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La filosofía de Adela Cortina (Valencia, 1947) ilumina zonas umbrías de la moral, y cuestiona y fortalece a la sociedad a partes iguales. Catedrática ... de Ética en la Universidad de Valencia, directora de la Fundación Étnor, es voz de referencia para reflexionar sobre esa cuestión moral desde lo político, lo empresarial, lo educativo... Premio Jovellanos de Ensayo por su libro 'Ética de la razón cordial', también fue galardonada con el Nacional de Ensayo, en 2014, por '¿Para qué sirve realmente la ética?', y fue además la primera mujer que ingresó en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (hoy son dos). Es autora de decenas de títulos y conferencias, y del término 'aporofobia', un concepto donde concreta el rechazo al pobre; no es tanto que alguien sea extranjero o profese esta u otra práctica cultural, sino que el menosprecio nace de su pobreza, de que sea pobre.
La Sociedad Cántabra de Filosofía (Socfía) ha invitado a Cortina a impartir hoy una conferencia sobre ética y política en la Biblioteca Central de Cantabria (Santander). Será a las 19.00 horas, con entrada libre hasta completar el aforo. Socfía también nombrará a la pensadora 'socia de honor' de su colectivo, una iniciativa con la que conmemorar, además, el Día Mundial de la Filosofía.
-'Ética y política: el futuro de la democracia' es el título de la conferencia que imparte hoy. ¿Se puede entender (y practicar) la política sin ética?
-En absoluto. La política tiene una meta, que consiste en poner unos mínimos de justicia para que las personas puedan perseguir sus proyectos de vida feliz. Si no persigue esa meta, no sólo es inmoral, sino que también es mala política, pésima política.
-Al frente de la Fundación Étnor, también defiende la ética en las empresas, la idea de que estas tengan objetivos y maneras aceptados por la sociedad. ¿Eso se tiene en cuenta en el mundo empresarial o es en lo último que se piensa a la hora de armar un negocio?
-Cada vez más la sociedad exige a las empresas que cumplan con su responsabilidad social, es decir, que intenten satisfacer las expectativas legítimas de todos los afectados por la empresa (clientes, trabajadores, accionistas, proveedores, sociedad en su conjunto). La empresa que olvide sus metas sociales, su ética, saldrá perdiendo a medio y largo plazo.
-A todo esto, ¿qué es la ética, como sociedad sabemos concretarla?
-La ética cívica, que es la propia de las sociedades, nos lleva a incorporar en la vida cotidiana los mejores valores: la justicia, la libertad, la igualdad, la solidaridad y el respeto activo. La ética personal tiene por meta la felicidad, atendiendo también a la justicia.
-Los adelantos científicos y tecnológicos se suceden, cada vez, con más velocidad. La Inteligencia Artificial o la genómica anticipan un mundo diferente, ¿qué hacer?
-Generar una Inteligencia Artificial confiable, como han propuesto documentos de la Unión Europea. La confianza es el principal capital de los pueblos, y las gentes no tienen que sentirse amenazadas por los sistemas inteligentes, sino ayudadas por ellos.
-Recientemente en Asturias, llamaba a reforzar las humanidades en las aulas -y a «recuperar la unidad de los saberes»- para, entre otras cosas, formar una ciudadanía crítica, lúcida. ¿Cómo programar esta estrategia en unos tiempos donde la técnica y la tecnología parecen imponerse?
-Introduciendo una asignatura de ética en cada uno de los grados de ciencias y tecnologías, en la que se reflexione sobre las metas de esas actividades y en la que tecnocientíficos y humanistas trabajen conjuntamente.
-¿Qué podemos perder como sociedad si no lo hacemos?
-Nuestro presente y nuestro futuro, sobre todo el de los más vulnerables.
-¿La ciudadanía es (somos) consciente de que adolece de un espíritu crítico, es decir, del poder que le conferiría ejercer esa crítica para cambiar las cosas?
-No, porque la sociedad es muy compleja y es necesaria mucha capacidad de discernimiento para detectar qué se debe cambiar y hacia dónde. En eso consiste la crítica. Por eso necesitamos una ciudadanía lúcida.
-Acuñó en la década de los 90 el término 'aporofobia'. En el tuit que tiene fijado en su perfil de Twitter señala ese pensamiento: «El problema no es de raza ni de extranjería: es de pobreza». ¿Esa idea es la que guía la discriminación que ejercemos, nuestra visión del otro?
-Por supuesto, no relegamos a los extranjeros por serlo, sino a los pobres, incluso a los de la propia casa, a los del propio país. Y en todos los niveles de la vida social. La aporofobia es un atentado contra la dignidad humana y contra la democracia.
-Le gustan los 'Beatles'. ¿Se puede cambiar el mundo como cantaban en 'Revolution', aunque sea con mil dudas sobre cómo hacerlo?
-Me gustan mucho los 'Beatles', pero el afán de mejorar el mundo es, por fortuna, tan antiguo como la humanidad. Por eso hemos progresado enormemente a lo largo de la historia y, con lucidez y compasión, podremos progresar mucho más. Esa es nuestra esperanza.
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Ana del Castillo
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