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Hace tiempo escribía en este espacio que quizá nuestro verdadero plan de desarrollo regional era… nuestro vecindario autonómico. Y otras veces he querido apuntar cómo ... Cantabria se va convirtiendo, de momento, en una península o prolongación vizcaína, debido al impacto de la autovía A-8 desde su inauguración en 1995, algo que sólo ha podido reforzarse con la conclusión de la conexión directa entre Solares y Torrelavega. Es decir, que el plan son los vecinos (o las vecinas, que 'comunidades' y 'regiones' son de género femenino), pero por un orden cronológico. Hoy ya se habla de esto abiertamente en documentos con vitola académica, en estudios para las administraciones e incluso en el pensamiento estratégico sobre nuestro enlace con el Mediterráneo a través del País Vasco. Mi personal impresión es que será un concepto cada vez más definido, mucho más que la «macrorregión cantábrica» por la que aboga Guillermo de la Dehesa, idea interesante que me parece demasiado optimista sobre las soledades productivas y demográficas entre Cabezón y Oviedo. Lo que parece menos dudoso es que la fase I de esa región litoral consiste en la 'peninsulización' de la zona costera oriental y central de Cantabria.
Uno de los hechos fundamentales es que Bilbao y su área metropolitana son lo más próximo al conglomerado aún difuso Santander-Torrelavega. Si tiramos de compás en una semicircunferencia con centro en Santander y punta en Bilbao, lo que encontramos en el giro es, grosso modo, Medina de Pomar, Aguilar de Campoo, Potes y Llanes. No hacen falta muchas explicaciones sobre el magnetismo del bajo Nervión. Sólo hay aparentemente dos frenos a una interacción más estrecha: las montañas que obstaculizan un tren verdaderamente eficaz para viajeros y mercancías; y el cultivo por el nacionalismo vasco de una cultura de exclusividad etnolingüística de muy difícil acomodación si se abandonan las actitudes más pragmáticas. Algún día quizá los españoles decidamos hablar en euskera para poder tener conversaciones entre nosotros sin que se enteren de ellas ni los espías más avezados de Putin. Pero mientras tomamos esa difícil decisión hay que contar con la siembra de la diferencia como un factor que no siempre armonizará con el proceso de comunicación económica. Mientras ambos gentíos practiquen el 'donde fueres haz lo que vieres', no tiene por qué existir mayor problema.
Todo esto presupone varias paradojas. Nuestro distanciamiento del espacio económico castellano benefició a Vizcaya, que ahora nos atrae hacia sí; pero esto ocurre justo cuando nuestras conexiones con la Meseta van a mejorar espectacularmente, con un tren moderno a Palencia y una autovía de Campoo a Burgos. Sería misión de tarotista echar las cartas sobre qué pasará cuando haya también al sur un polo magnético económico tirando de Cantabria desde Madrid-Burgos-Valladolid. Mejor lo dejamos para otro momento, que se me acaba la tinta.
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Ana del Castillo
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