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José Carlos Rojo y Mariña Álvarez
Santander
Martes, 17 de agosto 2021
Estuvieron más de 48 horas desaparecidos. Desde algo antes de las dos de la tarde del pasado domingo, hasta las dos de este martes. Aislados en un risco en Picos de Europa, sin cobertura en el móvil y llenos de frustración, porque sobre el ... lugar donde quedaron atrapados, en un saliente de la canal de Ría, cruzó sus cabezas más de treinta veces el helicóptero que los buscaba, pero no los vio. «Decidimos no movernos y es lo que nos ha salvado. Pudo haber salido mal. Pensábamos que de esta noche no pasábamos, sobre todo por el frío, porque podíamos morir de hipotermia. Era un sufrimiento bestial, nos mirábamos y no nos hablábamos. Ya con la mirada nos decíamos todo, lo veíamos muy crudo», confesaron Ramón González y José Antonio García cuando tras ser rescatados se abrazaron a los suyos ya de vuelta a Poncebos. El lugar donde el domingo comenzó esta historia que gracias a la prudencia y la suerte ha terminado con final feliz.
El domingo amaneció luminoso y despejado. Eran las seis y media de la mañana cuando los dos vecinos de Los Corrales de Buelna, conocidos montañeros de la zona, iniciaron la ruta del Cares desde Poncebos. Ambos pertenecen a la Sociedad Deportiva Buelna. Ramón, de hecho, es campeón de la edición 2019 del Ultra Trail, que parte de San Vicente de la Barquera y asciende hasta Espinama. También se proclamó campeón del ultramaratón de El Soplao en 2013. Es gente preparada, que conoce bien Picos de Europa y que tiene físico para echarse al monte. «Subimos por la canal del Agua y llegados a un punto empezó a meterse una niebla muy densa, y nos despistamos», recuerda José Antonio. Entonces comenzaron los problemas.
«Nos desorientamos, y anduvimos campo a través, siguiendo unos hitos que parecían los del camino, pero resultó que no lo eran». No llegaron a la siguiente parada, el refugio de Jou de los Cabrones. «No lo alcanzamos. Llegados a un punto, vimos que no sabíamos dónde estábamos, y decidimos que bajar sería lo más prudente». Pero la niebla los envolvió hasta el punto de confundirlos por completo.
Bajaron como pudieron y de pronto se percataron de que no descendían por donde habían ascendido. «Intentamos bajar y bajar hasta que llegamos a un lugar donde ya vimos que podía ser peligroso seguir». Era un saliente de unos dos metros cuadrados en medio de un escarpado risco de la canal de Ría, paralela a la canal del Agua, por donde debían haber regresado a casa. «Nos quedamos allí a esperar. Si veían que no regresábamos a casa, vendrían a buscarnos», pensaron. Así fue.
El aviso al Servicio de Emergencias del Principado (SEPA) llegó la tarde del domingo y desde entonces los especialistas han estado trabajando en su localización. Sobre todo durante todo este pasado lunes y martes, tanto por medios aéreos como a pie. Buen número de familiares y amigos llegaron a Poncebos para seguir de cerca la operación. Algunos subieron a la montaña también para contribuir a su manera en la localización.
Los rescatadores se afanaron en reconstruir los pasos de los montañeros. Debían haber subido por la canal del Agua hasta Jou de los Cabrones. De ahí a Orandi y Canal de Amuesa; y de regreso hacia el desfiladero del Cares. «Lo que pasa es que el guarda del refugio de Cabrones dijo a la Guardia Civil que nos había visto y es imposible porque nunca llegamos allí. Así que enfocaron la búsqueda a partir de aquella zona y nosotros estábamos en otra», lamenta García.
Ramón González (49 años) Es viejo conocido de la Sociedad Deportiva Buelna. Vecino de Los Corrales de Buelna, de 49 años, es campeón de la edición 2019 del Ultra trail y del ultramaratón de El Soplao de 2013. Ha trabajado toda la vida en la construcción y quienes lo conocen bien saben que tiene unas condiciones físicas prodigiosas para la montaña.
José Antonio García (55 años) Es también miembro de la Sociedad Deportiva Buelna, y buen conocedor de Picos de Europa. Vecino de Los Corrales, ha trabajado toda la vida en la fábrica de Nissan. Tiene 55 años y dos hijos y en su tiempo libre también canta en la Coral de Los Corrales. Ha hecho deporte siempre, sobre todo montañismo y cross. Se confiesa enamorado de la montaña.
Allí parados, muertos de frío, con temperaturas que descendían de los diez grados por la noche, aguardaron a que su suerte cambiara en aquel punto que calculan que está a 1.600 metros de altura. «Teníamos sólo la equipación justa para subir corriendo y bajar», cuentan los montañeros.
Se alimentaron con barritas energéticas y bebieron cuanto pudieron. En ese sentido tuvieron suerte. «Justo donde quedamos atrapados emergía un pequeño regatillo de agua que nos sirvió para estar bien servidos. En esto tuvimos suerte», relata Ramón.
Abajo, la preocupación crecía entre los familiares. No se explicaban cómo dos personas tan preparadas podían haber desaparecido de esta manera. «Lo lógico es que a uno de los dos le haya pasado algo y que el otro esté con él esperando;pero ojalá estén bien», avanzaba a primera hora –cuando aún no se sabía nada– una de las primas de José Antonio, Yaniere Jara. En realidad ninguno de los dos resultó herido más allá del desgaste producido por los dos días de hambre y de dormir al raso.
«¿Dormir? La verdad es que no dormimos nada? No teníamos miedo porque sabíamos que vendrían a buscarnos pero el frío nos preocupaba de verdad porque podíamos morir de hipotermia. Una noche más y no sé qué hubiera pasado», se sinceran.
Así que con las pocas fuerzas de que disponían, decidieron emplearse a fondo para hacerse oír este martes. «Era la única manera de que nos localizaraon porque era muy frustrante escuchar pasar al helicóptero por encima y saber que estaba buscando donde no era. La verdad es que esta zona es muy complicada y salvo que busques aquí en concreto, es muy difícil ser vistos», cuentan. Tomaron el silbato y gritaron cuanto pudieron. «Le dije a José Antonio que iba a dejarme la garganta pero iba a gritar», relata. Las aspas de la aeronave en movimiento tapaban sus voces, pero cuando el aparato se alejaba, los ecos de las voces humanas se multiplicaban entre las rocas. Hasta que llegaron a oídos de otros senderistas que hacían una ruta en Ario.
«Al parecer fueron ellos los que llamaron a la Guardia Civil». Eran las dos de la tarde cuando el teléfono de los familiares sonó. Les comunicaban que habían avistado a los dos montañeros abrazados y a salvo en un risco de difícil acceso. Entonces estalló el júbilo. «¡Los han encontrado, están bien!», celebraron. El rescate no se complicó. «Nos amarraron unos arneses y nos izaron. Luego nos llevaron hasta una campa y de ahí nos bajaron a Poncebos donde nos encontramos con los nuestros», explican los montañeros. «Ellos lo han pasado realmente mal. Son los que tenían la peor papeleta, porque nosotros sabíamos que estábamos bien, pero ellos podían pensar que nos había pasado cualquier cosa», lamentan.
A las ocho de la tarde todos llegaban de regreso a Los Corrales de Buelna. Vecinos y compañeros de la Sociedad Deportiva Buelna los esperaban para celebrar su regreso y una vez más comprobaron que la montaña, de cuando en cuando, da lecciones. «Por muy bien que la conozcas, por mucho que estés en forma y tengas experiencia, es un lugar hostil y siempre es mejor ser prudente. Eso es lo que nos ha salvado a nosotros. Saber esperar», resuelven.
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