Los reparadores de sonrisas de Valdecilla
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El hospital cuenta desde 2021 con un equipo multidisciplinar que trata a los bebés que nacen con labio o paladar fisurado y evita las derivaciones a otras comunidadesUno de cada mil niños que nacen en Cantabria tiene el labio o el paladar fisurado (o ambos). Es una malformación considerada grave que se diagnostica normalmente entre las semanas 19 y 22 del embarazo. Una vez ocurre, en el Hospital Valdecilla de Santander se ... activa todo el engranaje que trata este tipo de problemas. Implica a once servicios distintos.
La doctora María Fe García Reija, jefa de Cirugía Oral y Maxilofacial, puso en marcha el protocolo para atender a estos pacientes, que entró en funcionamiento en abril de 2021. Antes de eso, los bebés que nacían en Cantabria con estas dolencias eran operados en otras comunidades. Normalmente, en el Hospital de Cruces, en Baracaldo. «Era mucho más complicado para los padres porque no teníamos estandarizado un protocolo para ellos. No tenían contacto con los cirujanos hasta que no había nacido el niño. Estaba todo menos coordinado».
Cuando nacía un niño con una fisura labial o palatina para sus padres suponía un ir y venir de un hospital a otro. De una consulta a otra para afrontar un problema al que la doctora García Reija puso solución: «Quirúrgicamente estábamos preparados y capacitados. Disponíamos de todas las unidades. Es una cirugía que yo conozco bien porque ya antes la hacía cada año en países del tercer mundo. Si no se hacía en Valdecilla era porque faltaba coordinar la unidad de labio fisurado. Teníamos todos los servicios por separado y lo único que necesitábamos era juntarlos». Así que se propuso poner en marcha aquello que no había. «Gracias a la dirección del hospital y a la colaboración de todos los servicios por fin pudimos empezar las reuniones y protocolizar el tratamiento, que es lo más importante para estos niños. La cirugía es solo una parte más».
María Fe García Reija
Jefa del Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial
Entonces comenzaron a trabajar de forma conjunta los responsables de todos los servicios implicados en la atención a estos pacientes: Ginecología, Pediatría, Genética, Enfermería, Cirugía Oral y Maxilofacial, Otorrinolaringología, Anestesia, Atención Temprana, Logopedia, Odontología y Psicología, cada uno con su función. Once en total.
Todos juntos realizan una labor que «la verdad es que funciona como un engranaje perfecto», dice la directora de esta orquesta. «Que el equipo sea multidisciplinar lo aporta todo. Eso nos permite tranquilizar a los padres una vez se establece el diagnóstico neonatal. Es una patología poco frecuente y poco conocida, y poder explicar a un padre desde un inicio cómo va a ser todo el proceso tranquiliza mucho y ayuda al desarrollo posterior de todo el tratamiento», detalla la doctora García Reija.
Para hacerse una idea, en 2024 en Cantabria han nacido ya cinco bebés con labio o paladar fisurado. Su tratamiento comienza desde que es detectado el problema. Es importante estar preparado en el momento de su nacimiento. «Los padres deben saber que no va a tener ninguna dificultad añadida, pero sí que es cierto que estamos hablando de una malformación que afecta a la cara y hay que estar preparado. El saber que tiene solución y el haber explicado los plazos y protocolos supone un gran alivio para los padres y para los profesionales. Así, cuando llega, ya sabes que vas a tener un neonato con una determinada patología y que va a requerir determinado tipo de tratamiento».
Es en ese momento en el que hay que atender otro pilar fundamental, la alimentación del bebé. «Tenemos un equipo de enfermería que está muy pendiente de la parte de la lactancia. Su labor para la madre es muy importante. Cantabria apuesta mucho por la lactancia materna, pero ofrecemos apoyo a la lactancia artificial porque en estos casos muchas veces es necesaria», indica.
En el Servicio de Salud Bucodental de Liencres ayudan a preparar al paciente a través de moldeadores para las operaciones necesarias. Pueden ser una, cuando se trata de una fisura labial, y hasta tres o más, si hay fisura palatina y alveolar. Y los odontólogos seguirán el desarrollo hasta la edad adulta, dado que necesitará ortodoncia.
La doctora García Reija enfatiza la importancia de no tener prisa y establecer correctamente los plazos para operar. «La malformación está y no va a aumentar porque le operemos más tarde. No hay déficit de tejidos, están mal posicionados. Vamos a hacer todas las correcciones para colocarlo todo en su sitio, pero lo más importante es hacerlo en tiempo y forma. El labio lo arreglamos entre los tres y los seis meses porque es el momento idóneo, porque es más seguro. Hemos solventado los problemas de la alimentación y vamos a conseguir un mejor resultado. La fisura del paladar la trataremos a partir de los nueve. Después informaremos a los padres de cuándo tenemos que hacer la del cierre de la fisura del alveolo (entre los siete y nueve años) para que facilite la erupción correcta de los molares», relata.
«La parte de logopedia –añade– es fundamental para detectar si hay algún problema en el aprendizaje del habla y si fuera necesaria una cirugía correctora. También son muy importantes las revisiones del otorrino, porque estos niños son más propensos a sufrir otitis». En los tres años que llevan trabajando como equipo, García Reija considera que «los resultados son buenísimos». Es un engranaje para que todo vaya de una forma correcta buscando siempre lo mejor para el niño».
Además de los bebés nacidos en Cantabria, a los que la unidad recibe cuando están aún en el vientre materno, programando toda su terapia a lo largo de los años, el equipo trata a un número importante de pacientes llegados de otros países. En este caso suelen ser niños adoptados por familias cántabras o adultos migrantes, sobre todo llegados de Sudamérica y Asia que, o no han sido tratados en sus países de origen o no finalizaron sus tratamientos de labio o paladar fisurado. En algunos casos, cuando llegaron a Cantabria ya habían sido operados y aquí continúan con el tratamiento. De hecho, a veces resulta necesario reparar las secuelas que les han dejado intervenciones anteriores.
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