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Nacho González Ucelay
Santander
Miércoles, 11 de marzo 2020, 07:09
El avance imparable del coronavirus ha colocado en el punto de mira a los usuarios de las residencias de mayores y de los centros sociosanitarios, ... donde cualquiera que entre o salga debe saber que la mortalidad entre las personas contagiadas se dispara a partir de los 65 años. Expectantes, y algo inquietas, las direcciones de estos espacios ya tienen sobre la mesa los consejos del Ministerio de Sanidad, una serie de medidas defensivas que van a implementar con otras aún más restrictivas.
Según acordaron ayer la Asociación de Entidades No Lucrativas (Lares) y la Federación Empresarial de Dependencia (FED), que en Cantabria gestionan alrededor de las 3.200/3.500 plazas, además de activar el protocolo remitido por el Gobierno central, todas las instalaciones asociadas van a reajustar sus hábitos para proteger la buena salud de un colectivo especialmente vulnerable al virus.
A partir de hoy, miércoles, y durante los próximos quince días, en todas ellas se limitarán los horarios y los lugares de las visitas (hasta ahora bastante flexibles), así como la movilidad.
Nicolás Peña-cad de cueto
JuliaGurruchaga-Residencia Virgen del Faro
Gema de la Concha-Residencia San Cándido
Con estas medidas, adicionales a las sugeridas por Madrid, se pretende proteger a los usuarios frente al temido coronavirus, al que los máximos responsables de residencias y centros de mayores quieren impedir la entrada a toda costa.
Ello porque, según coinciden, la incursión del Covid-19 en cualquiera de ellas oculto en el organismo de un usuario, un familiar o mismamente de un trabajador podría ser nefasta para un colectivo que, en este aspecto, requiere de especiales cuidados físicos y también psicológicos.
Para poder lograr ese objetivo, los directores de estas instalaciones apelan a la colaboración de los usuarios y de sus familiares, a los que piden comprensión mientras dure el temporal.
«La gente aquí está tranquila», asegura el director del Centro de Atención a Dependencia (CAD) de Cueto, Nicolás Peña, que se refiere a trabajadores, residentes y acompañantes. «A la expectativa, porque esto cambia de un día para el siguiente, pero tranquila», subraya el responsable, que sigue a rajatabla las instrucciones que ha recibido de los organismos sanitarios.
Al frente de un equipo que trabaja con 214 residentes, 148 dependientes y 66 no dependientes, Peña incide en dos aspectos que a su juicio son esenciales. El primero, la higiene de manos, «una costumbre que no es nueva pero en la que tratamos de insistir por su gran importancia». Y el segundo, la libre movilidad. «La gente llama y pregunta si puede entrar, y puede hacerlo, claro, pero cuanta menos entre, mejor. Y cuanta menos salga, también», añade el director, que acaba de suspender una excursión prevista para el día 19 de marzo a una conservera de Santoña.
«Las visitas deben restringirse a las imprescindibles», coincide Julia Gurruchaga, directora ejecutiva del grupo Pro Maiorem, y responsable del departamento de recursos humanos del centro residencial Virgen del Faro, donde un equipo de 90 profesionales asiste cada día a un total de 160 usuarios.
«Nosotros hemos implementado las medidas recomendadas por Sanidad con otras relacionadas en especial con la higiene y con la instrucción de todos nuestros empleados», dice Gurruchaga, que, dentro de la lógica inquietud, intentan llevar la situación «con normalidad».
Lo mismo que ella, la directora de la residencia San Cándido, Gema de la Concha, incide en «la importancia de transmitir normalidad a los usuarios en un momento que requiere de medidas adicionales que tienen que ver con la limpieza, la higiene y los hábitos de nuestra residencia», en especial los relacionados con la libertad de movimientos en una instalación que, como otras, ya ha suspendido algunas actividades en el exterior.
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