El radar fijo de Maliaño lidera el ranking de multas y desbanca al averiado de Saltacaballo
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En el primer semestre de este año la DGT registró 13.935 denuncias por infracciones de velocidad en varios puntos de la regiónMiles de conductores continúan levantando el pie del acelerador -o pisando el freno, porque es cuesta abajo- al alcanzar el kilómetro 144,4 de la A-8, a la altura de Saltacaballo y en dirección a Castro Urdiales. Ninguno sabe que uno de los radares fijos más conocidos de Cantabria ... , dedicado a fotografiar las matrículas de quien ose superar los 80 kilómetros por hora permitidos en ese punto, está averiado desde hace meses.
La prueba palpable son las cero denuncias que ha puesto en lo que va de 2019. Todo un hito en la serie histórica, en la que, tradicionalmente, ha destacado como el que más infracciones detectaba. Sólo en 2017 identificó 8.124 casos en que se rebasaba de velocidad, y en 2018, a un total de 5.515. La reducción de la cifra ya resulta significativa en la comparativa entre esos dos años. ¿Fueron los conductores mucho más cautos en 2018? Seguramente no.
Más bien la instalación ya no hace fotos, no funciona, está averiada. «Los problemas técnicos a veces inhabilitan este tipo de radares y en ocasiones las reparaciones se complican y se dilatan en el tiempo. Es lo que ha sucedido en este caso, seguro», justifica el máximo responsable de Tráfico en Cantabria, José Miguel Tolosa.
José Miguel Tolosa | Jefe de la DGT en Cantabria
De ahí que ese radar ha perdido ese primer puesto en el ranking regional de sanciones. Ahora lo es el que se encuentra situado en el kilómetro 3,7 de la S-10, tras salir del túnel de Maliaño en sentido a Santander, que se ha alzado al primer puesto en este 2019 -entre enero y hasta el 30 de junio- identificando a 2.858 infractores. El siguiente en la lista, pero con la mitad de denuncias, es el situado en el kilómetro 191,6 de la A-67 a la altura de Gornazo y en dirección a Santander, con 1.975 notificaciones.
«Lo que sucede es que hay muchos radares que tienen que pasar una especie de control anual, algo parecido a la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) que tienen los coches. Es un trámite por el que tienen que homologarse por el Centro Español de Metrología (CEM)», explica Mario Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados (AEA), el colectivo que este martes hizo públicos estos datos. «También suceden averías que a veces tardan en repararse. Y que en ocasiones el mismo presupuesto no alcanza para mantener todos los radares en orden. Tener al día una instalación de estas sale por unos 60.000 euros».
Sea como fuere, el número de infracciones ha descendido en Cantabria en los últimos tres años de modo significativo. En 2017 la cifra total alcanzó las 20.448 notificaciones en el primer semestre del año; descendió hasta las 18.681 en el mismo periodo del 2018 y cayó aún más este 2019, hasta los 13.935. De nuevo cabe formular la misma pregunta ¿Son los conductores más cautos con la velocidad?
Mario Arnaldo | Pte. Automovilistas europeos
«Habrá de todo. Probablemente la gente se ha sensibilizado, y también sucede que no todos los radares están completamente operativos», aclara Tolosa.
Evidentemente, no debe ser esto una llamada a pisar el acelerador en esos tramos. «Lo que se busca con el radar es la disuasión. El que se estropee una instalación de estas no debe invitar a superar la velocidad, porque no olvidemos que al final lo que está en juego es la vida», justifica Arnaldo.
De hecho, la distracción -sobre todo con la tecnología de por medio, con el móvil como mejor ejemplo-, la excesiva velocidad y el consumo de alcohol fueron, según la Guardia Civil, las causas más importantes de mortalidad al volante en los últimos meses.
Por suerte estos puntos donde la DGT controla los límites de velocidad están muy bien indicados en la región y cumplen su efecto disuasorio. «Es al fin y al cabo lo que se busca. La gente se equivoca cuando habla de afán recaudatorio. El mejor radar es el que no pone ninguna multa», aclara Tolosa.
Pese a todo desde la asociación de automovilistas se busca un cambio de política a la hora de instalar estos aparatos. «Las estadísticas han dejado claro que no a más sanciones se produce una disminución de las muertes en carretera», reivindica Mario Arnaldo. «Por eso, creo que hay que empezar a pensar que quizá en algunos puntos de España convendría reconfigurar esta política que a veces se sigue», defiende. «Pedimos más trasparencia sobre la ubicación de los radares, porque lo importante es que funcionen para frenar las muertes, y para eso lo mejor es que el conductor sepa a ciencia cierta dónde debe tener precaución. A la postre esas zonas son las que se corresponden con las que registran mayor siniestralidad, claro».
Pero el informe nacional constata que la tendencia es la contraria. El texto destaca cifras como el millón trescientas mil denuncias formuladas en el primer trimestre por los radares de todo el país, con un valor económico de cerca de 200 millones de euros, lo que supuso un incremento del 12,4% respecto al año anterior.
El informe nacional destaca que sólo 25 radares, de los cerca de mil de que dispone la DGT, formulan el 34% del total de denuncias (450.397) y de ellos, sólo seis se repiten respecto de la lista de los cinemómetros más activos del año anterior, localizándose el resto (19) en nuevas ubicaciones.
«El problema que vemos es que muchas de estas denuncias se están produciendo en autopistas y autovías, y no en carreteras secundarias, que es donde se producen el 70% de los accidentes con víctimas», reivindica AEA. El actual Director General de Tráfico, Pere Navarro, anunció hace meses la instalación de los nuevos 78 radares que aguardan aún en los almacenes a la espera de que se decida su ubicación definitiva.
«Se siguen estudiando las necesidades de toda España para ver dónde son más necesarios. Lo lógico es que se distribuyan en esos puntos clave donde se registra mucha siniestralidad», aclara Tolosa, que no descarta que alguno de ellos termine en el asfalto cántabro. «No me atrevería a decir un punto o puntos concretos. Lo que sí está claro es que, de venir a esta región, debería ir a algún punto de carretera convencional, que es donde se siguen sufriendo más accidentes», explica el jefe de Tráfico.
Por suerte la siniestralidad en las carreteras cántabras continúa descendiendo. «Ya se sitúa desde hace años entre las más bajas de España, pero es que además en este último año ha descendido aún más respecto al mismo periodo de 2018», celebra Tolosa.
En 2018 murieron trece personas entre enero y junio; mientras que este ejercicio la cifra ha descendido a siete. «Es muy triste hablar de estadísticas cuando hablamos de vidas que se han perdido en la carretera, pero sí, este año las estadísticas son favorables en este sentido y eso nos lleva a celebrar que menos personas murieron este año en el asfalto de la región», concluye el jefe de la DGT en Cantabria.
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