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Roberto Ruiz
Repliegue prudente del frente covid

Repliegue prudente del frente covid

Los profesionales sanitarios que han encabezado la intensa lucha contra la pandemia en Valdecilla afrontan con esperanza el final de las restricciones, pero recuerdan que «el virus sigue ahí»

Ana Rosa García

Santander

Domingo, 17 de octubre 2021, 07:39

Con la huella imborrable del covid en la memoria, la nueva normalidad se abre paso 595 días después. Es el tiempo transcurrido desde aquella primera paciente positiva que ingresó en el Hospital Valdecilla –la que estrenó una lista que ha acumulado más de 5.100 nombres, con el peor de los desenlaces para 615 de los infectados–. La pandemia que paralizó el mundo acababa de irrumpir en Cantabria procedente de Italia. A marchas forzadas, el sistema sanitario tuvo que prepararse para batallar contra un enemigo invisible de dimensiones desconocidas y consecuencias dramáticas, que no ha dejado de acechar en estos veinte meses, aunque ahora lo hace ya 'acorralado' por la vacunación masiva de la población.

«Hace un año era algo impensable que pudiéramos estar ahora como estamos, con tan pocos pacientes en planta y en UCI», destaca Carmen Fariñas, jefa de servicio de Enfermedades Infecciosas, a las puertas de «volver a una vida casi como la que teníamos antes». Y recalca ese 'casi' «porque hay que seguir guardando las recomendaciones para evitar el contagio», con la mascarilla como arma principal. «El SARS-CoV-2 está ahí, no se ha ido del todo, no va a desaparecer», advierte. Hasta en cuatro ocasiones el virus ha recobrado la fuerza cuando se le daba por vencido, recuerda Jorge Calvo, jefe de Microbiología: «Hemos tenido muchas sorpresas, no es la primera vez que se dice que llega la nueva normalidad y después la realidad es otra. Afrontamos este momento con incertidumbre, confío en que ahora sea así, gracias al efecto de las vacunas, pero hay que ser prudentes».

La prudencia es la palabra que más se repite en las conversaciones que rodean a este encuentro de profesionales sanitarios en primera línea en la larga lucha contra el coronavirus, una cita en la que El Diario reúne a los representantes del grueso de los servicios que han compuesto el frente covid de Valdecilla, buena parte de ellos miembros de la comisión que empezó su andadura a principios de 2020, cuando se hablaba de aquel virus chino que estaba causando estragos y que se propagaba de forma vertiginosa, sin freno y sin fronteras.

«Valdecilla siempre ha estado a la altura, incluso en la primera ola, la más difícil, se ha trabajado muy bien»

rafael tejido

Gerente de Valdecilla

«Se sabía que nos llegaría», dice Juan Carlos Rodríguez Borregán, jefe de Medicina Intensiva. «Era cuestión de tiempo». Por eso, cuando echa la vista atrás recuerda lo que supuso «aquel primer paciente que ingresó en la UCI. No se me va a olvidar nunca; el virus ya estaba aquí». Aún hoy son tres los pacientes que pelean por su vida en una cama de Cuidados Intensivos, los últimos de los casi 700 que han compartido esa experiencia de aislamiento, entre respiradores, maniobras de pronación (boca abajo) y personal enfundado en epis blancos y máscaras plastificadas. Precisamente, por haberse librado ahí las batallas más duras, el encuentro de este reportaje se convoca en el pabellón 15, habilitado en el verano de 2020 como una UCI covid extra (se llegó a llenar también cuando el resto de unidades se quedaron pequeñas) y cerrado cuando la quinta ola empezó a dar tregua.

Rafael Tejido, gerente del hospital, reconoce que la primera vez que entró en esta sala vacía, aún completamente equipada, «fue sobrecogedor; piensas en todo lo que se ha trabajado allí, en situaciones muy complicadas, y en la cantidad de vidas que se han salvado...». Que ahora esa estancia ya tenga en proyección otros cometidos ajenos al coronavirus es la mejor señal del cambio de ciclo. Una nueva etapa que «emprendemos de forma positiva. Contamos con que la pandemia va a desaparecer, aunque siga habiendo casos y tengamos que mantener una estructura asistencial, ajustada a la demanda, pero es el momento de retomar todos los proyectos que habían quedado aparcados», apunta el gerente. Eso sí, nadie pierde de vista que se avecinan los meses de invierno, donde las infecciones respiratorias mandan. Y si bien el año pasado el covid eclipsó al resto de patógenos y las medidas de protección, con la mascarilla como aliada imprescindible, evitaron incluso la gripe estacional, en esta ocasión hay más dudas de que ese escenario pueda repetirse. Por eso, Valdecilla, al igual que los hospitales comarcales (Sierrallana, Laredo y Tres Mares), mantendrá «las barreras defensivas»: con test PCR a los pacientes antes del ingreso, limitaciones de visitas y cribados en caso de positivo.

«Han sido 19 meses de un trabajo brutal y mucha carga emocional. No veo tan claro el futuro aún»

Juan Carlos Rodríguez Borregán

Jefe de Medicina Intensiva

«Tenemos que estar muy pendientes porque podemos asistir a un recrudecimiento de la enfermedad, aunque entendemos que ya no tendrá la virulencia del pasado», destaca José Manuel Cifrián, jefe de Neumología, «preocupado» por la incógnita de esa convivencia con otros virus respiratorios. «Expectante» ante ese posible «solapamiento de covid y gripe» se declara Gema Fernández, una de las enfermeras de hospitalización de la séptima de la Torre D, la primera planta destinada a aislamiento, donde no han faltado pacientes positivos ni un solo día desde el comienzo de la crisis. «Sinceramente, yo espero una sexta ola, todavía no veo el final. Creo que se está relajando todo demasiado rápido», comenta. Y ella tiene muy presente aún el 'tsumani' inicial. «Todavía estoy en tratamiento psicológico. La primera ola fue horrible, lo viví como si estuviéramos en una guerra, la gente se nos moría. Al principio poníamos a los matrimonios juntos en la misma habitación, fue muy duro ver que se iba uno y al día siguiente, el otro». Aquella «tensión y el estrés continuo» desembocó en una crisis de ansiedad a finales de noviembre. Pese a la «mala experiencia», asegura que sale «fortalecida» como enfermera vocacional y se queda «para siempre» con el recuerdo de «las miradas de agradecimiento y cariño de los pacientes, sobre todo de los abueletes, cuando les cogías de la mano, porque se han sentido muy solos». Precisamente «la soledad de los enfermos» es lo que José Manuel Olmos, jefe de Medicina Interna, no se quita de la cabeza. «Fue durísimo para ellos, porque no sabían dónde se metían y si iban a salir; para sus familiares, que no podían acompañarlos, y para el personal sanitario», testigo directo de la crudeza de esta enfermedad. De ahí que, en aquella primera etapa, «se vivieran como una victoria, con gran alegría, cada alta».

«Hemos visto muchas desgracias, pero lo que no olvidaré son los gestos de solidaridad de la gente»

Gonzalo Pérez Rojí

Coordinador de Urgencias

Sin embargo, el retorno a la normalidad, «ahora que parece que esta vez es la definitiva», no se percibe con la misma euforia dentro del hospital. «El covid vino para quedarse, pero no será igual. No sé si la gente es realmente consciente del hito a nivel científico de las vacunas. Este verano, si no hubiera habido un porcentaje de la población ya vacunado, el impacto de la quinta ola, que alcanzó una incidencia tan elevada, hubiera sido tremendo», opina Olmos, que insiste en preservar la receta anticovid: «Prudencia y sentido común». «Claro que hay que ir recuperando la normalidad, lo necesitamos todos, pero con cuidado», añade.

A la hora de hacer balance, el jefe de Medicina Interna resalta «la actitud encomiable del personal, de todos los estamentos, al pie del cañón desde el principio, y la coordinación continua de la Dirección con los mandos intermedios: ¡Ya tenemos un máster en reorganización!». A esos desplazamientos contra reloj alude Cifrián al elegir el momento más comprometido, «cuando en la primera ola cada día abríamos una planta nueva» –el hospital covid llegó a ocupar doce–.

«Antes de la vacuna era impensable que pudiera darse hoy esta situación, pero el virus no se ha ido»

Carmen Fariñas

Jefa de Enfermedades Infecciosas

La fuerza del equipo

Al otro lado de la balanza sitúa «la respuesta de los compañeros de otros servicios que se ofrecieron como voluntarios para trabajar en el área covid. La profesionalidad y generosidad de todos ha permitido que el hospital haya dado la talla ante una crisis sin precedentes y con la situación controlada en todo momento». Algo de lo que Tejido no tiene duda: «Valdecilla ha estado a la altura en cada ola, incluso en la primera, que fue la más difícil, manteniendo mucha actividad no covid –fue el hospital más trasplantador en los meses del confinamiento– y con un exceso de mortalidad prácticamente nulo». La clave, «el trabajo en equipo», apostilla Carmen Fariñas y suscribe Marcos López Hoyos, jefe de Inmunología: «Salimos todos juntos a batallar. Además de esa capacidad de colaboración entre servicios para remar en la misma dirección, cabe destacar la importancia de la investigación, que ayuda a responder mejor ante situaciones de estrés. Lo que ha cambiado radicalmente el panorama ha sido la vacunación, que nos protege frente a la enfermedad sintomática que causa hospitalización y mortalidad».

«Aún sigo en tratamiento psicológico un año después, la primera ola fue horrible, como un campo de batalla»

Gema Fernández

Enfermera de la planta 7D

Pero «no es una salvaguarda al 100%», apunta Rodríguez Borregán, que sigue apelando a la «cautela». «En la quinta ola se ha visto que incluso gente vacunada terminó en la UCI. No veo tan claro el futuro. Esto ya lo hemos vivido varias veces, creo que hay que dar más tiempo. Ojalá sea así y estemos ante el final». De ese repaso a lo vivido desde el estallido de la pandemia, salen «19 meses de un trabajo brutal, un no parar con gran carga emocional y muchas desgracias personales».

«No es la primera vez que se habla de normalidad y la realidad nos sorprende, hay que ser prudentes»

Jorge Calvo

Jefe de Microbiología

Fue después del verano, tras el primer amago de nueva normalidad, «cuando todo empezó a desmoronarse», rememora Laro Rodríguez, enfermero supervisor de la UCI del pabellón 15. «En aquella etapa ya no había el miedo del principio, pero sí mucho cansancio. Tuvimos que volver a pedir un esfuerzo al personal, que se volcó». Y eso que para entonces el empuje de los aplausos y el reconocimiento público ya había decaído del todo. Rodríguez admite que en el equipo de Cuidados Intensivos «la huella del covid ha marcado más que a otros servicios» –«A mí, por ejemplo, me impactó mucho cuando tuvimos ingresado a un niño de cuatro años»–, posible motivo de que «estemos recelosos ante lo que nos depara el futuro».

Drama y solidaridad

«Lo hemos pasado tan mal, que ahora no nos creemos que de verdad lo hayamos superado», coincide la enfermera de Urgencias Ana de Miguel. «Ahora es un alivio que nos lleguen tan pocos casos, pero es que venimos de una situación desoladora». Como prueba, relata el primer día que tuvo que trasladar directamente a un paciente de 60 años a la UCI: «Salí de allí diciendo: 'Dios mío, pero ¿qué es esto?' Aquella imagen de la sala de reanimación llena, donde reconocí a personas que habían pasado por Urgencias, gente joven incluso que había ingresado en planta y que estaba en estado crítico, me angustió». Pero el drama del covid despertó también una ola de solidaridad que en los momentos más críticos llegó a Urgencias en forma de mascarillas de tela, sobaos, café, bocadillos... «Fueron increíbles las muestras de solidaridad de la población. Había miedo a venir al hospital, pero se pidieron donaciones de sangre y llamaban la atención las colas que se formaron», señala el coordinador de Urgencias, Gonzalo Pérez Rojí, que ya trabaja en la recuperación de los proyectos congelados por la pandemia «para mejorar la calidad y las demoras».

Todos comparten las ganas por pasar página a la pandemia y poder celebrar que ese «camino luminoso» al que se refiere la directora de Enfermería, Gema García, no se vuelva a apagar.

Del segundo plano a la primera línea anticovid

La pandemia ha visibilizado servicios que en el día a día permanecían en un segundo plano, caso de Microbiología o Medicina Preventiva. También Radiodiagnóstico ha tenido un papel determinante en la detección y seguimiento de las neumonías por covid. «El laboratorio de PCR se empezó de cero, era tal el volumen de muestras –3.000 en un día fue el récord– que trabajamos mañana, tarde y noche sin parar ni fines de semana», cuenta Elena Tirilonte, técnico coordinadora de Microbiología, donde queda para el futuro la línea de secuenciación genómica para la detección de variantes. Para Medicina Preventiva esta vuelta a la normalidad no se acompaña de tranquilidad, «porque estamos volcados con la tercera dosis a inmunodeprimidos».Su responsable, Henar Rebollo, resta alegría al cambio de fase: «Hay que ver cómo se afrontan los meses de frío. Pero hay cosas que se deberían quedar, como la mascarilla en interiores, no fumar en terrazas y acudir al hospital de forma racional».

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