De los recortes al nuevo calendario

La etapa de Miguel Ángel Serna (2011-2015), el profesor universitario que Ignacio Diego (PP) puso al frente de la Consejería de Educación, estuvo inexorablemente marcada por los recortes que el Gobierno central de Mariano Rajoy aprobó por decreto ley en 2012 y que afectaron, principalmente, a la profesión docente: recorte de plantillas, congelaciones salariales, incremento de las horas de clase –de 18 a 20– del profesorado de Secundaria, lo que trajo consigo la disminución de docentes; la flexibilidad de las ratios de las clases de Infantil y Primaria, que provocó que más de 150 unidades estuvieran por encima del límite de 25 alumnos; retrasar hasta diez días lectivos el plazo para cubrir sustituciones, la reducción del sueldo durante los primeros días de baja...

A esto hay que unir otra serie de controvertidas decisiones tomadas por Serna a nivel autonómico, como los recortes en las ayudas a las familias para adquirir material escolar, la eliminación de la reducción de jornada a la que tenían derecho los profesores mayores de 55 años, la supresión de los desdobles de Formación Profesional (FP), la sustitución de maestras a tiempo completo en las aulas de 2 años por maestras a un tercio de jornada, dejando a los pequeños alumnos en manos de técnicos... El remate fue la devolución del concierto económico al colegio privado Torrevelo –que le retiró el anterior Ejecutivo por desarrollar una educación segregada y no mixta– en medio de una etapa de recortes continuos a la educación pública. Todo este contexto derivó en un clima de enfrentamiento de la comunidad educativa, especialmente el profesorado, con la Administración, un 'periodo negro' en el que se sucedieron las movilizaciones de protesta impulsadas por la 'Marea verde'.

En el lado positivo, cabe mencionar el impulso dado por la Consejería a la enseñanza bilingüe y a la FP, que en este caso permitió reducir la tasa de abandono escolar del 21,2% al 11,8%, la segunda menor de España. El crecimiento de las titulaciones, la modernización de los equipos y el desarrollo de la FP Dual permitieron que muchos jóvenes apostaran por este tipo de enseñanza, una tendencia creciente que se mantiene en la actualidad.

La llegada al Gobierno de Cantabria del bipartito PRC-PSOE supuso un cambio de rumbo radical en materia educativa. Algunos de los recortes laborales y salariales se han revertido durante los últimos cuatro años –han crecido las plantillas docentes, los profesores de Secundaria han recuperado las 18 horas lectivas semanales, las ratios de alumnos por aula se cumplen al 100% en Primaria...– y el gasto anual dedicado a Educación ha crecido casi un 12%, lo que ha conducido a que Cantabria sea la tercera comunidad que más dinero invierte por alumno en la educación pública no universitaria, según los datos oficiales del Ministerio.

Pero sin, duda, el cambio más significativo introducido por la Consejería fue la implantación de un nuevo calendario escolar, que se estrenó en el curso 2016/17 y que rompió por completo con la tradición de las últimas décadas. El modelo, inédito hasta entonces en España aunque se desarrolla en más de una veintena de países europeos, reparte los días lectivos en cinco bimestres, separados por cuatro periodos de vacaciones, uno cada dos meses, aproximadamente. El tradicional esquema de tres trimestres de clases y dos periodos de descanso en Navidades y Semana Santa pasó así a la historia.

El calendario aprobado por la Administración educativa –entonces dirigida por Ramón Ruiz– y la Junta de Personal Docente contó con un importante rechazo de las asociaciones de padres, por las formas y el fondo de la decisión. Por un lado criticaron que no se hubiera contado con ellas en la elaboración del nuevo modelo y no se hubiera escuchara su opinión y, por otro, cuestionaron los criterios pedagógicos que sostenían el cambio, reprocharon que es un modelo que sólo beneficia a los profesores y advirtieron de que dificultaba las ya de por si complejas tareas de conciliación de la vida laboral y familiar al añadir más días de vacaciones para los escolares.

Otra de las medidas desarrolladas fue el impulso definitivo de los bancos de libros de texto en los colegios e institutos de Cantabria en sustitución de las ayudas individuales para la compra de material escolar. Una iniciativa a la que la Consejería ha dedicado, desde 2016, dos millones de euros al año para dotar a los centros, tanto públicos como concertados, de los fondos suficientes para comprar libros de texto y material curricular y ofrecerlos a las familias de forma gratuita o a un precio reducido, por debajo de los costes de mercado.

La presente legislatura pasará también a la historia por contar con dos consejeros al frente de Educación: Ramón Ruiz fue sustituido en septiembre de 2017 por Francisco Fernández Mañanes después de la elección de Pablo Zuloaga como secretario general del PSC-PSOE tras vencer en las primarias a Eva Díaz Tezanos. El nuevo líder socialista se cobró, entre otros, la cabeza de Ruiz, mano derecha de la vicepresidenta.

La gestión de la jornada lectiva reducida en junio y septiembre en los colegios ha sido uno de los frentes más conflictivos que ha tenido que lidiar Mañanes. Su eliminación, parcial, durante el presente ejercicio desembocó en cuatro huelgas de maestros y su recuperación para el próximo curso –aunque con media hora más de clase que anteriormente– ha provocado el rechazo de FAPA, que ha impugnado el calendario.

Uno de los campos donde más se ha notado la recuperación económica es en las ofertas públicas de empleo docente. El Plan Nacional de Estabilidad 2017-2020 que persigue reducir la alta interinidad laboral de las administraciones públicas ha permitido que las plazas puestas en juego se hayan elevado a cotas nunca antes alcanzadas en la región. Las cifras son elocuentes. En la anterior legislatura se convocaron 200 puestos (25 en 2012, 90 en 2013 y 87 en 2015, porque en 2014 no hubo oposiciones). En la actual, más de 1.100, incluidos los ofertados en las históricas convocatorias de 2018 (406 plazas de profesores de Secundaria y Formación Profesional) y 2019 (574 del cuerpo de maestros de Infantil y Primaria). Estas oposiciones están permitiendo reducir la alarmante interinidad que se alcanzó en Cantabria –superior al 35% de media–, aunque aún se está lejos de alcanzar el 8% fijado como objetivo para 2022.

El Informe PISA de 2015, la prestigiosa evaluación internacional de la enseñanza, reflejó que los alumnos cántabros de 15 años se sitúan por encima de la media española, europea y de los países de la OCDE en las tres competencias analizadas: Lectura, Matemáticas y Ciencias. La educación cántabra experimentó una notable progresión respecto a 2012, año del anterior informe, cuando suspendía –estaba por debajo de la media– en todos los saberes.