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Antes el autobús de la caravana electoral recorría el país. Hoy, insólita viceversa, ha arrollado a la alcaldesa de Santander. Un adversario –el MetroTUS– ... concebido en las prolíficas quimeras infográficas del exalcalde prácticamente huérfano en su fracaso. Los ciudadanos –menospreciados y ridiculizados, como hacen con todo disidente– han hundido el proyecto de la legislatura. Como errar es de humanos, la alcaldesa defiende su derecho a seguir tropezando con más piedras además de su falsa diplomatura, licencias exprés para un amigo del exalcalde en la calle del Sol, incendio del Museo, reiteradas facturas en el cajón o los contestados espigones de la Magdalena. También Fabra sobrevivió al aeropuerto de Castellón, hasta le hicieron una estatua. Pero aquí yerran con excesiva inercia. La anulación del PGOU o los aparcamientos sin coches, como Mendicouague, de fatales consecuencias económicas por no torcer el brazo ante la evidencia.
Esta vez han rectificado con todos los adverbios: tarde, mal y a destiempo esperando una amnesia colectiva para la inminente primavera electoral. Temiendo otro error, van a reformar la calle Cervantes sin saber exactamente cómo, sobre la marcha, según soplen los vientos electorales.
La campaña ha estallado anticipadamente con la supresión del MetroTUS, primer acto de propaganda. Revilla –no pierde un autobús– representa otra vez el papel de pastor en la fábula de Esopo, como cada víspera electoral. Pero ya no consigue sembrar dudas sobre su candidatura.
La maniobra de Gema Igual, en cambio, revela su interés por resistir en el cartel electoral. Su estrategia: considerar que reconociendo el error desaparecen las consecuencias. Pero no podrá recuperar ni la reputación, ni los millones de euros dilapidados: dos y medio según la defensa, siete según la acusación.
De momento han activado el condensador de fluzo y en noviembre regresaremos al pasado. El funeral por el MetroTUS se celebra el día de Todos los Santos. Sublime alegoría. En paralela metáfora, el rabel de Chema Puente –Pink Floyd local– agrieta el muro de acero municipal tras cuarenta años de hegemonía. Aunque en el impune edén ideológico de 'Luis, se fuerte', donde milita la alcaldesa, hasta Nixon hubiese resistido al Watergate.
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