraria por esa zona: 19.128. Los dos tienen los días contados. El nuevo de tramo que controlará siete kilómetros de autovía irá acompañado de señales de aviso. Además, desde Tráfico tranquilizan: «se notificará a través de los medios de comunicación cuándo va a empezar a funcionar».
El que seguirá es el de la A-67 en Bezana en dirección a la capital. Casi 20.000 multas por superar los 100 kilómetros por hora que marca. Es un radar peculiar. De pórtico, con cámaras que fotografían la matrícula del coche que se pasa. La parte de atrás. Como la mayoría. Pero cuenta también con una cámara (blanca, de forma rectangular) que permite, a través de una imagen frontal, saber si el conductor lleva puesto el cinturón o está hablando por teléfono (aunque sólo se multa si la imagen que lo confirma es lo suficientemente nítida, si no genera dudas).
Del análisis de las sanciones se deduce que buena parte se produce por excesos de velocidad leves. De igual o menos de 20 kilómetros por hora –los que más– o de entre 21 y 30. Los que generan multas de 100 euros sin retirada de puntos. Los otros, los que están por encima de 31 kilómetros por hora respecto a la velocidad permitida, son sólo 2.504 para un total de 77.666.
Y alguna sorpresa. Si se hicieran apuestas sobre los radares más 'multones', más de uno diría que los que están entre Santander y Maliaño (el de la curva de la Pegaso y el que hay antes del túnel). Nada más lejos. Furgón de cola. «Son muy conocidos, se los sabe todo el mundo», apuntan fuentes de Tráfico.
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