Un rescate en Cantabria cada tres días

Las intervenciones entre el 1 de enero y el 30 de junio han tenido como telón de fondo la costa (15 del total) pero, sobre todo, el interior (45). Y desde el momento en que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) avanzó hace unas semanas que viene un verano caluroso, los técnicos vaticinan que habrá que hacer frente al menos a tantos sucesos como en el de 2022. El año pasado, en solo tres meses (del 15 de junio al 15 de septiembre) se montaron 62 operativos en montaña. Otro ejemplo: el helicóptero del Gobierno regional tuvo que salir en 58 ocasiones al litoral. «El calor llenó las playas y eso hizo subir un 78% el número de actuaciones en las playas», apuntan fuentes del servicio.

«Lo que se nos viene encima a partir de ahora lo tenemos súper asumido: después del covid-19 la gente se ha lanzado en tromba a la calle. Más gente en todas partes quiere decir más incidentes. En verano, los avisos se multiplican» por otra ecuación simple: las vacaciones significan más planes al aire libre.

Así lo resume Javier Díaz Álvaro, jefe de sala del 112, quien no deja de invocar el sentido común. «Sentido común» para programar excursiones y actividades «con las que se pueda», «sentido común» para no llamar a lo loco a los profesionales; «sentido común» -finalmente- para avisarlos cuando corresponda.

Corrobora Miguel Gómez, técnico de Protección Civil de Emergencias y rescatador del Gobierno de Cantabria, que recuerda un día del verano pasado en que hubo «cinco o seis rescates («es que perdimos la cuenta»). Sus recomendaciones para no tener que conocer a los rescatadores cántabros son estas: «Lo primero: pensar si lo que vas a hacer es lo tuyo, si estás preparado. Conocer tus capacidades y planificar los horarios. Lo decimos todos los años y todos hay que salir a buscar excursionistas en la montaña que no han calculado las horas, ni sus fuerzas. Que tu sobrino de 12 años haya cubierto una vía ferrata no quiere decir que tú, con 60, la vayas a hacer sin problemas».

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Gómez insiste mucho en que cuando no se domina un terreno, hay que contratar un guía (o sumarse a un grupo guiado). «Hay quien, por no gastar 50 euros que garantizan que el riesgo está bajo control, se acaba arruinando la vida». Es decir, que al igual que se paga por un curso de surf y de buceo, o de descenso de barrancos y espeleología, se puede coger a «un experto cualificado en una ruta que tenga algún riesgo y, así, minimizarlo».

Díaz Álvaro coincide en que «es vital reconocer la zona a la que llegas. El mar Cantábrico no es una piscina, hay corrientes. En una playa se debe comprobar si existe o no vigilancia y saber que los socorristas velan por la seguridad de todos: el profesional no pone bandera roja para amargarle a nadie el domingo».

Los especialistas están haciendo últimamente más rescates de animales. Díaz Álvaro indica que a los animales domésticos se les ha tenido siempre «una consideración especial». «Pero en esto también vemos de todo: hay quien se preocupa muchísimo por un perro que, luego, cuando ve a una persona tirada en el suelo de madrugada, se limita a llamar a los servicios de emergencias sin ofrecer una mínima ayuda».