Todos los rescates posibles del 112
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No es lo mismo actuar en mar, río, montaña o cueva... con desaparecidos, heridos o víctimas. Cada caso requiere unos recursos determinadosEs una cuestión clara de proporción: la llegada del turismo multiplica la población cántabra, y también las actividades al aire libre;por eso es inevitable que el verano traiga aparejado un aumento significativo de los accidentes. El 112 trabaja a destajo durante los meses estivales ... y lo hace en todos los escenarios posibles:montaña, ríos, cuevas, playas, acantilados o mar. Los siniestros son tan diferentes como variables se pueden barajar: los hay más o menos graves, con o sin heridos, o víctimas. En ocasiones es preciso movilizar gran cantidad de recursos de diferente naturaleza y en otras basta con la acción de los bomberos. Hay operativos que se pueden resolver en unos minutos y otros que se alargan durante días. Todo está protocolarizado pero la última palabra la tienen los responsables al mando. Lo único que comparten todos estos ejemplos es el primer paso, la alerta inicial. Algo que llega, siempre, con una llamada.
Suena el teléfono en una jornada normal de verano en la sala del 112 y un gestor lo descuelga. Hay 20 que trabajan en turnos para cubrir las 24 horas del día durante los 365 días del año. Llegan avisos de todo tipo. «Lo más importante es geolocalizarlos bien desde el primer momento. Eso es algo que ya hacen los móviles por sí solos», cuenta David Piedra, uno de los seis jefes de sala. Hay personas que sólo solicitan información y otras que directamente avisan de un incidente. «Lo mejor es que el informante esté tranquilo y en condiciones de contar qué es lo que ha pasado, y a veces no es tan fácil porque suelen ser momentos de tensión», detalla Piedra.
Es él quien evalúa la situación, quien decide en un inicio la catalogación del suceso y la movilización de recursos que necesitará. Cada caso es tan diverso como múltiples son las variables que se pueden conjugar. No es lo mismo actuar en según qué escenario, y con según qué daños humanos. «Lo más importante, siempre, es velar por la seguridad de las personas».
800 llamadas
de media recibe la sala del 112 en un día normal de verano.
122 bomberos
de emergencias se distribuyen en seis parques por toda la región.
20 gestores
se dividen en turnos para coger el teléfono en la sala.
La mayor parte de las llamadas que llegan a la sala a diario –una media de 800–, se resuelven en este nivel de incidencia 0. Son las que requieren una dimensión muy ordinaria del operativo y que no necesitan mucho más tiempo del que está normalmente estipulado. «No quiere decir que no sean graves. Podemos hablar de víctimas, incluso;pero son casos como accidentes donde cada equipo, sean bomberos, 061, Guardia Civil, etc, tienen muy claro cual es su trabajo y no hace falta tomar decisiones más allá de lo que dicta el protocolo», informa Javier Díaz, otro de los jefes de sala.
La responsabilidad en estos casos reside en saber movilizar los recursos adecuados para cada ocasión y además hacerlo a tiempo. Una de las cuestiones básicas que han de decidir los jefes de sala es qué bomberos poner en marcha, pues hay seis parques en Cantabria:Laredo, Valdáliga, Reinosa, Tama, Villacarriedo y Los Corrales de Buelna.
El helicóptero es protagonista en muchas de estas salidas;pero al contrario de lo que puede pensarse, no siempre es la mejor opción. De hecho, hay veces en que, dependiendo de las condiciones –con niebla, mucho viento, tormenta o en la noche–, no tiene permitido volar. A la hora de valorar su movilización entran en juego factores como el tiempo de movilización –de unos 30 minutos desde que se le da la orden, hasta que se pone en vuelo–; la necesidad de premura –si es que se trata de un herido grave o si hay una vida en peligro–; la accesibilidad del lugar –no es igual la montaña que la costa–; o la disponibilidad de recursos. «Si se trata de un accidente en carretera, donde la ambulancia puede llegar perfectamente, es mejor reservar el helicóptero para otro posible incidente», cuenta Díaz. «En el mar suele ser la mejor opción, y en montaña o ríos habitualmente también», opinan ambos expertos. Acude a muchos de los accidentes más habituales;pero a veces la situación se complica.
Sucede cuando hay personas desaparecidas, por poner un ejemplo.
Uno de estos últimos casos sucedió hace tan sólo unas semanas, cuando una pareja de espeleólogos castellanoleonesa se perdió en la cavidad de Garmaciega-Sima del Sombrero, en Soba. «En esos escenarios, digamos que los recursos movilizados y el tiempo del operativo crecen, por eso todo es más difícil y hay que tomar más decisiones más allá de los protocolos», coinciden ambos responsables de sala. Ahí es donde entra en juego la siguiente fase.
En el caso de los espeleólogos perdidos la llamada de aviso llegó de un allegado de los deportistas.
Primero se activó la prealerta, que se mantuvo durante un tiempo prudencial porque en cuevas es un margen que siempre se tiene en cuenta antes de actuar. «Más o menos consiste en esperar al menos un 20% del tiempo que se tarda en hacer la ruta a ver si salen por sí solos», explica Javier Allende, técnico de rescate del Gobierno de Cantabria y uno de los que durante esos días dirigieron el operativo en Soba. «Si no hay noticias de ellos, se activa todo el operativo».
Lo primero es instalar el Puesto de Mando Avanzado (PMA) donde se reunirá el equipo que tomará las decisiones y desde donde se darán todas las instrucciones a todos los efectivos implicados.
En el caso de Soba se activó a la Guardia Civil, a agentes del medio natural, al Greim de la Guardia Civil, a sanitarios del 061 y hasta a la Unidad Militar de Emergencias (UME). «Cuando entran en juego todos esos factores y además contamos con que la búsqueda se va a dilatar durante un tiempo determinado, es cuando pasamos a nivel 1». Escenarios similares son la búsqueda de personas en montaña o en mar.
«En ocasiones lo que comienza como un nivel 0, con un hombre al agua, termina por convertirse en un nivel 1 si se hunde y le perdemos de vista», pone como ejemplo el experto en rescates.
En estos casos siempre hay una persona al mando que tiene la responsabilidad de coordinar a todo el equipo, incluyendo a todos los efectivos desplegados. «Hay que tener claras cuales son las prioridades y qué colectivo es el mejor preparado en cada caso», explica Allende.
Por eso esa única voz al mando es la que carga siempre con la mayor de las responsabilidades.
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