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Rastreadores de los contagios invisibles

Rastreadores de los contagios invisibles

El equipo de Salud Pública encargado de localizar a los contactos de los casos sospechosos para cortar la cadena de transmisión sabe que «la búsqueda será más laboriosa» que al comienzo de la pandemia

Ana Rosa García

Santander

Domingo, 17 de mayo 2020, 07:16

El día que al equipo de Salud Pública le llegó la confirmación del positivo en coronavirus de un pasajero recién llegado a Santander después de varios vuelos, dentro y fuera de España, supo el laberinto al que se enfrentaba. Fue en la fase inicial de la pandemia, cuando aún los contagios eran todos importados, con Italia como foco principal. «Fue una de las investigaciones más complicadas, una auténtica locura». En aquel momento la labor de los rastreadores, que pasó bastante inadvertida, resultó crucial para localizar a los contactos estrechos de los primeros infectados, poder proceder a su aislamiento y cortar las cadenas de transmisión. Así fue, hasta que ya no hubo control posible. Ahora que el descenso de la epidemia ha dejado emprender la 'desescalada', su figura vuelve a cobrar protagonismo para frenar los posibles rebrotes de Covid-19. Y saben que las dificultades del rastreo se han multiplicado por mil.

«Vamos a tener que ser más minuciosos y rigurosos en la búsqueda. Indagar mucho y profundizar más. Se trata de detectar cada caso lo antes posible para aislar a sus contactos, y ahora ya sabemos que puede haber contagio incluso dos días antes de que aparezcan los síntomas», señala Begoña Porras, técnico superior de Salud Pública a la caza de los casos aún invisibles. Ella participó en el despliegue de aquel pasajero a bordo de un avión que, para más inri, «acabó aterrizando en otra comunidad, porque el viento impidió que lo hiciera en Santander. Tuvimos que contactar con la compañía aérea para conseguir la lista de pasajeros y poder localizar a los que viajaban junto a él, en un radio de dos asientos», teniendo en cuenta que muchas veces se producen cambios de sitios ya a bordo. Fue uno de los rastreos que llevó más tiempo e incontables llamadas.

«A partir de ahora vamos a tener que ser minuciosos y rigurosos en la búsqueda, indagar y profundizar más para detectar casos lo antes posible y poder aislarlos»

begoña porras | Técnico Superior de Salud Pública

«Como anécdota, había dos contactos que no conseguíamos localizar de ninguna manera, porque no teníamos nombre completo. Buscamos a través de las iniciales que figuraban en el correo electrónico facilitado para comprar los billetes y dio la casualidad de que los conocía personalmente. Así pudimos dar con ellos. Incluso facilitamos información a otras comunidades, en las que esta persona había estado, para que siguieran sus líneas de investigación», relata.

Pero el factor suerte es excepcional. El éxito depende más de «la pericia del investigador en las conversaciones con las personas, en las que hay que procurar una colaboración estrecha», añade Porras. Y para eso no basta con una llamada administrativa. «He llegado a estar 45 minutos al teléfono con la misma persona. Hay que adaptarse a cada caso e intervenir en función de las características sociales, las condiciones familiares… tener en cuenta todo. Y ser muy pesada con las preguntas, no te puedes quedar con respuestas de sí o no; puede haber gente que ni siquiera ha sabido identificar los síntomas, porque han sido leves; o que ha pasado por alto cosas que pueden ser importantes».

«Es esencial que la gente colabore, que cuando le llamemos, puedan hacer un ejercicio de recuerdo de dónde estuvieron y con quién. Nos ayuda mucho»

alfonso alonso | MIR de Medicina Preventiva

Cuando se activa la búsqueda, «el primer paso es identificar los contactos estrechos (aquellos con los que se ha estado a menos de dos metros más de 15 minutos sin protección), que a veces pueden ser casuales», subraya otro de los rastreadores, Alfonso Alonso, médico residente en Medicina Preventiva y Salud Pública. Y lo son la familia o las personas con las que se convive, «pero también pueden serlo los compañeros de trabajo, amigos, vecinos, ciudadanos con los que se ha coincidido en un supermercado o en un autobús».

Pruebas PCR a los contactos

A diferencia de la etapa inicial, se realizarán pruebas PCR a todos los sospechosos de Covid-19, con resultados en 24 horas, pero también a sus contactos cercanos –se calcula entre 7 y 10 por cada investigado–. «Así podríamos detectar infecciones ocultas», añade Alonso, que destaca que «es esencial la colaboración de la gente, que cuando les llamemos puedan hacer mentalmente un ejercicio de recuerdo para informarnos de con quién han estado o dónde ha podido haber riesgo de transmisión. Eso nos ayuda muchísimo».

Su ámbito de trabajo se centra en el registro de toda la información «para monitorizar en qué punto está la epidemia». Y ahí se incluyen los indicadores de asistencia sanitaria, para medir la capacidad de respuesta en caso de repuntes; los de vigilancia epidemiológica, para comprobar cómo evoluciona el virus; las medidas destinadas a la protección colectiva (mascarillas, por ejemplo) y la identificación precoz de las fuentes de contagio, terreno de los rastreadores, que desde la semana pasada ya han vuelto a ponerse manos a la obra, por el momento con «pocos casos».

No obstante, en previsión de que la demanda se dispare, el equipo de rastreo Covid-19, hasta ahora integrado por 37 profesionales (médicos, farmacéuticos, veterinarios, psicólogos…), se ha reforzado con diez personas más, y ya se está formando a retenes de Atención Primaria y de la Facultad de Enfermería. «A partir de ahora el trabajo va a ser más laborioso», coincide Alonso. Los canales para poner sobre la pista del coronavirus pueden ser el teléfono 900 612 112, si el paciente llama directamente para consultar sus síntomas; los médicos de los centros de salud y SUAP, que ahora ya tienen potestad para encargar las PCR y confirmar sus sospechas; los hospitales, tanto si los casos llegan por la vía de Urgencias como si se detecta entre los ingresados, o incluso desde el propio circuito de Salud Pública si da positivo uno de los contactos en seguimiento, que pasaría a convertirse en caso, y se desplegaría la red investigadora a su entorno.

«Hay que concienciarse, no basta sólo con que lo haga bien la mayoría»

Sin haberse recuperado aún de la «vorágine» en la que lleva inmerso el equipo de Salud Pública desde hace dos meses, en los que ha habido «poco margen para el descanso», tanto Begoña Porras como Alfonso Alonso recuerdan «la importancia de que la gente se conciencie, especialmente los jóvenes, que guarde la distancia de seguridad, use mascarillas y se lave las manos con frecuencia. Si cada uno no se hace responsable de su propia protección, lo vamos a pasar mal. Y no basta con que lo haga la mayoría, porque con una minoría que no lo haga bien ya se genera un gran problema».

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